Por Vanessa Davies
Sobre su hermano Ernesto
Villegas, el reportero y ancla de Globovisión y Unión Radio asegura:
"Lamento que sea el ministro de Comunicación e Información de este
gobierno", de un gobierno "que no no ha tratado muy bien el
periodismo en Venezuela"
Más años tiene Vladimir
Villegas como periodista que sin serlo. Si llegó a los 55 y ejerce el
periodismo desde 1983, saque usted la cuenta de una trayectoria que incluye
rutas tan diversas como las de Tribuna Popular, El Nuevo
País, El Universal y Últimas Noticias.
El Villegas de hoy es el
rostro de un incisivo programa de entrevistas que se transmite de lunes a
viernes, entre 1:00 y 2:00 pm, por la televisora privada Globovisión. Y es
la voz de otro no menos incisivo programa que llega a todo el país, entre 6:00
y 7:30 pm, por Unión Radio 90.3 FM.
Políticamente están en aceras
opuestas, pero la relación con su hermano Ernesto Villegas, periodista y
ministro de Comunicación e Información del Gobierno del presidente Nicolás
Maduro, ha sobrevivido a las diferencias. Vladimir lo explica de este modo:
critica al ministro de Comunicación, no a su hermanito querido, al menor de la
camada de los Villegas.
Asegura que no ha recibido
presiones de los dueños de Globovisión ni de Unión Radio, pero
sí, del Gobierno por sus múltiples extensiones. La Comisión Nacional de
Telecomunicaciones (Conatel) le abrió un procedimiento
a Globovisión por una entrevista que Villegas le hizo al diputado
opositor Freddy Guevara. “Creo que Conatel como que no hace evaluaciones
endógenas de los medios del Estado. No he visto que Conatel le haya abierto un
procedimiento a La Hojilla, por ejemplo; o a las declaraciones que hace Pedro
Carreño. Es un ente que no da el ejemplo. La ley resorte no entra por casa”,
diagnostica.
La Constitución de 1999 une a
los periodistas
–Usted dice que la
Constitución une a los venezolanos. ¿La Constitución une a los periodistas
también?
–Yo creo que sí.
–¿En qué?
–Esa Constitución contiene un
conjunto de derechos y garantías en materia de ejercicio de la profesión del
periodismo. Tiene que ver con la libertad de expresión, tiene que ver con el
derecho del pueblo a estar informado puntual, verazmente, de manera oportuna.
Y, además, establece una garantía que no establecían otras constituciones, ni
de Venezuela ni del mundo: el hecho de que el derecho a la información está
protegido aun en estado de excepción. Se incluye entre aquellos derechos que no
pueden ser limitados, restringidos ni siquiera en estado de excepción. Es
decir, es una Constitución garantista y, además, establece la obligatoriedad
que tienen los funcionarios de informar acerca de las responsabilidades que
ocupan.
–¿Pero eso se está cumpliendo?
–Eso no se cumple, pero el
hecho de que no se cumpla no quiere decir que no sea una buena Constitución. La
culpa no es de la Constitución, sino de quienes no la respetan. Claro, cuando
se habla de una Constitución que une a los venezolanos es porque esta
Constitución se legitimó en la práctica. ¿A qué me refiero? Primero hubo un
sector que llamó a votar contra ella; luego, vino el golpe del 11 de abril
(2002) y fue derogada esta Constitución y el pueblo salió a defenderla. Después
vino la reforma del año 2007: el pueblo rechazó esa reforma. Es decir, es una
Constitución que unificó, en el año 2007, el pueblo chavista y el pueblo no
chavista. Ambos sectores de la población rechazaron la reforma propuesta por el
presidente Hugo Chávez en aquel momento, aunque después se aprobaron las leyes
constituyentes, que es harina de otro costal.
–¿Hay polarización en los
periodistas como la hay en la vida política nacional?
–Claro. Los periodistas no
somos marcianos; somos seres humanos que vivimos y padecemos los problemas de
todo el mundo.
–¿En qué estamos polarizados?
–Estamos polarizados en la
visión que tenemos acerca del país. Hay periodistas que tienen una visión
acorde con la del Gobierno, y hay periodistas que tienen una visión distinta, e
incluso confrontada con la del Gobierno, y eso es natural en una sociedad. El
tema está en cuanto al ejercicio de la profesión. Es válido que un periodista
tenga una visión ideológica, una visión política. Los hechos son los hechos y
la opinión es libre.
–¿En este momento qué está
ocurriendo? ¿Hay hechos o hay opinión?
–En muchos casos hay más
opiniones que hechos, y en otros casos no se ven los hechos. Si nosotros vamos
a Venezolana de Televisión (VTV) pues todos quisiéramos vivir allí,
porque allí no hay inflación, no hay inseguridad, no hay alto costo de la vida,
no hay desabastecimiento de medicinas ni alimentos. No hay corrupción. No hay
represión.
