Por Jesús
Alexis González, 22/06/2015
El
denominado índice Big Mac—precio de
la hamburguesa McDonald’s—es elaborado desde 1986 por la revista británica The
Economist como una guía rápida
aproximada para comparar el costo de
vida entre dos países, con base a una elemental
medición de la paridad del poder de
compra (PPC)al sostener que los tipos de cambio con el tiempo deben ajustarse
para que el precio de una canasta de
bienes sea el mismo en cada país, permitiendo conocer informalmente si una
moneda está sobrevaluada o subvaluada con respecto al US$; o lo que es lo mismo
facilita “comparar” si en efecto en cualquier parte del mundo al cual llevemos
un US$ y lo cambiemos por la moneda local nos permite comprar la misma cantidad
de bienes (“debe” comprar la misma cantidad de bienes en un país que en otro).
A manera de ejemplo, en enero 2015 un big mac costaba en USA 4,79$ mientras que
en Chile costaba 2.100 pesos chilenos a un tipo
de cambio 627,49 pesos/$ reflejando un precio
equivalente de US$ 3,35 con una subvaluación de 30,1% con respecto al
precio USA; según lo cual el tipo de cambio “debía” ser 438,4 pesos/$ en lugar
de los 627,49 del día. En lo que se refiere a Venezuela (junio 2015), y
asumiendo un tipo de cambio de 12
Bs/$ (la mayoría de las operaciones oficiales se efectúan entre Bs6,30 y Bs 12)
para un precio del big mac de Bs 610 el precio
equivalente resultante es US$ 50,8 (610/12), presentando Venezuela uno de
los precios ¡más alto del mundo!,
con una alta sobrevaluación del bolívar y un agobiante costo de vida.
Venezuela
mostró crecimiento económico durante 10 años continuos (2002-2012), apuntalado
por un incremento persistente de la
demanda global impulsada por una política expansionista del gasto público
apoyada en los ingresos petroleros, que al tiempo resultaron insuficientes para
sostener esa “expansión infinita” afianzada
únicamente por el sector externo de la economía, hasta entrar en una contracción del 10% durante 2013-2014 para un
decrecimiento del PIB durante 2014 superior al 4%; siendo que esos 14 años
causaron un efecto demoledor sobre las
reservas internacionales (RI). Es bien conocido, que las RI conforman el ahorro de un país constituido por
recursos monetarios externos (moneda extranjera convertible en US$) que se
pueden disponer de forma inmediata, y su acumulación depende de las actividades
económicas de la Nación que para el caso venezolano emana casi exclusivamente
de las ventas de petróleo al exterior. Dichas RI, tienen como principal
objetivo tanto cubrir “técnicamente”
la base monetaria del país conformando la relación RI/base monetaria (una baja
pronunciada “anuncia” una devaluación),como
financiar desequilibrios de la balanza comercial de la balanza de pagos,
cancelar la deuda externa, al igual queprocurar la estabilidad del poder
adquisitivo de la moneda nacional mediante la influencia sobre el mercado
cambiario; en síntesis las RI son los recursos financieros en divisas con los
cuales se cuenta para responder a los compromisos y enfrentar crisis
potenciales, razón suficiente para inducir el deber de ser de su manejo
atendiendo a tres criterios: seguridad,
liquidez y rentabilidad.
