Por Nelson Freitez
Venezuela viene experimentando
una grave afectación de sus formas de relación social y convivencia, lo cual se
viene evidenciando en altos niveles de delincuencia social, saqueos,
linchamientos y otro conjunto de hechos cotidianos que muestran elevadas dosis
de conflictividad y violencia. En la medida en que la crisis de la sociedad
venezolana se ha generalizado, se multiplica la resolución de conflictos por
vías violentas o individualistas, afectando tradicionales formas de relación
social construidas históricamente que nos habían convertido en una nación
relativamente cohesionada y con bajos grados de violencia social y política en el
siglo XX.
Esta afectación de tejidos
sociales denominada por sacerdotes de la Compañía de Jesús "Daño
Antropológico", generada en procesos ya de décadas, requiere ser examinada
bajo una mirada histórica y considerando factores socioecónomicos, sociopolíticos
y culturales. La identificación apropiada de la interrelación de tales
elementos nos permitirá comprender su complejidad y emprender iniciativas
orientadas a la reconstrucción de tales Tejidos, colocando en su justa
ubicación a los factores políticos y al desencadenamiento patológico de esta
fase terminal de la crisis, expresión máxima del ´daño antropológico´ que nos
viene lacerando.
Dado que esta afectación
actual de nuestros tejidos sociales se generó históricamente es necesario
tratar de comprenderla trascendiendo el actual clima de elevada confrontación
política, represión militar y deterioro institucional, para explicarla como la
metástasis de una posible ´fase terminal´ de un modelo de coexistencia social
basado en un reparto desigual, delictual y clientelar de la riqueza petrolera.
De igual forma, tal como la
actual fractura en desarrollo de nuestros tejidos sociales debe comprenderse
como proceso histórico, su reconstrucción, aún en fase muy embrionaria, debe
entenderse como proceso con sus primeras expresiones bajo el fragor de la
severa crisis actual.
Las redes informales para
buscar e intercambiar medicamentos, las múltiples iniciativas comunitarias de
“ollas comunitarias” o “comedores solidarios”, el intercambio informal entre
vecinos de alimentos, los “cascos verdes” voluntarios para atender a
manifestantes heridos, la red de médicos y clínicas que atienden e intervienen
a personas abaleadas, los grupos de voluntarios que recolectan y preparan
alimentos para manifestantes en “resistencia”, son algunas de las actuales
manifestaciones de una posible reconstrucción de tejidos de relación social
acicateada por la tempestad de violencia y escasez que nos agobia.
Pareciera que estamos
fraguando nuevas relaciones humanas al fragor del colapso del rentismo y de la
urgencia de necesidades básicas que reclaman nuestro reencuentro humano y
solidaridad social. Apenas es el comienzo de un nuevo inicio de los “hijos de
la quimera” como bien nos identificó el poeta Eugenio Montejo.
nefreitez@yahoo.es
30-06-17
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico