Páginas

lunes, 26 de junio de 2017

Michael Penfold: Es difícil pensar en una negociación que sea voluntaria en Venezuela por @CarlosCrespoR


Por Carlos Crespo


El especialista en economía política indicó que el país atraviesa una crisis institucional y un colapso económico y social que puede prolongarse en el tiempo.

El doctor en economía política por la Universidad de Columbia (Estados Unidos), Michael Penfold, explica que Venezuela atraviesa una “crisis institucional”, precedida por un colapso económico y social que ha llevado a la pérdida de más de un tercio del Producto Interno Bruto (PIB). En este contexto, añade, se enmarcan las protestas que se han prolongado por casi tres meses y el intento del Gobierno de imponer una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) a la que se opone la mayoría de los ciudadanos.

El profesor del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA) considera que la propuesta de la Constituyente puede llevar a que Venezuela continúe en una “escalada cada vez más anárquica” y advierte que los “conflictos de desgaste”, como el que experimenta la nación, pueden prolongarse en el tiempo, lo que irá haciendo “más dramática” la crisis. “Es difícil pensar en una negociación voluntaria en Venezuela, es decir, que las partes entren voluntariamente a ese proceso”, argumenta.

¿Hay algún caso de países que hayan atravesado una situación como la de Venezuela?

—Lo que pasa es que aquí todos estamos operando bajo la visión de que esto es un conflicto de desgaste, que con el tiempo alguien va poder imponerse y va poder ganar, y pareciera que eso puede llegar a no ocurrir. Creo que el Gobierno está apostando equivocadamente a que el tiempo va a derrotar a la gente y se ha encontrado con una ciudadanía que ya tiene, en situación de rebeldía, 80 días en ese proceso y el Gobierno apuesta también que con el tiempo va a avanzar con esta Constituyente y, en la medida que pasa el tiempo, uno observa mayores resistencias sociales, no solo políticas, sino incluso militares a esta idea de buscar esta vía como mecanismo de solución política a un problema que tiene que ser resuelto de manera democrática y acorde a la constitución actual.


Esta idea de que estos conflictos de desgaste terminen es riesgosa, hay muchas sociedades en las cuales los países se quedan estancados en estos procesos y más en un país como el nuestro, en el que no hay instituciones, donde no hay árbitros y no tenemos capacidad de dirimir los conflictos democráticamente o políticamente. Esto hace que todo el proceso venezolano tenga unos riesgos muy grandes, añádele a eso el contexto social y económico que estamos viviendo y eso dispara la preocupación de la comunidad internacional. Esta es una situación que ya se escapó de las manos. Donde los imponderables son cada vez más grandes, donde pueden ocurrir eventos que pueden llevar al país a una situación aún más delicada que la que incluso estamos viviendo.

En ese sentido, me parece terriblemente irresponsable por parte del Gobierno haber insistido en esta ANC en la forma como lo ha hecho, porque ha puesto al país en una situación terminal, porque buena parte de la ciudadanía percibe que el 30 de julio el país se está jugando su futuro completo. Es una manera de ir escalando el conflicto venezolano sin abordar el problema que tiene que ver con el cumplimento de la Constitución y que el país se pueda encausar, dentro de un marco institucional, que sea acordado entre las partes y eso es fundamental entenderlo.

Entonces lo que vive el país puede prolongarse en el tiempo.

—Sí, yo creo que ese un riesgo real que tenemos. No estoy diciendo que se va a prolongar inevitablemente pero sí veo que hay un peligro muy grande de que esto termine prolongándose si no buscamos una salida política, sobre todo porque esta crisis tiene un sustrato económico y social muy profundo y que solo se está deteriorando. La economía este año va decrecer más de 10 puntos del PIB, estamos ya en una economía hiperinflacionaria, los salarios reales se siguen erosionando, es decir, tienes una situación que se sigue deteriorando muy aceleradamente en un contexto institucional prácticamente inexistente.


Eso que describe dibuja un escenario muy explosivo. ¿Hay posibilidades de que se dé una negociación para frenarlo?

—La estructura del conflicto político venezolano es de tal magnitud que es difícil pensar en una negociación voluntaria en Venezuela, es decir, que las partes entren voluntariamente a ese proceso. Me da la impresión de que en la medida en que la crisis se vaya haciendo más dramática, en la medida en que el Gobierno vea que, incluso implementando una ANC que es claramente autoritaria, va a vivir una crisis de gobernabilidad aún más profunda que la que tiene hoy y que la presión internacional y que la presión de factores internos vayan creciendo, esa posibilidad se puede abrir.

La negociación tiene un problema que tiene que ver con el fracaso de octubre del año pasado, con la suspensión del referendo revocatorio y hay razones de fondo que permiten racionalizar por qué la gente es tan escéptica con ese proceso. En primer lugar, porque no percibe voluntad real, además, percibe que esos procesos de negociación pueden ser manipulados. El proceso de negociación de octubre del año pasado careció de reglas, de mecanismos de verificación, de mecanismos de comunicación formal y de un desarrollo adecuado de la agenda.