En una
sana economía los países estructuran fondos
anticiclicos para soportar eventos de crisis, mientras que contrariamente Venezuela
lo eliminó bajo la utopía de ingresos petroleros crecientes indefinidamente
(o estables a precio alto) para hacer uso ejecutivo
de los recursos de las RI a la luz de un populismo para inducir una ilusión de
prosperidad en los estratos sociales menos favorecidos de la sociedad; en complemento
a la entrega “descontrolada” por parte de Cadivi durante 2004-2012 de unos US$ 214.000 millones, en complicidad
con la perversidad administrativa de
haber retirado (hasta el 2008) de nuestras RI unos US$ 53.000 millones para ser ejecutados (gastados)
incontrolablemente a través del ente gubernamental Fonden. Es de obviedad
manifiesta, que tal accionar ha contribuido a disminuir las RIal extremo de
contar para junio 2015 con apenas US$
16.428 millones, siendo liquida de ese monto una pequeña cantidad (efectivo
o bonos rápidamente convertibles en US$) ya que el 70% está representado en
barras de oro, otra en derechos
especiales de giro (DEG), por posiciones de reserva en el FMI y por
participaciones en fondos de inversión y capital. Sea propicio señalar, que
nuestro país aprobó recientemente (GOE No 6.155) otra reforma a la Ley del
Banco Central de Venezuela en aras de “contabilizar” (sin la anuencia del FMI)
un aumento de las RI como resultado de (1) sumar los Renminbi—moneda de China que tiene como unidad básica el
Yuan—recibidos a través de los programas de financiamiento desde un país que no ha establecido la libre convertibilidad
de su moneda, lo cual evidentemente implica que ¡no se genera tal aumento
de las RI! y (2) incorporar diamantes y piedras preciosas depositadas en las
bóvedas del BCV. Nos preguntamos: ¿Cuánto
serán nuestras reservas liquidas?Y respondernos implica un acto de
estimación numérica colmado de fantasía, pero de fácil visión práctica: ¡¡no hay dólares en el mercado cambiario!!
Los
agudos problemas de liquidez que viene presentando el país en los últimos años,
a pesar de los billones de dólares recibidos, se ha venido indebidamente
“compensando” asumiendo endeudamiento externo (unos US$ 121.000 millones) y
déficit fiscal en armonía con la compra de deuda a PDVSA por parte del BCV en
un monto superior a los Bs 800.000 millones, que luego ser monetizado mediante
la emisión continua de dinero inorgánico
(no proveniente de la actividad productiva nacional) que se traslada a una despiadada inflación (para 2015 puede
superar el 150%) que termina impulsando una “demanda anticipada” para bienes inexistentes hasta configurar una
especial hiperinflación como consecuencia de un desprecio ciudadano hacia el
bolívar, al tiempo de inducir igualmente el deseo de adquirir divisas que tampoco existen. Ante tal escenario
de falta de liquidez y desequilibrio macroeconómico, el Gobierno Nacional por
la vía del BCV hubo de retirar recientemente unos US$ 1.883 millones en DEG lo
cual refleja, sin duda alguna, un
agotamiento de las reservas liquidas del país, habida cuenta que el DEG no
constituyen una moneda como tal dado que es un activo de reserva internacional
complementario creado por el FMI en 1969 para ser asignados a los países
miembros de acuerdo a sus cuotas, cuyo valor en US$ se determina diariamente
basándose en una cesta de 4 monedas (US$, Euro, Libra Esterlina y Yen japonés)
en el entendido que cada país puede intercambiarlos por monedas de libre uso para ajustar la composición de sus reservas
oficiales. De similar significación en cuanto a la liquidez del país se
refiere, es lo atinente a que PDVSA está (1) negociando con la refinería
privada rusa Rosneft un crédito por US$ 5.000 millones (una parte para
inversiones y otra para funcionamiento de la propia industria); (2) tramitando
con China un crédito de otros US$ 5.000 millones para acumular en los últimos
10 años unos US$ 51.000 millones que se
¡pagan con crudo!; y (3) continua vendiendo sus refinerías y ahora le tocó
a la de Chalmette (USA) por unos escuálidos US$ 322 millones (¡¡así estará la
caja!!). En definitiva, tanto los datos puntuales del 2015 como el rodaje de la
“película” misma contentiva del comportamiento de las RI, nos anticipa una profundización del agujero socio-económico en que se
encuentra Venezuela.
Finalmente, y luego de una docena
de años con controles de precio con implícito congelamiento que ha
propiciado una “deflación encubierta”—caídarelativa
de los precios “congelados” en presencia de una permanente inflación—que se ha
traducido en un deterioro de los precios
relativos que propicia, entre otros males, que al venezolano le sea de mucha dificulta consumir el pabellón
criollo su plato típico con ingredientes (ahora no 100% nativos) como la
carne, las caraotas, el arroz y plátanos, no solo en razón a que escasean los
ingredientes sino que el precio promedio del menú en un restaurante oscila
en Bs 850,00 que representa un 11,5% del salario mínimo mensual (Bs
7.400) que percibe más del 70% de los trabajadores formales, si lo logra comer
un solo miembro de la familia una vez al mes.
Economista Jesús Alexis González
@jesusalexis2020
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