–Pero en otros medios el
chavismo no existe.
–También es cierto. Pero en
otros existen ambos. En Venezuela hay para todos los gustos. Lo que ocurre es
que el canal de todos los venezolanos debería ser el canal de todos los
venezolanos realmente y no de una cúpula, que es el problema que tenemos
realmente.
–El canal lo dirige su
hermano.
–No importa. Él es parte de
esa cúpula. Lo cierto es que, lamentablemente, es el canal de un sector de la
sociedad. No es el canal de todos los venezolanos. Pudiéramos decir “VTV, el
canal de todos los venezolanos” y con un letrero pequeño que diga “ciertas
condiciones aplican”. Fui presidente de VTV, y en determinado momento
éramos parte de una confrontación política, y había medios que se comportaban
como partidos políticos.
–¿Y ahora?
–Esa situación ha cambiado. No
puedes decir que la Globovisión de hoy, por ejemplo, donde yo
trabajo, es igual a la Globovisión de Ravell. Sería un despropósito
afirmar eso, porque no es verdad. Este es un canal plural, con sus defectos
como cualquier medio, pero que les da cabida a los diferentes puntos de vista.
Cosa que no ocurre en el canal del Estado. Y sus propietarios no eran parte de
una coalición política, como era durante la época de Alberto Ravell.
Ahora estamos en peores
condiciones
–¿No hay guerra mediática
contra el Gobierno? El Gobierno dice que la hay.
–El Gobierno considera guerra
mediática cualquier crítica. Considera guerra mediática que se haga la
cobertura de una cola para comprar pollo o papel de baño, por ejemplo. Eso es
guerra mediática. Y por ese lado lo que se busca es el pensamiento único y la
hegemonía comunicacional. Es más: el Gobierno debería entender que en una
democracia de verdad el periodismo tiene que cumplir una labor de contrapoder.
Esa es la labor que le corresponde.
–¿Es posible cumplirla ahora?
–Imposible, porque no están
dadas las condiciones para ello. Te pueden hostigar, tienes la amenaza de que
te cierran los programas. La concesión es un mecanismo de presión y de
inducción a la autocensura. Cuando no le renuevas la concesión a un canal, o
cuando se la das por un año o por dos años, lo estás sometiendo realmente a una
situación en la que no puede planificar el futuro, no puede hacer inversiones,
no puede actuar con total libertad. El espectro radioeléctrico, que les
pertenece a todos los venezolanos, es manejado discrecionalmente por un ente
gubernamental que no siempre actúa con los mismos parámetros.
–¿Los periodistas estamos
trabajando en mejores o peores condiciones que antes?
–Creo que en peores
condiciones en cuanto a la fragilidad de la libertad de expresión con la cual
podamos contar. Por ejemplo, cuando se agarra una cámara
de Globovisión o de cualquier otro medio y se lanza desde un segundo
piso de una autopista contra el pavimento, este no es solamente un problema con
un bien material, que ya lo es de por sí, porque es una propiedad de una
empresa privada y es un instrumento de trabajo. La cámara es el vehículo a
través del cual el ciudadano se informa. Y cuando se destroza una cámara,
cuando se le roba el celular a un periodista, estás afectando la libertad de
expresión. Esa es la situación que tenemos en Venezuela.
–¿Cómo evalúa el
comportamiento de las redes sociales?
–Lo cuestiono, porque ambas
situaciones representan peligro. La paranoia del Gobierno con el tema de la
libertad de expresión, la hipersensibilidad que tienen muchos funcionarios
–sobre todo cuando se trata de temas como la corrupción, por ejemplo, o la
represión– son amenazas contra la libertad de expresión. Por ejemplo, cuando se
pretende estigmatizar a los periodistas porque hicieron una pregunta o tomaron
una gráfica en una marcha opositora, y se les agrede y se les amenaza con
quemarlos o expulsarlos a golpes, eso es tan terrible como una bomba molotv
lanzada contra ellos, o una bomba lacrimógena lanzada por la Guardia Nacional.
Hay muchas formas de amenazas a la libertad de expresión que en medio de un
conflicto están presentes. Cuando hay un conflicto de baja, media o alta
intensidad evidentemente que los periodistas están en medio de un fuego
cruzado, que es lo que nos ocurre en este momento. Estamos en medio de una
situación en la cual hay una sociedad protestando contra el Gobierno y un
Gobierno reprimiendo.
–¿Cómo debemos hacer nuestro
trabajo en esa situación que usted describe?
–Cumpliendo con nuestra
obligación de informar. Tratar de cumplir con esa misión a pesar de los
riesgos. Y hacerlo dentro de lo que manda la ley y lo que manda el código de
ética de la profesión. Tenemos un marco jurídico...
–¿Lo estamos haciendo así?
