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martes, 7 de junio de 2016

El Dr.Jorge Rodríguez y Mr. Hyde


Por Alejandro Santana


Todo lo que a usted puede hacerle falta está en el hogar de Jorge Rodríguez: Harina Pan, dinero, aceite (de todas las marcas), papel tualé para regalar, buenos carros, etc., etc. También tiene una casa espectacular que en realidad es una especie de mansión ubicada, por supuesto, en el Municipio Libertador (en una calle donde viven los ricos y famosos). Esto lo sabe mucha gente porque Venezuela cada vez se pone más chiquita, Caracas es una metra, todo se sabe. Las colinas miran a los cerros y viceversa, estamos cerca, nos miramos a los ojos.

Los escoltas armadísimos y las camionetotas blindadas forman parte del imaginario de todo chavista medianamente poderoso, pero Jorge no se conforma con superficialidades, es un hombre sofisticado. Va más allá del sueño boliburgués. Por ejemplo, al caminar por la mansión del socialista doctor, uno puede conseguirse a un tipo medio raro en la cocina, un sujeto con actitud relajada. Se trata del chef personal de Mr. Hyde.Pues Jorge come bien, muy bien, y tiene de todo en la despensa sin hacer colas humillantes.


No conozco personalmente a Jorge Rodríguez, pero desde que supe de él me pareció un personaje interesante. Somos casi contemporáneos –me lleva dos años- tenemos -o tuvimos- amigos comunes, se hizo figura pública, y a pesar de que compartíamos poca ideología, lo consideré un tipo con cancha, inteligente.

Conozco la historia mitológica de la muerte de su padre en 1976. El papá de Jorge fue líder y fundador de un partido político pequeñito y aguerrido, La Liga Socialista, que participó, junto con otras organizaciones de ultra izquierda, en el secuestro de un alto ejecutivo gringo para dar un golpe propagandístico. La jugada se le fue de las manos a todo el mundo y el secuestro de William Frank Niehous, jefe supremo de la empresa Owen Illinois en Venezuela y presunto agente de la CIA, se convirtió en el suceso mediático de mediados de los años setenta en el país. Tres años y medio estuvo el gringo en manos de la Liga y sus aliados. El balance fue desastroso para todos. La extrema izquierda –la oposición del momento, armada y clandestina-  y el gobierno -pseudo democrático y torpe-  quedaron muy mal parados, muchos presos, muchos muertos, entre ellos el papá de Jorge, asesinado a golpes por la Disip (que ahora es el Sebin), la policía política de Carlos Andrés Pérez. Octavio Lepage, el ministro de Relaciones Interiores del momento, declaró que Jorge Rodríguez (padre) había fallecido de muerte natural, la izquierda venezolana le dio la razón, declarando que después de semejante golpiza era natural que cualquiera se muriera. Jorge tenía en ese momento once años.  ¿Cuán traumática habrá sido para ese muchachito la muerte de su padre en esas circunstancias?

Fue un excelente estudiante de medicina en la Universidad Central de Venezuela. Es psiquiatra, se graduó con honores y de paso fue dirigente estudiantil y presidente de la Federación de Centros de Universitarios de la UCV. Sus compañeros lo recuerdan como una persona brillante. El chavismo le cayó como anillo al dedo, por fin triunfaba la revolución redentora… ¿tal vez vengadora?

Jorge sabe hablar bien. José Ignacio Cabrujas escribió un magnífico artículo en 1991 en el que al final dejaba caer esta perlita: Quien habla bien, en un país de iletrados, conserva el poder, puesto que domina el lenguaje del poder. Quien habla bien asusta.Agrego yo que el que sabe hablar tiene que saber pensar y Jorge, además,  también sabe escribir, ganó el concurso de cuentos del diario El Nacional en 1998.

