Por Henrique Capriles
Lo que Maduro y sus enchufados
celebraron como una victoria en la OEA, no es más que una alegría de tísico,
una simple alegría efímera e irreal producto de un acto de extrema injusticia,
porque aún siendo minoría en el organismo operan apunta de favores contra todo
un pueblo que clama el apoyo internacional, no porque los venezolanos no seamos
capaces de resolver nuestros problemas, sino porque el mundo no puede seguir
siendo complaciente ante regímenes totalitarios y violadores de derechos
humanos.
Les voy a contar de manera muy
sencilla por qué digo esto… Los países presentes en la votación a cargo de los
cancilleres suman más de 930 millones de habitantes. Quienes respaldan la lucha
del pueblo venezolano (20) representan 867 millones de habitantes, los que
votaron en contra y apoyaron al gobierno de Maduro (5) suman un poco más de 17
millones de habitantes, mientras que los abstencionistas, que fueron 8,
representan a 44 millones de personas.
Proporcionalmente hablando, el
6,5% del continente decidió sobre el 93,4%. Así como oyen, porque el primer
porcentaje representa el número de habitantes de los países que votaron en
contra o se abstuvieron para que la OEA aprobara resolución contra la
constituyente de Maduro, y el segundo es la suma de las personas que viven en los
países que reconocen abiertamente que en nuestra Venezuela se rompió el orden
constitucional.
Siendo más directos… un grupo
de islas del Caribe decidió silenciar su voz y ser cómplice de una narco cúpula
corrupta que intenta poner de rodillas a 30 millones de venezolanos que
exigimos respeto a nuestros derechos. La pregunta que nos hacemos es: ¿a cambio
de qué?
Mientras tanto, el grupito
nefasto que pretende perpetuarse en el poder, sigue adelante en sus
pretensiones de disolver la República a través del fraude constituyente. Así
que estamos en conteo regresivo, resistiendo en la calle, ante una cruenta
represión que con el paso de los días sigue llevándose la vida de nuestros
jóvenes con sus balas, perdigones, metras, bombas lacrimógenas, etc.
Al estilo de los genocidas más
famosos de la historia mundial, Nicolás Maduro ha dado instrucciones para que
se practiquen un sinfín de violaciones a los derechos humanos de quienes han
sido detenidos por el régimen. Se han multiplicado exponencialmente las
denuncias sobre torturas, descargas eléctricas, golpes, personas abusadas
sexualmente y bombas lacrimógenas arrojadas dentro de cuartos cerrados con la
intención de asfixiar. Una vez más debemos recordar a quienes cometen estas
atrocidades que estos actos representan crímenes de lesa humanidad que no
prescriben.
Todos los funcionarios de la
GNB, PNB, Conas, que están cumpliendo órdenes y desarrollando estos actos
despreciables, deberían leerse el artículo 29 de nuestra Constitución, el cual
reza textualmente: “El Estado estará obligado a investigar y sancionar
legalmente los delitos contra los derechos humanos cometidos por sus
autoridades. Las acciones para sancionar los delitos de lesa humanidad,
violaciones graves de los derechos humanos y los crímenes de guerra son
imprescriptibles. Las violaciones de derechos humanos y los delitos de lesa
humanidad serán investigados y juzgados por los tribunales ordinarios. Dichos
delitos quedan excluidos de los beneficios que puedan conllevar su impunidad,
incluidos el indulto y la amnistía”. Pero además es conveniente que consulten
el Estatuto de Roma y las recomendaciones de la Corte Penal Internacional.
El costo de la represión lo
cargará en las espaldas la FANB que, repetimos, actualmente es la institución
(según los sondeos de opinión) más desprestigiada de todo el país. Una vez más
le decimos a la familia militar que están a tiempo de enmendar su papel ante la
historia de nuestra Venezuela. Es lamentable que una institución tan querida
por los venezolanos como lo fue, esté manchada hoy de sangre inocente solo por
la ambición de un grupito de personas que no quieren dejar el poder porque para
ellos significaría perder todos sus privilegios. ¿Hasta donde están dipuestos a
manchar su honor los uniformados por la ambición de otros?
Sabemos que la Fuerza Armada
Nacional tiene un rol fundamental en este proceso que estamos viviendo. Hay
divisiones internas y llegó el momento de exigirle con firmeza a Nicolás Maduro
que detenga la locura del fraude constituyente, más aún tras los recientes
cambios hechos en la GNB, que lejos de corregir la actitud represiva cobarde,
indican que se desplegará con más saña contra un pueblo que decidió aferrarse a
la Constitución para recuperar su democracia y su libertad.
Quien estará a partir de ahora
al frente de la comandancia de la Guardia, Sergio Rivero Marcano, fue jefe de
la REDI oriental y está muy ligado a los paramilitares. También fue comandante
de la Guardia del Pueblo y está vinculado a la llamada masacre de Barrio
Kennedy.
Este gobierno, conformado por
un grupo minúsculo de corruptos y narcotraficantes, está profundamente
debilitado, ya que cuenta con el rechazo casi unánime del país, se esconde tras
las togas de la inconstitucionalidad y se propone acabar con todo aquel que se
le oponga. A ellos no les importa el país, ni la paz ni el futuro. Solo
pretenden avanzar a sangre y fuego y gobernar sobre las cenizas de las
instituciones y el cadáver de la democracia.
Ante esto no nos queda otra
que mantenernos más firmes que nunca en nuestra lucha, porque le vamos a
demostrar al dictaduro que no podrá imponer su fraude constituyente contra la
voluntad de más del 80% de los venezolanos, civiles y militares.
Tenemos que derrotar ese
terrorismo de Estado con la unidad de todo un pueblo que se cansó de morir de
hambre, que se cansó de morir por falta de medicinas y que se cansó de la
inseguridad, porque el ocupante temporal de Miraflores escogió el camino de
profundizar la crisis económica y liquidar los vestigios del Estado de Derecho.
Ahora más que nunca, como dice
nuestra Constitución, estamos llamados a desconocer cualquier régimen,
legislación o autoridad que contraríe nuestros valores y principios
republicanos y menoscabe los derechos humanos y las garantías democráticas.
Todos los venezolanos estamos llamados a defender nuestra Constitución, la de
todos los venezolanos, la que a ellos les incomoda. Tal como lo establecen los
artículos 333 y 350 constitucional, el pueblo de Venezuela debe permanecer
firme a su tradición de lucha por la independencia, la paz y la libertad.
Mantengámosnos de pie, inquebrantables, en la lucha por el rescate de nuestra
democracia. Persistir, nunca desistir.
¡Qué Dios bendiga a nuestra
Venezuela y nos de fuerzas para recuperar nuestra libertad!
25-06-17
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