José Luis Farías 22 de junio de 2017
Corto y
Picante:
La
idea de que una vez instalada la constituyente fraudulenta de Maduro nos
jodimos todos, toma cuerpo en la conciencia del venezolano. El fundamento es
una intensa campaña de declaraciones públicas de analistas, expertos,
sabelotodos e inexplicablemente dirigentes de oposición, deliberadamente
estimulada por una no menos intensa campaña de rumores proveniente de la
dictadura porque es a ella a quien en definitiva le resulta conveniente.
El
objetivo es claro: sembrar frustración en el momento en el cual se elijan los
constituyentes fraudulentos y se instale esa mamarrachada para actuar sin
resistencia alguna durante un tiempo determinado. Desde ya debemos alertar
sobre esa perversión en caso de llegar a consumarse.
Se
aprovecha la desorientación, la ignorancia y la incertidumbre. Posturas que
lejos de movilizar racionalmente a la gente la desespera y la conduce a actuar
con irracionalidad o a paralizarla de miedo. Por lo cual, en el supuesto de
instalarse, ya nada se podría hacer salvo tratar de huir del país. ¡Fin de
mundo! Pues nada más lejos de la realidad.
Para
muestra un botón de la historia más reciente. Entre el 2005 y el 2010 el
régimen de Chávez tuvo un poder cuasi infinito. Tan gigantesco o más al de una
Constituyente. Además de controlar todos los poderes públicos, disponer sin
control alguno de los más fabulosos ingresos petroleros de toda nuestra
historia, tener un liderazgo carismático, contar con una inmensa legitimidad
producto de un amplio apoyo de masas tenía un sorprendente reconocimiento
internacional.
Sin
embargo, todo ese descomunal poder no le sirvió para dominar al país y hacer
que los venezolanos aceptarán su nefasto modelo del socialismo del siglo XXI.
No solo no pudo, en ese esplendor sufrió su primera gran derrota el 2 de
diciembre de 2007.
¿Qué
esperar entonces de Maduro en el caso de lograr instalar su constituyente
fraudulenta? El hombre del mazo amenaza con fulminar a la Fiscal General y
desmontar la Asamblea Nacional y con seguridad cumplirá su vil promesa. Pero
honor a la verdad, no le servirá de nada. Un poder de facto, dictatorial,
tiránico, despótico y nepótico enfrentado durante más de 80 días consecutivos y
que seguirá siendo enfrentado por un pueblo dispuesto a luchar por su libertad.
Qué
esperar de un tipo que no pudo frenar el dólar paralelo, garantizar el
abastecimiento de alimentos y medicinas, desterrar la corrupción, acabar con la
inseguridad, eliminar el billete de a cien. De un individuo inepto rodeado de
ladrones.
Maduro
no tiene los ingresos, la legalidad, el carisma, el respaldo popular, el apoyo
internacional para imponer su voluntad. El partido hace aguas, medio gobierno
es perseguido por la justicia internacional y la otra mitad está en veremos, la
Fiscal lo arrincona, la FANB está revuelta y el pueblo no está dispuesto a abandonar
la calle.
Corresponde
a la oposición intensificar la campaña contra el mamarracho constituyente para
convencer, en total y absoluta paz, con inteligencia, hasta el último de los
venezolanos de no participar de ese fraude.
José
Luis Farías
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