Por Alberto Lovera
La camarilla gobernante
sigue en un ruta suicida ignorando los datos contundentes de la realidad.
Actúan como si nuestro país se hubiera detenido en los cada vez más lejanos
años donde contaban con el favor popular y una plétora de recursos que
derrocharon.
El problema no es que se
empeñen en inmolarse como opción política, lo grave es que en esa operación
para tratar de perpetuarse en el poder a cualquier precio parece no importarle
sacrificar al pueblo venezolano, sometiéndolo a enormes penurias con tal no
desdecirse de su modelo que no puede esconder su fracaso.
Actúan como si las
innumerables unidades productivas que confiscaron no se encontraran en estado
ruinoso, muy lejos de lo que prometieron, mientras siguen acosando a los
emprendedores particulares.
Buscan culpar a quienes se
empeñan en seguir ofreciendo bienes y servicios, a pesar del entorno adverso,
en vez de tenderles la mano, con lo cual agravan la situación de escasez.
Se niegan a aceptar que la
crisis que estamos sufriendo ha sido el resultado de sus políticas, buscando
achacarla a otros, lo cual cada vez menos le creen.
Como si no hubieran estado
en el poder por largos años, quieren evadir que la inflación, la escasez, la
ampliación de la pobreza, la inseguridad, la precariedad de la salud, son su
responsabilidad.
Cuando todos estos signos de
deterioro de la vida nacional se manifiestan y la cúpula gobernante no puede
revertirlos, es el momento de apelar al pueblo soberano. Tenemos un instrumento
constitucional y estamos en los tiempos para activarlo. Ante la crisis
nacional, si el gobierno no cambia, hay que cambiar el gobierno, haciendo uso
de los instrumentos constitucionales, pacíficos y electorales de que
disponemos.
Nuestro país está en estado
de turbulencia y de estallido social por la caída abrupta de nuestra calidad de
vida y la incompetencia de la cúpula gobernante de emprender un cambio de rumbo
indispensable. Es el momento de apelar a los mecanismos constitucionales para
darle un rumbo pacífico a esta encrucijada.
Si la camarilla que detenta
un poder cada vez más desgastado no entiende que tiene que someterse al
veredicto popular, nos arriesgamos a eventos insospechados y de alto costo
social.
Ojalá entiendan que el poder
que aún detentan en los órganos del poder público que siguen sus directrices ya
no son suficientes para perpetuarse. Que si creen que tienen quienes los
apoyen, que se sometan al veredicto popular. Lo contrario es arriesgar la
convivencia de los venezolanos en paz.
No se engañen, como si nada
hubiera pasado. Tuvieron el favor popular y lo perdieron. Muchos años el poder,
pero ahora les toca someterse de nuevo a su veredicto. Sométanse a él pero sin
trampas y triquiñuelas. Que le pueblo decida.
17-06-16
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