Por Andréa Hernández
Una de las peores consecuencias
de la crisis que el gobierno quiere ocultar son las colas. Pero no las colas
normales de 10, 15 minutos mientras el cajero atiende a la señora que
no consigue su tarjeta de crédito, sino las colas que comienzan a gestarse
desde las primeras horas de la madrugada para adquirir los
codiciados bienes básicos.
El vocabulario del
venezolano se ha visto invadido por tres palabras, que al final son dos: colas
y productos regulados. La repetición es tan infinita en una sola
conversación, que ya no sorprende ni al más impresionable. Tampoco sorprende
que muchos hacen fila sin siquiera saber cuál es el contenido del camión que se
estacionó frente al abasto, el auto mercado o el Bicentenario.
El Estímulo hizo un
recorrido el 20 de mayo que comenzó en el este de la ciudad y terminó en el
oeste. Sobraban los trasnochados que durmieron con un ojo abierto mientras
cuidaban su puesto. La mitad salieron de los comercios con un brillo en el
rostro que sus ojeras no pudieron opacar, pero la otra mitad insultaba hasta a
la madre de Chávez cuando dejaron el establecimiento con las manos vacías.
Bajo cada foto de la cola,
se encuentra el o los productos regulados que ese día se hallaban en ese sitio:
5 horas y media en cola y
contando. A las 7:30 de la mañana una pequeña multitud envolvía el Gama Express
de San Bernardino en la avenida Vollmer. Esperaban 1 kilo de pasta por persona
y estaban allí desde las 2 de la mañana
Casi 5 horas en cola y
contando. Cientos de personas esperaban su respectivo kilo de harina
blanca a las 7:50 de la mañana el abasto Bicentenario detrás de la plaza
La Concordia en el centro de la capital. Los primeros de la fila se acercaron a
las 3 de la mañana
3 horas en cola y
contando. En el oeste de la ciudad, el automercado Supremo de la avenida
Páez todavía no había abierto a las 8 am, pero muchos esperaban desde las 5 de
la mañana afeitadoras y jabón líquido
6 horas en cola y
contando. A las 8:10 am, todavía no sabían qué traía el camión que se
estacionó frente al centro comercial Multiplaza Paraíso a las 2 de la madrugada
6 horas en cola y
contando. Temprano en la mañana saquearon un camión que transportaba
Harina P.A.N. en las cercanías del Central Madeirense de Catia. No obstante,
algunos esperanzados aguardaban en la cola bajo el sol a las 8:50 am
6 horas y media en cola y
contando. Desde las 3 de la madrugada esperaban su paquete con avena,
aceite y mayonesa en el Plan Suárez de La Urbina. A las 9:36 de la mañana los
buhoneros ofrecían café a los compradores
3 horas en cola y
contando. Esta era una de las colas más jóvenes a las 9:54 am. Se
congregaron desde las 7 am cuando corrió la voz de que en el mercado de los
chinos en Palo Verde había arroz
8 horas en cola y
contando. Una multitud se revolvía frente al Unicentro el Marqués a las
10:08 de la mañana porque estaban allí desde las 2 de la madrugada y todavía no
les habían permitido entrar al automercado a comprar Harina P.A.N., jabón
líquido, salsa de tomate y mayonesa. “Llegó alguito, pero mira la matasón”,
lamentó una señora
Para los que viven de hacer
colas y revenden los productos regulados, este es un estilo de vida. Sin
embargo, los pequeños triunfos de conseguir esos bienes básicos cada vez
escasean más porque cada vez hay menos. Y si así es para los “bachaqueros”,
¿cómo será para el comprador normal y silvestre?
31-05-16
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