–En gran medida, sí. Los
jóvenes periodistas están haciendo una labor que yo creo que es muy valiente.
Hay que ver lo que es salir a la calle en un día como hoy, cuando te pueden
quitar una cámara, te pueden detener, te pueden golpear o te pueden matar.
Todos esos riesgos están presentes en una sociedad en conflicto.
–¿Eso empeoró con el
presidente Maduro, si lo compara con la gestión del presidente Chávez?
–Evidentemente que empeoró.
–¿A qué lo atribuye?
–Con Chávez la situación del
país no estaba tan caotizada como está ahora. Y hay que reconocer que Chávez,
con todas las diferencias que yo tuve a partir del año 2007, tenía un liderazgo
definido, y además era el gran decisor. Aquí pareciera que no hay un solo
decisor. Hay factores que uno pudiera pensar que a veces le sabotean la gestión
al decisor principal, que es el presidente Maduro. Hay sectores que promueven
la intolerancia, que incluso promueven un lenguaje de odio. Lo vemos a través
de los medios del Estado, diferentes medios y diferentes programas. Son
productores del odio, de la discriminación y de la amenaza a la libertad de
expresión. De la estigmatización de muchos periodistas. Eso ocurre, no sé si
con la venia o no del Presidente, pero ocurre. No es que antes no ocurrieran
episodios lamentables, pero ahora hay cosas que han roto los límites de lo
socialmente y políticamente aceptable.
Entre los funcionarios y el
derecho a la información
–¿Los medios de comunicación
han dejado convenientemente de lado algunos casos registrados en las protestas,
como el de la persona quemada en Altamira, el de la señora que mataron con un
botellazo en la cabeza?
–No se puede tratar a los
medios por igual. Hay medios que tienen su énfasis. No se puede
comparar La Patilla con Notiminuto, por poner dos ejemplos de
medios digitales. No vas a comparar el periodismo que hace Últimas
Noticias con el periodismo que hace, incluso, El Universal. O el trabajo
que hace Radio Nacional de Venezuela con el que hace Unión
Radio. Son cosas distintas. Hemos visto casos como esos dos, que han sido
minimizados en algunos medios pero sobreexpuestos también por los medios del
Estado en detrimento de los otros 75 casos (de fallecidos en las protestas),
por ejemplo. Hemos visto que la política informativa en los medios del Estado
va dirigida a obtener provecho político de este tipo de informaciones, y no a
obtener una cobertura equitativa. Todos los muertos para mí son iguales. Nos
duelen todos los muertos que han ocurrido en estos meses de confrontación. Pero
no puede ser que unos sean utilizados para resaltar la culpabilidad de la
oposición o de factores opositores, y los otros, la gran mayoría de esos
asesinatos, para silenciar y ocultar la responsabilidad de los cuerpos de
seguridad del Estado.
–¿En los otros medios cómo ha
sido la cobertura?
–Yo no puedo meter a todos los
otros medios en un mismo paquete, que es lo que el Gobierno quiere hacer. El
Gobierno quiere hablar de una guerra mediática como si se tratara de dos
bloques homogéneos.
–¿Usted descarta esa guerra
mediática?
–La descarto, porque realmente
lo que hay es, precisamente, una lucha entre el derecho a la información de los
ciudadanos y el deseo que tienen muchos funcionarios del Gobierno de que ese
derecho no se ejerza. Ese es el problema central de la sociedad venezolana. Y,
por supuesto, los dueños de medios tienen sus líneas editoriales. Eso es
cierto. En este momento no se puede decir que es la misma. No es como en la
época del paro (año 2002), por ejemplo, que estaban cartelizados los medios.
Esa no es la realidad hoy. Aquí hay mucha diversidad de medios, muchos tonos.
El diario 2001, por ejemplo, tiene su propio tono. El
Universal tiene su propio tono. Los medios del
interior. Panorama tiene su propio tono.
–¿El Gobierno habla de una guerra
mediática que, en su opinión, ya no existe?
–Para mí no existe como tal
una guerra mediática. Lo que existen son medios con una política contraria al
Gobierno definidamente, medios que se asumen como opositores. Y eso es válido.
Yo trabajé en Tribuna Popular, que es un periódico del Partido Comunista.
Y era un periódico de oposición. Pero había decenas de periódicos: muchos,
favorables al Gobierno, y otros ni favorables ni desfavorables. Simplemente
hacían su trabajo. Creo que esa realidad la tenemos hoy en Venezuela también.
Cuando tú golpeas la libertad de expresión, no pretendas que los periodistas se
conviertan en tus aliados. Cuando tú limitas un medio para que no compre papel,
no pidas que ese medio le chupe las medias al Gobierno.
–Usted habla de odio en la
sociedad. ¿Hay odio entre los periodistas también?
