CLAUDIO NAZOA 15 de junio de 2015
@claudionazoa
Algunas de mis amadas mujeres me han
montado los cachos y me han maleteado. He perdido casi todo: 2 apartamentos, 9
neveras y 14 televisores. Sin embargo, no me hundo. Comienzo de cero y me vuelvo
a enamorar.
Con este gobierno también debemos
empezar de cero.
Somos como la tripulación y los
pasajeros del Titanic, incluyendo al trombonista que tocó el día de la
tragedia.
Mientras el Titanic se hundía, este
músico, junto con sus compañeros, tocaba alegres canciones. Aterrorizados,
algunos soltaron los instrumentos y se lanzaron al agua. Pero el del trombón,
no. Cuando llegó el momento inevitable, se lanzó y la maleta del trombón flotó,
salvándolo.
No me gusta este gobierno, entre otras
cosas, porque ha desmejorado nuestra vida. La vida es una casualidad tan
increíble, que tenemos derecho de vivirla y de la mejor manera.
Recordemos que algún día fuimos 400
millones de espermatozoides y un óvulo viviendo en 2 personas que seguramente
ni se conocían. La vida es una sola y muy cortica, y tiene sentido en la medida
que podamos ser felices.
La felicidad colectiva depende de la
felicidad individual, del cariño que nos dieron nuestros padres cuando éramos
niños. La felicidad, en sí misma, es una paradoja, es etérea, es invisible y,
como la libertad, se concientiza solo cuando no se tiene.
El fenómeno Chávez-Maduro no es nuevo.
Han existido muchos casos en la historia, pero, a la larga, ninguno tuvo éxito.
Lo malo es que sus errores y maldades atrasan, destruyen y hacen sufrir a
detractores y a seguidores.
No estamos luchando contra un gobierno.
Lo hacemos contra un sistema económico, social y político anacrónico, fracasado
e incoherente que nos impide ser felices. Muchos nacimos de padres que crecieron
en barrios como El Guarataro. No importa dónde hayamos nacido, lo importante es
no dejarnos vencer. ¡Así es la vida! No podemos ceder ni un milímetro en
nuestro afán individual de progresar y ser felices.
Soy rico y muy feliz, lo que no tengo es
dinero. Ser rico es muy bueno y ser pobre no impide ser feliz.
Creo en la salida electoral y
democrática. No podemos continuar permitiendo que estos dementes terminen con
lo poco que queda de país. Nuestras instituciones se han desmoronando ante
nuestros ojos. Ya casi no queda nada que destruir.
El capitán está asustado. Divisa un
iceberg llamado voto que irremediablemente hundirá este barco socialista.
Seamos el iceberg y el optimista
trombonista del Titanic a la vez.
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