Stalin González 28 de junio de 2015
La inseguridad ciudadana, ha convertido
a muchos venezolanos en exiliados sociales en otros países, ha desmovilizado a
las ciudades, ha impregnado de miedo a nuestra población, y nos ha dado los
primeros lugares en el ranking de las ciudades más peligrosas, es hoy por hoy,
un cáncer que está enfermando de forma letal a los venezolanos.
Este problema que junto a la crisis nos
aqueja profundamente, es un fenómeno complejo que tiene su origen en una
variedad de factores económicos, sociales, culturales, familiares,
institucionales. El despliegue de la fuerza pública, en el castigo justo y a
tiempo de los que violan la ley, es un componente necesario, pero dada esta
complejidad no es por sí sólo la solución. La misma es igualmente compleja y
debe involucrar acciones que contemplan incidir en tales factores.
Uno de estos tantos elementos se encuentra
las políticas preventivas para que este fenómeno siga acentuándose y creciendo
en la sociedad venezolana. Esta requiere acciones desde el Estado, planificadas
a corto, mediano y largo plazo, que contemple la protección de personas en
riesgo de incurrir en delitos, políticas sociales que ataquen los problemas de
fondo que provoca la violencia, de manera que la disminución de la violencia
solo es posible con políticas integrales que incluyan la educación, la salud,
el acceso a la justicia, disminución contra la pobreza, etc.)
Las políticas sociales hasta ahora
aplicadas en el país buscan en la sobrevivencia de nuestras poblaciones más
vulnerables, pero no supone la superación de sus condiciones de vulnerabilidad.
De igual manera nuestras políticas de seguridad llega, con mucha suerte a la
concertación de actores públicos, que establecen protocolos de seguridad para
la fiscalización del ciudadano, dejando de lado elementos como, las causas y
las consecuencias de la inseguridad en el país.
El análisis integral, objetivo de este
fenómeno, la posterior planificación multifactorial de la política pública,
puede regresar a nuestras ciudades, las risas y las conversaciones a puerta de
casa, puede traer de vuelta a los familiares que extrañamos y puede sacarnos
del infortunado ranking de países violentos.
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