Por Daniel J. Santolo V.
Debiera ser fácil dar
respuesta a esta pregunta, pero no lo es. Atravesamos una crisis estructural,
donde vemos que nuestro tejido social se deshilacha, la violencia hace de las
suyas, y no solo la violencia delincuencial, ya que nuestros hogares más
pobres se ven envueltos en violencia de género, el maltrato y explotación
infantil, embarazo precoz, deserción escolar, y todo esto en medio de una
crisis económica que se vuelve existencial. La pobreza es nuevamente tocada por
el hambre, somos testigos como han vuelto los niños a las calles a pedir
alimento, la indigencia es un cuadro dantesco frente a nuestros ojos, ya no hay
sitio donde no te topes de frente con la miseria.
Frente esta realidad, nos
encontramos con millones de venezolanos que luchan día a día para superar la
crisis, o por lo menos para sobrellevarla. Vemos a diario como miles salen a
las calles en busca de lograr su subsistencia, ya la formalidad del trabajo
pasó a la historia, hoy es más provechoso dedicarse a la informalidad que
buscar un empleo formal, el rebusque es más rentable. Nuevos fenómenos sociales
en el trabajo se desprenden de la crisis económica, ya nadie quiere un empleo
de salario mínimo, ser moto taxista, vendedor ambulante, o lo nuevo, ser
“bachaquero” es una realidad económica que deja más ganancias que estar en una
oficina, o en una fábrica ocho horas diarias.
Como podemos ver la crisis
ha tocado nuestra estructura social primaria, mostrándonos una realidad
extremadamente compleja. Y esto en parte como consecuencia de que tenemos más
de cuarenta años arrastrando un conflicto social y político, que pareciera no
tener fin, y peor aún, en estos últimos años de lo que se ha dado por llamar
“el proceso revolucionario”, se ha exacerbado, los que ahora gobiernan se han
planteado una batalla épica en aras de un supuesto socialismo que pretendió
reivindicar a los pobres, pero a su vez lo que ha logrado es generar mayor
pobreza.
Bajo este escenario debemos
preguntarnos ¿Quién gobierna? O si ciertamente hay gobierno. Pareciera que el
país se mueve por inercia, el problema es que esa inercia nos hunde cada día
más en la crisis, no hay posibilidad de que quienes están en la actualidad en
las instancias de poder detengan este tren que pareciera nos lleva a destinos
inciertos y nada alentadores. Pero también es una realidad que quienes aspiran
tomar las riendas del país deben entender que solos no podrán detener la
catástrofe que se dibuja en un futuro no muy lejano, pareciera que nos
acercamos aceleradamente a una confrontación, y la única forma de evitarla es
encontrar la posibilidad de un acuerdo de gobernabilidad, que estructure un
plan de emergencia nacional que atienda algunos puntos básicos para detener la
caída, y lograr estabilizar al país a corto y mediano plazo, para poder
encausarlo hacia un desarrollo sustentable que genere un verdadero
bienestar, y la única forma de lograr esto es con un gran acuerdo nacional, que
incluya a todos, sí a todos, sin exclusiones mezquinas, ya es hora de pensar en
el país en su totalidad, no en una parte, es imposible superar nuestra tragedia
si no entendemos que debemos llegar a acuerdos mediante el diálogo, dejando a
un lado el revanchismo, los deseos de venganza, el cobro de facturas, ya
nuestro país ha pagado con creces este desastre en el que nos encontramos
inmerso, no debemos dejar que una espiral de violencia se desate, es hora de
discutir en serio un Gobierno de Unidad Nacional, el tiempo se nos agota.
31-05-16
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