Ángel Oropeza 17 de junio de 2015
@angeloropeza182
Todavía alguna gente desinformada, poco
observadora o refractaria a la realidad, sigue afirmando que en Venezuela nada
está pasando. Al gobierno le encantaría que eso fuese verdad. Pero,
afortunadamente para el país aunque angustiante para nuestros explotadores de
turno, pasa y mucho.
El gobierno siente ya el insoportable
peso del sol a sus espaldas. El malestar en la calle no hace sino crecer, alimentado
por el insulto a la dignidad que significan las colas para conseguir alimentos,
la frustración porque la plata no alcanza, y el azote permanente de la
delincuencia. A lo interno del oficialismo, las fracturas son cada vez más
inocultables. La corrupción se ha disparado ante la anticipación de muchos que
la fiesta está pronto a acabarse. Las encuestas arrojan una ventaja notoria de
la oposición en cuanto a intención de voto, y el deslave de lealtades en el
mundo oficialista corre a paso de vencedores. Para colmo, los indecisos de hace
3 meses en las encuestas se están yendo a la oposición en una proporción de 5 a
1, lo que sigue ampliando la brecha a favor de ésta última.
Frente a este cuadro, y buscando
desesperadamente aferrarse al poder, el gobierno adelanta una agenda que
contiene algunas cosas que esperan que pase y otras que planea hacer.
Comencemos con la primera, y esas cosas que el gobierno espera se refieren
fundamentalmente a equivocaciones de la oposición, como por ejemplo:
1.
Arriesgarse
a ir divididos a las elecciones. Ello simplemente evapora cualquier posibilidad
de triunfo.
2.
Que
se imponga la matriz de opinión que no vale la pena votar porque “todo está
arreglado” y no existen “condiciones democráticas”.
3.
Que
se caiga en el juego de la polarización política entre “oficialistas” y
“opositores”, y se abandone la estrategia de repolarización en torno a lo
social que ha adelantado la oposición.
4.
Que
se pise el peine de la provocación y reaparezca la impaciencia radical, esa que
“no puede esperar”.
5.
Que
las candidaturas de “oposición anti-MUD” logren dividir en algunos circuitos la
votación contraria al gobierno, y permitan que éste triunfe en algunas
circunscripciones claves.
6.
Que
se imponga en la oposición un ambiente de triunfalismo, que haga creer que el
“mandado ya está hecho” y que es inevitable (no importa lo que pase, y así no
se haga el trabajo), que el gobierno pierda la AN.
Mientras tanto, y a la espera de estas
equivocaciones, el gobierno también tiene su agenda se acciones para las
próximas semanas, que es bueno darlas a conocer de antemano para que no generen
ni sorpresa ni desesperanza. Entre ellas están:
1.
Aumentar
la represión y la confrontación. El gobierno sabe que es la única herramienta
de control social que le queda, y a ella va a apostar.
2.
Intentar
hacer creíble la tesis de la “guerra económica”, haciendo aparecer nombres de
“responsables” empresariales y políticos, y así evitar que la población le
cargue la factura de las colas, la escasez y la inflación.
3.
Tratar
de centrar la agenda nacional en una discusión politiquera sobre la defensa de
la patria soberana amenazada por la agresión imperial y sus “cómplices
internos”.
4.
Buscar
por todos los medios desestimular el voto opositor extremando las
irregularidades, los desequilibrios y la corrupción electorales.
Si las estrategias anteriores no dan el
resultado deseado, lo cual es muy temprano de averiguar, y el gobierno percibe
que camina rumbo a una derrota “cantada”, pues intentará otras salidas más
riesgosas y extremas, como “hacer aparecer” una excusa para postergar las
elecciones. El problema es que tal jugada sería no sólo una clara muestra de
debilidad a los ojos de la opinión pública, sino que abriría un escenario
riesgoso, que es el de alguien débil intentando mantenerse en el poder huyendo
del veredicto popular.
Ese costo es tan alto y peligroso que
haría pensable esa decisión sólo en caso de extrema necesidad. Por ello espera
y confía que, antes de eso, funcione su estrategia de pobre poderoso
desesperado.
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