Omar Jesús Villalba 26 de junio de 2017
Esta
semana hemos sido testigos de los eventos más descarados y terribles de los
últimos tiempos: el asesinato de un joven a manos de un efectivo de una fuerza
armada, que en teoría, debería defendernos de los peligros provenientes más
allá de nuestra frontera. A la muerte de ese joven, se le suman las que venimos
arrastrando desde Abril, más otras acaecidas en Valencias, para ser precisos:
Naguanagua.
A
estos eventos, hay que sumarles la actuación de los diferentes cuerpos de
inteligencia del país, quienes están realizando allanamientos a diestro y
siniestro, basados en principios preventivos. Curiosamente, estas fuerzas son
capaces de identificar —de forma eficaz y eficiente— donde se enconchan los
jóvenes que salen a protestar con sus escudos y capuchas, o los estudiantes
guaros que vinieron caminando hasta Caracas; pero con las Bandas Criminales
Organizadas que tienen en jaque a comunidades enteras, no ha mostrado la misma
disposición. ¡Cómo hay que ver, cuando les interesan las cosas le ponen empeño!
Aunado
a este hecho, los familiares supervivientes de estos jóvenes que han perdido su
vidas protestando, deben soportar que a través de los medios convencionales,
digitales y redes 2.0 se les tilde de criminales, disociados manipulados por
fuerzas políticas, y en el último caso una expresión terrible y muy manoseada
por este gobierno: Terroristas. Es asombroso ver, como todas las tiranías y
gobiernos autoritarios señalan a todos de terrorista para justificar el exceso
de fuerza y demonizar al adversario; pero este grupo de chacales mediáticos,
han abusado tanto del término que ha perdido fuerza.
Por si
no fuera poca esa estigmatización, los venezolanos debemos sufrir todos los días,
con la excepción del domingo, como antes del noticiero nos restrieguen por los
ojos el bendito pasquín mediático e “informativo” llamado Noti
Patria, en el cual —muy al estilo de 1984 de Orwell— nos lanzan una sarta de
cuentos con la intención de reescribir, in situ, los eventos que se están
desarrollando.
Me
pregunto ¿Acaso creen que todos los venezolanos son tan tontos para
creerse esas historias? ¿De verdad es tan inocente e iluso el pueblo que se
comerá esos cuentos? La Respuesta es obvia, pero no por ello deja de
ser una falta de respeto.
Todas
estas actitudes, son claro ejemplo de un gobierno que está buscando la forma de
escapar hacia adelante, de forzar las situación hasta un punto que vuelvan a
serle favorables. Por ello, no debe extrañarles que los hechos represivos, los
allanamientos y otras actitudes autoritarias y abusadoras aumenten de forma
significativa durante lo que resta de mes y buena parte del que viene hasta el
31 de julio (esto hay que sumarle que el petróleo ha caído a cerca de 39
dólares por barril la semana, y no se vislumbran buenos vientos en este
ámbito). A la par, y siento ser un pájaro de mal agüero, no sería extraño que
este comportamiento se hiciese costumbre a partir del mes de agosto. Y, frente
a todo ello, esgrimirán la seguridad de la ANC y la democracia protagónica para
llevar adelante sus abusos.
Ahora
bien, cuando aquella obscenidad sea consumada, y comience a funcionar —porque
lo hará a pesar de que llegaran a ella gracias a una escaza participación y por
ello una exigua legitimidad— ¿Qué pasará con el resto del país? ¿Qué
pasará con quienes no queremos ANC? ¿Qué pasará con aquellos, que no apoyaron
esta locura? ¿Desaparecernos? ¿Está de verdad dispuesto el
Madurismo a seguir el ejemplo de la canción de Shakira y volverse sordo, ciego
y mudo al clamor de la gran mayoría venezolana, que sin importar los colores no
está dispuesta a apoyar aquella locura? Si la respuesta a todas estas
interrogante es afirmativa, es imperativo plantearse otras interrogantes.
Preguntas que nos llevarían a un escenario que, cuando menos, es kafkiano,
inverosímil.
¿Cuál
es el eventual escenario? Se estarán preguntando; la respuesta
es sencilla: nos encontraremos, ya de iure y facto, con dos Venezuela en una.
Por un lado, estará la Venezuela que aun cree en la democracia y reconoce las
instituciones actuales, y por otro, aquella pantomima impulsada por el
gobierno. Terminaremos con 2 de cada, y cada una señalándole a la otra,
gritándole: “yo no te reconozco”.
Ahora
bien, surge la gran pregunta en este caso es ¿Dejaremos que esta
situación se concrete? Y de ser así ¿Hasta donde están
dispuestos a llegar los maduristas en su aventura? ¿Hasta qué punto harán
gimnasia mental y escucharan lo que les conviene? Si las respuestas a
esta preguntas no son favorables mucho me temo que el resto del año y lo que
está por venir será poco halagüeño.
¿Qué
nos queda por hacer? Persistir en nuestra lucha, apoyar las
propuestas de los liderazgos y mantenernos fieles a nuestros principios. Nos
queda por hacer todo lo posible para que este horror se revierta, y en caso de
no ser posible, tratar de frenarlo a través de sus propias reglas. Por ejemplo,
si el endriago de Constitución que desean parir cobra forma y es sometido a
consulta popular, pues llamar a todos el mundo a votar contra ella, no importa
si tenemos que sacar a los votante debajo de las piedras y cargarlos hasta el
centro de votación.
Debemos
persistir en nuestra lucha, porque es por el bien del futuro, por la Democracia
y las nuevas generaciones. Hay que ponerle un coto al cinismo que caracteriza a
esta tiranía.
Omar
Villalba
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