Damián Prat C.
Es muy llamativo, pero los
jerarcas de la camarilla gobernante ahora parecen estar dedicados a otra
forma de tratar de meter miedo. ¡Son ellos los que amenazan a su gente con
quitarle beneficios! Ya les cuento. Además de seguir con el cuento chino (y
chimbo) de que “si perdemos nos van a quitar los logros sociales”,
que solo esconde su verdadero miedo: que perdiendo las elecciones
parlamentarias no van a poder seguir con la corrupción desbocada y la
impunidad. Es decir, cuando ellos hablan de no perder los logros
sociales en lo que en realidad están pensando es en no perder sus
privilegios y prebendas y en especial la impunidad total para hacer lo que
les da la gana.
Los aterra perder el control total de la AN. Ese control de
silencio, complicidades e impunidad que les permite que jamás se investiguen la
corrupción y las irregularidades aunque se presenten las pruebas más evidentes
y completas.
Ese miedo a tener que rendir
cuentas, a que los ministros y altos funcionarios puedan ser interpelados -como
ordena la Constitución- y deban responder por los recursos desviados, las obras
no ejecutadas, los desastres cometidos, la ruina de las industrias estatales.
Para que se vean obligados a rendir cuentas al pueblo. Ese terror, más que
miedo, a que se apruebe una Ley de Transparencia en el acceso a la información
por el país. A que se abran las gavetas donde esconden los contratos de
endeudamiento o los convenios con poderosas transnacionales. Eso los lleva a
tanta desesperación y a la pretensión de sembrar miedo en el país. Están
desesperados por evitar la avalancha de votos y de cambio.
En los días y horas recientes nos
llegan numerosas denuncias de quienes podríamos definir como chavistas
arr…, gente que puso sus esperanzas en el proceso pero cuya decepción
y disgusto los ha llevado a romper con el maduro-cabellismo al que muchos señalan
como traición a las esperanzas que tuvieron. Muchos de estos
denunciantes son los activistas de las UBCh, en las zonas populares de Ciudad
Guayana, cuya rebeldía más visible es que están desmovilizados, no están
haciendo campaña ni van a votar “por los candidatos de Maduro y Rangel”. Otros
son trabajadores de las industrias, que ya no se calan más cuentos viendo sus
empresas destrozadas, carcomidas por la corrupción y con los derechos laborales
pisoteados.
Denuncian, indignados, que
“ahora las amenazas son contra nosotros y contra nuestra gente de las
comunidades”, es decir, son los jerarcas de la camarilla gobernante los que los
amenazan con que “los vamos a sacar de la lista de los que podrían tener
derecho a vivienda” si no se activan como movilizadores e incluso “si perdemos
las elecciones en el sector donde residen”. Las amenazas
de quitarles también incluyen algunos de los escasos programas
sociales que aún existen. Eso me explican. Denuncian que en visitas de al menos
dos de los candidatos que han sido altos funcionarios hasta hace pocos días, a
grupos en varios sectores les advierten y amenazan. También hablan de una
reunión a la que fueron citados por el gobernador y algunos de sus altos
funcionarios. A los más cercanos al alcalde López los amenazan con sentencias
largas de cárcel para él si no se arrodillan. Y así. Tan desesperados están que
recurren a esas brutales amenazas que, por cierto, no podrán cumplir.
Los derrotados no
tendrán cómo aplicar indignas e inescrupulosas represalias. Van a ir
perdiendo el poder poco a poco. Y estarán muy ocupados escondiendo
marramuncias. O tratando de esconderlas. Huyendo. Que nadie tema. La mejor
garantía para el pueblo chavista descontento es el cambio con la Unidad. Es una
nueva Asamblea Nacional que ponga freno a los atropellos. Y que garantice, como
sucederá, los derechos y conquistas sociales sin que el pueblo sea humillado ni
doblegado como ocurre hoy. Nunca más nadie será condicionado a ser dependiente.
La dignidad no se negocia. El miedo es de los mega-corruptos. Todos pueden
votar tranquilos que el voto es secreto. Es la hora del cambio.
30-11-15
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico