Por Félix Seijas Rodríguez
Puede que usted piense que
existen muchas razones para no votar este domingo. Solo que todas ellas carecen
de fundamento. Hablemos de las tres más extendidas entre la población.
El voto no es secreto
Este mito nace en la elección
parlamentaria de 2005. En una auditoría realizada en Filas de Mariche, algunos
técnicos de la oposición denunciaron que el sistema conectado a la captahuellas
generaba un archivo que permitía reconstruir la secuencia de votación y, por lo
tanto, conocer por quién votó cada elector. El CNE brindó sus explicaciones de
por qué aquello no era posible, y para acabar con el debate, decidió al final
eliminar el uso del captahuellas. Pero la oposición insistió en utilizar lo de
Mariche como parte de sus argumentos para retirarse de la contienda. Para aquel
momento, el vergonzoso episodio de la llamada “Lista Tascón” estaba muy
reciente en la memoria de los venezolanos, por lo cual resultó natural que las
personas asociaran una cosa con la otra y entonces naciera el miedo a las
consecuencias que podría originar la supuesta vulnerabilidad del secreto del
voto.
Pues la buena noticia es que
el voto siempre ha sido secreto. Y lo será el próximo domingo. Durante todos
los eventos electorales automatizados que se ha llevado a cabo en el país,
expertos de las diferentes toldas políticas han auditado el sistema asegurando
la inviolabilidad del secreto al votar. ¿No le bastan estos testimonios?
Entonces solo recuerde el audio que corrió recientemente por las redes
sociales, en el que un alto gerente del Gobierno les pide a sus empleados que
tomen fotos con el celular al momento de votar, para así probar que lo hicieron
por la Revolución. Ese señor estaba confesando que no tenía ninguna otra manera
de saberlo.
El CNE cambia los resultados a
su antojo
Este mito es tan solo un año
más antiguo que el del secreto del voto. Su origen podemos fijarlo en la
fatídica madrugada del 16 de agosto de 2004, cuando los dirigentes opositores
de la llamada Coordinadora Democrática, liderada por Enrique Mendoza,
calificaron de fraudulentos los resultados del Referendo Revocatorio que
ratificaba a Hugo Chávez como Presidente del País. Esa actitud irresponsable de
aquellos líderes instaló en el imaginario de la gente que manipular resultados
electorales era una práctica sencilla de operar. Nada más falso. Para aquel
momento todos los estudios de investigación previos al evento, así como los
exit poll de las empresas serias, demostraban que la realidad era otra: el
oficialismo era mayoría. Y lo fue hasta hace año y medio. ¿No cree en los
estudios de investigación? No hay problema. Revise entonces un poco de historia
y encontrará que en el mundo, todos los procesos electorales en los cuales se
ha incurrido en fraude, han marcado el principio del fin de los Gobiernos que
se atrevieron a tal fechoría.
Y es que cambiar un resultado
no es cosa fácil, más aún cuando hay una clara mayoría. Existen cantidades de
mecanismos para supervisar el proceso de conteo y transmisión de datos. ¿Que
con esto quiero decir que no hay posibilidad de trampa? No es lo que afirmo.
Estoy consciente del país en el que vivimos y de la situación actual de
nuestras condiciones electorales. Sin embargo, de existir la trampa, esta se
hace antes de presionar el botón. Luego de pulsado, tenga usted la seguridad de
que su voluntad será contabilizada.
¿Recuerda las dudas que se
suscitaron en los comicios presidenciales de 2013? Aun hay personas que
consideran que en aquel momento hubo trampa. Sin embargo, lo que pocos manejan
es el hecho de que el reclamo de la dirigencia opositora se basaba en la
negativa del CNE para revisar los cuadernos de votación, y realizar la
auditoría a las incidencias de la autenticación biométrica que corroborara que
quienes aparecían como votantes, realmente se habían presentado en la mesa
correspondiente. En ningún momento se habló de que el CNE hubiese cambiado el
conteo de los votos pulsados. La acusación consistía en que se habían “añadido”
votos de electores que no habían ido a votar.
La buena noticia en esta
ocasión es que existe un nuevo protocolo, acordado previamente por las partes,
para realizar esta auditoría. Si aún así le molesta que el día de la elección
alguien pueda hacer semejante trampa, le cuento que la solución la tiene usted
mismo. Vaya a votar para que no quede un “hueco” en el cuaderno que otro pueda
llenar.
Para qué votar si todos los
políticos son iguales
Definitivamente, no todos son
iguales. Pero sin entrar en tal discusión, aquí no se trata de si me caen bien
o no. Se trata de que ya tenemos muestras suficientes de que la política afecta
nuestras vidas, por lo que no podemos permanecer al margen de ella. Hay que
participar. Y aunque el voto en Venezuela no es obligatorio, todos debemos
saber que constituye un derecho que hay que ejercer porque, particularmente en
estos tiempos, se trata de un acto de responsabilidad.
Termino estas líneas con lo
siguiente. El voto es secreto y no existe sistema que pueda tapar una mayoría
sólida en un proceso electoral. No votar es contribuir a que tal mayoría no se
haga efectiva en las urnas. Recuerde que una elección no necesariamente la gana
quien tiene mayor intención de votos, sino quien registra la mayor cantidad de
votos efectivos.
Todos a votar.
04-12-15
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