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martes, 30 de junio de 2015

Venezuela: ¿por qué se está empobreciendo?, @jesusalexis2020


Por Jesús Alexis González, 29/06/2015

La respuesta es de una obviedad manifiesta: ¡no se está generando riqueza económica!—conjunto de bienes y servicios, factores productivos y recursos naturales con los cuales cuenta una Nación—lo que nos ha llevado a revertir una situación de hace apenas 50 años, cuando contábamos con un nivel de vida superior a la mayoría de los países europeos a la par de ser de los más ricos de América Latina junto con Argentina, Cuba y Uruguay. Tal deterioro, ha sido consecuencia de haber asumido un “crecimiento económico” desorientado y desorganizado que implícitamente niega la riqueza al impulsar una visión incorrecta del desarrollo procurando combatir las causas de la pobreza, cuando en realidad ¡la pobreza no tiene causas! ya que representa el estado natural (de origen) de los países. En razón de ello, asumimos que la interrogante correcta es: ¿cuáles son las causas de la riqueza?, asunto abordado desde hace 240 años al momento de publicarse en 1776 el libro Naturaleza y Causa de la Riqueza de las Naciones dando origen a la ciencia económica; siendo que en contrario en Iberoamérica se está hoy día “escribiendo” un ensayo que pretende dar coherencia metodológica al populismo cuyo título pudiera ser: Naturaleza y Causa del Empobrecimiento de las Naciones en el entendido que ¡la riqueza SI tiene causas!.

Es de señalar, que hace 500 años la esperanza media de vida en Europa no superaba los 27 años mientras que en 2014 en los países desarrollados se reflejaba unos 85 años para las mujeres y 81 años para los hombres, y dentro de los factores que evidentemente han propiciado el incremento de la longevidad están la alimentación, la higiene y la revolución industrial (química, médica y farmacéutica) como fruto de la riqueza. De igual modo, y según un trabajo presentado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en 2014 unas 1.200 millones de personas vivían en la pobreza extrema con 1,25 dólares o menos al día lo que equivale a decir que más del 85% de la población mundial dejó de ser pobre; mientras que en Venezuela para el año 2014, a tenor del contenido de un estudio elaborado por 3 universidades (UCV, USB y UCAB) presentado en enero 2015, la pobreza alcanzó a 48,4% de los hogares y la pobreza extrema afecta a 1,7 millones de hogares.

Aunque resulte aparentemente contradictorio, podemos inferir que la tendencia hacia el empobrecimiento se vincula con la búsqueda de una “igualdad para todos” como un estadio superior al enfoque cristiano de la igualdad plena ante Dios, a la igualdad ante la ley (misma pena para los mismos delitos sin distinción social) formulada por los ingleses en el siglo XVII, hasta la ¡igualdad de logros! (los mismos ingresos para todos) pretendida a partir de la revolución francesa del siglo XVIII refrendada con posterioridad en el tiempo por “múltiples visiones socialistas” del mundo, que erróneamente están propiciando una “igualdad que empobrece” incluida la aspiración de eliminar tanto la actividad privada como el derecho a expresarse libremente ya que ¡el derecho a pensar es inalienable! aun cuando tenga que mantenerse en silencio.

En la América Latina actual, ciertos países con abierto desconocimiento de la raíz del pensamiento económico-social que propugnan y “defienden” (¿o será solo el poder en sí mismo?)intentan construir una igualdad de logros como si conocieran perfectamente un futuro que a todas luces es impredecible y por tanto cargado de incertidumbre que suponen soslayar con “desviaciones probabilísticas”, al tiempo de gobernar “democráticamente” (ganando a como dé lugar las elecciones) haciendo uso de un discurso conscientemente tramposo y engañoso con razonamientos persuasivos aunque falaces presumiendo una validez que no poseen, llevándolos a tomar decisiones sin tener claridad en relación a la realidad que aspiran y sin tener una visión de largo plazo sobre el país que desean y pueden alcanzar. Venezuela en lo particular, con torcida interpretación del planteamiento keynesiano referido a la necesidad circunstancial de socializar la inversión para controlar ciertas partes de la sociedad haciendo uso del incremento de la masa monetaria para inducir un aumento de la demanda efectiva (¡sin llegar a la inflación!) sin que ello implique la desaparición del sector privado, “estructuró” en los últimos 15 años (1999-2015) un “modelo” basado en una expansión infinita del gasto público orientado a incentivar la demanda en sacrificio de la inversión que es la fuente primaria para la creación de riqueza, lo cual se tradujo en una aplicación ineficiente de unos cuantiosos ingresos por un monto superior a los ¡US$ 2 billones! (US$ 2.015.400 millones) de lo cual muy poco o nada se capitalizó y muy por el contrario nuestras reservas internacionales tocaron piso en junio 2015 al situarse en US$ 16.428 millones

De manera complementaria, aunque sucintamente, vale comentar el “desenvolvimiento” de nuestro mercado laboral (fuente de riqueza movida por empresarios y trabajadores) que bajo la gran mentira científica de que hay que proteger al trabajador en contra del capitalismo (¿?)ha venido perdiendo su libertad de funcionamiento ante el creciente intervencionismo gubernamental que ha devenido en un mercado perturbadoramente reglamentado que rigidiza las condiciones laborales, desde la imposición de un salario mínimo superior al valor descontado de la productividad marginal hasta el apuntalamiento de 2 tipos de paro: ( 1) el cataláctico—no se trabaja en razón al facilismo de la transferencia de fondos a través de las Misiones—y (2) el institucional—el gobierno concede privilegios a ciertos sindicatos para que mediante la fuerza impidan que una mayoría de trabajadores acuerden en paz su contratación--.

Finalmente, no puede haber duda alguna sobre la necesidad de combatir la débil existencia de los estratos sociales menos favorecidos, salvo que, en nuestra opinión, se adelante propiciando la igualdad de todos (¿pobreza para todos?); en el entendido que tal igualdad sólo se podría lograr (a menos que se genere riqueza)por la fuerza y hacia abajo afectando la libertad y quitando a los que tienen (¿justicia?).


Economista Jesús Alexis González
@jesusalexis2020


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