–A veces sí. Lo vemos, por
ejemplo, en lo que dicen algunos colegas de otros. Hay expresiones de
desprecio, de exclusión, y eso va de aquí para allá y de allá para acá. Es
decir, es bidireccional.
–¿Eso nos puede llevar a qué?
–A que los medios puedan
llegar a cumplir un rol, medios públicos o privados, como lo ocurrido en
Ruanda, que estimularon el odio entre los ciudadanos, y promovieron hechos
realmente violentos. Ese es un peligro que tenemos en Venezuela. Ahora, como me
gusta decir a mí, en esta fiesta el Presidente es el DJ. Él es el que pone la
música, el ritmo a bailar.
El DJ debe cambiar la música
–¿Qué le diría al Presidente,
al DJ?
–Que tiene que poner música
para la paz y no una música para la confrontación. Cuando hablo de eso me
refiero a las políticas que se llevan a cabo. Decir hoy que esa constituyente
que están proponiendo es una constituyente para la paz es decir que el
chicharrón de cochino es bueno para el colesterol. Es decir, esta es una
constituyente que genera más confrontación, que genera más división entre los
venezolanos, que genera exclusión, que genera ventajismo y diferenciación entre
los venezolanos.
–¿Usted le diría que la
congele?
–Se lo planteé en un editorial
mío en el canal: que la retire; y si no, al menos, que la congele, por el bien
del país. Están corriendo las horas, los días, las semanas de aquí al 30 de
julio. Yo tengo temor de esa fecha. Tengo temor de que vayamos a una
confrontación en los centros de votación, o incluso en los días previos, cuando
se pretendan instalar las mesas. Tengo temor de que, con una constituyente
hecha a la medida, como un traje prêt-a-porter, el Gobierno comience a
conculcar derechos conquistados por el pueblo y que están plasmados en esa
carta de 1999 que hoy yo la considero casi moribunda. Hoy la moribunda es “la
bicha” de Chávez, lamentablemente, producto del intento de hacer una
constituyente de espaldas al interés nacional. No se le ha consultado a la
gente. A la gente no se le preguntó “señor, ¿usted quiere una constituyente?”.
Tampoco se le va a preguntar sobre el resultado de la constituyente.
–¿Qué cambios cree que va a
introducir la constituyente para el trabajo periodístico?
–Puede implicar, por ejemplo,
restricciones a la libertad de expresión.
–¿Por ejemplo?
–La criminalización del
periodismo. Puede incluir eso. Temo que elimine ese derecho que tenemos los
periodistas y los ciudadanos: que el derecho a la información no pueda ser
incluido entre los derechos restringidos en estados de excepción. Imagínate tú:
si ahorita, en teoría con garantías constitucionales, se restringe ese derecho,
se limita el derecho a la información, imagínate tú en un estado de excepción,
bajo nuevas normativas. Y con una constituyente que tiene varias
características: para mí la fundamental es que pareciera que es el mecanismo
que ha encontrado el Gobierno para eludir el contarse con el resto de la
sociedad, validarse ante el resto de la sociedad. Es decir, les temen a unas
elecciones regionales, mucho más le temen a cualquier otra consulta que ponga
en evidencia que hoy el chavismo gobernante es minoría.
–¿Cómo vamos a trabajar los
periodistas en un escenario como ese?
–Me lo imagino con muchas
dificultades. Si se va a restringir el ejercicio pleno del periodismo, si vamos
a tener restricción de derechos políticos, si vamos a tener un clima de mayor
represión, obviamente que el ejercicio del periodismo va a ser algo muy
complejo, y una profesión de más alto riesgo que ahora. Ojalá yo esté
equivocado, y si estoy equivocado, lo diré. Pero no tengo ninguna razón para
pensar que la constitución que viene, o los cambios que se van a producir, van
a ser mejores que lo que tenemos en este momento.
Se conocen desde hace
"muuuuucho tiempo", pero Vladimir Villegas no mantiene contacto con
el presidente Maduro: “En este momento no tenemos ningún contacto. Él es el
Presidente de la República, yo soy un periodista”.
–La relación con su hermano…
la entrevista que usted le hizo en Globovisiónfue tensa–
–Mi conflicto no fue con mi
hermano, fue con el ministro de Comunicación e Información. Entre hermanos,
¿cómo no lo voy a querer? Ese es mi hermano. Lo quiero mucho. Lamento que sea
el ministro de Comunicación e Información de este gobierno. Yo lo lamento, por
la tarea que le ha tocado cumplir. Cada quien asume su responsabilidad. Él
lamentará que yo tenga esa postura crítica que yo tengo. Eso es válido entre
hermanos. Mi conflicto no es con mi hermano Ernesto Villegas, sino con el
ministro de Comunicación de un gobierno que lamentablemente no ha tratado muy
bien el periodismo en Venezuela.
27-06-17
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