Hace muchos años, al comienzo de la era chavista, me lo conseguí en Punta Arenas, la playa que está en el extremo occidental de la península de Macanao en la isla de Margarita, bebiendo whisky, despreocupado con unos panas, en traje de baño, nadie le hacía demasiado caso, no era famoso aún, no imaginábamos el tamaño del desastre en el que el chavismo y Jorge nos estaban metiendo.

Ha ascendido en el escalafón del poder: vicepresidente de la República, director del Consejo Nacional Electoral, alcalde de la capital, pero entonces uno observa su trayectoria, analiza su desempeño y surgen más preguntas: ¿De dónde saca los reales para vivir como un príncipe? ¿Es la carrera política tan provechosa? ¿Gana tanto un alcalde?

Delcy, la hermana canciller, vuela alto igual que él, la política corre por las venas de la familia, el gusto por el lujo y la buena vida también. Por algo vive en un comunistoide penthouse de dos pisos en la parte alta de Altamira, en la frontera con Los palos Grandes. Las preguntas se multiplican: ¿Quién paga tanta calidad de vida para los líderes más socialistas del momento?

Jorge es el súper vocero gubernamental, se le encargan las labores escabrosas, las más delicadas, es el manipulador del lenguaje y las mentes, destila cinismo, todos saben que no dice la verdad, él también lo sabe, ¿cuántas personalidades habitan la mente privilegiada del Dr. Rodríguez? El niño huérfano y traumatizado, el médico abnegado y eficiente, el político manipulador y torcido, el intelectual elocuente, el hombre de mundo, el vividor… cuántas preguntas sin respuesta. De paso, o sea, además, Jorge es dueño de una casota espectacular en los Ranchos de Chana, donde sólo tienen casa la rancia oligarquía venezolana y los súper enchufados. ¿Quién la paga?

Pareciera que el Dr.  Rodríguezes capaz de cambiar tranquilamente de personalidad con la misma facilidad con la que cambia de cachucha. Su pensamiento es complejo, en su cerebro conviven en armonía las contradicciones, pero ¿cuánta gente distinta puede vivir en una sola mente por más amplia que esta sea?

Jorge es un hombre rico que detesta a la burguesía. Es un médico hábil formado en la UCV y es, al mismo tiempo, artífice de la destrucción de la academia y el empobrecimiento de los profesores que le dieron clases. Es un político brillante que se pone a las órdenes del totalitarismo y la anti política. Es un intelectual que sirve a la estupidez y la ignorancia. Es un hombre de mundo atrapado en el minúsculo ámbito de la adulación… ¿Siguen siendo amigos de Jorge los panas que bebían whisky con él en la playa hace quince años? ¿Quién vivirá en su palacio de La Alta Florida dentro de una generación?

Venezuela no está sana, es una enferma mental, los venezolanos vivimos bajo constante presión. Los obstáculos, la incertidumbre y el miedo nos ahogan, nos quiebran los nervios, nos nublan el horizonte. Pero lo peor es que como contraparte a los problemas no tenemos expectativas, que son las que mueven las voluntades y alimentan el juicio. Vivimos en un país mentalmente desequilibrado. Si en el país de los ciegos el tuerto es rey, debe ser verdad que en el país de los locos el medianamente cuerdo, el menos loco, ¿el psiquiatra?, puede ser jefe y líder, prócer de la revolución. Sin embargo no hay nervios que aguanten tensión infinita, por más que sean de acero. Jorge también está bajo presión y las preguntas se acumulan: ¿qué piensa realmente Jorge Rodríguez?

Quizás supone que puede convencernos, apuesta a que somos manipulables. ¿No se mira al espejo? ¿Cree en sus propias mentiras?

Habrá que esperar por las respuestas, pero mientras tanto las interrogantes apremian.

¿A qué juega? ¿Qué busca? ¿En qué cree? ¿Qué siente?

¿Habrá perdido la razón el Dr. Rodríguez?

¿Se estará volviendo loco el psiquiatra?

¿Será que ya se volvió?


06-06-16




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