Se pudiera retomar ese proceso con una mediación distinta, que en buena medida puede emerger de estos acuerdos que estamos por ver dentro del marco del sistema interamericano que gestiona la Organización de los Estados Americanos (OEA) y quizá no tanto la OEA, sino a través de generar el consenso político regional para crear este grupo de contacto a nivel de países, que puedan facilitar ese proceso en Venezuela. Sin embargo, el Gobierno ha hecho esfuerzos muy grandes por bloquear esta posibilidad a nivel internacional.

En todo caso, eso va requerir de una formalidad muy grande y de una concesión del Gobierno muy importante, porque es muy difícil entrar en ese proceso sin que se muestre un gesto de buena voluntad que haga ver que el cambio es definitivo. Debe irse con una visión no solamente de que la negociación es posible sino que es irreversible, que ninguno de los dos lados va a volver a buscar sus alternativas. El Gobierno ha estado bloqueando continuamente estas posibilidades, la suspensión del revocatorio, la posposición de las elecciones regionales y locales, la indefinición del cronograma electoral y ahora con esta ANC. Si no otorga esa concesión inicial, ese proceso de negociacion no puede tener la credibilidad necesaria, por más buena voluntad que pueda haber del lado internacional a través de este grupo de contacto, a través de un proceso que va a requerir de mucha formalidad, de muchas reglas para poder llevarlo a buen puerto y que al final, creo yo, debe ser sometido a un proceso referendario por parte de la población, porque al final esa negociación es bastante simple.

Esto no es un conflicto como el centroamericano o el colombiano, tampoco como el sudafricano. La negociación en Venezuela es una negociación de garantías por votos, esa es la negociación. Lo que la complejiza es el contexto económico y social en que se da esa negociación, ¿Cómo se logran esos acuerdos? Suponen reformas constitucionales, hablar de amnistía y justicia transicional, suponen hablar de calendario electoral, de programas de estabilización económica y de emergencia social y supone hablar del tema de los presos políticos. ¿Cómo abrimos el espacio formalmente para que eso pueda ocurrir en un contexto económico y social como el que vivimos? Vivimos en una situación en la que el Gobierno percibe que una vez que abandone el poder probablemente sea perseguido y una oposición que ve que no puede acceder al poder porque las salidas democráticas son bloqueadas permanentemente.

¿Qué ocurre con la negociación? Que divide a la opinión pública: 54 % de la población percibe que no hay nada que negociar y poco más de 37 % percibe que es necesario negociar. Es una negociación, no un diálogo, la tienes que vender de tal forma, que tampoco implica una desmovilización ciudadana, que fue lo que ocurrió en octubre. La oposición planteó la negociación como desmovilización y en la mente de los ciudadanos negociación es desmovilización. Creo que eso es lo que hace que el proceso sea muy problemático. Al interior del chavismo también es problemático, porque hay grupos del chavismo que perciben que los resultados de esa negociación no necesariamente los va a beneficiar y, por lo tanto, van  a ser perjudicados y tampoco la quieren y perciben que tienen mecanismos alternos como esta ANC para imponer un modelo profundamente autoritario.

Una salida de este tipo requiere ser construida pero, para eso, por un lado tienes que hacer una concesión que muestre que el proceso es creíble e irreversible y necesitas contar con algunos formalismos. No podemos manejar el conflicto a lo caribe como manejamos las cosas en Venezuela. Requerimos un mínimo de formalidad y un apoyo internacional para garantizar ese proceso y la verificación de esos acuerdos.

Al mismo tiempo, pienso que una negociación se tiene que dar alrededor de un marco de distinción alrededor del tema económico y social, que le permita al país abordar los desequilibrios macroeconómicos y sociales que ha dejado un modelo de controles de cambio y de precio y una población que está sometida a niveles de escasez tremendamente altos y a un deterioro de su nivel de ingresos que es injustificable.


¿Solo un pronunciamiento militar podría detener la Constituyente?

—A mi juicio, dos cosas pueden detenerla: la primera es la dinámica ciudadana que tiene que ver con las características de su movilización, en la medida que la ciudadanía se movilice porque lo considera antidemocrático, ilegítimo o inconstitucional y en la medida que lo haga en una escala lo suficientemente grande. En esa misma medida la presión para detener ese proceso va ser más grande. También tienes las fracturas dentro del chavimso y el mismo mundo castrense que van a hacer que ese proceso pueda llegar a frenarse.

El Gobierno tiene un problema con la Constituyente: ¿Cómo la retiro sin ser derrotado? En ese sentido creo que esto que se está cocinando a nivel internacional puede ayudarle a crear una plataforma para poder presentar ese proceso de negociación, pero solo si ese proceso es creíble y hace una concesión muy importante.

Para mí es muy difícil pensar que vamos a poder entrar en una negociación sin haber liberado a todos los presos políticos, no concibo entrar en una negociación con unas fichas de negociación que incluyen a uno de los principales lideres políticos del país, lo cual es algo sencillamente inadmisible, pero al mismo tiempo creo que si hay una concesión de ese tipo, realmente importante y sustantiva, el Gobierno pudiera estar dando una señal de que ese proceso de negociación es irreversible, y puede ayudar a que la oposición acepte entrar siempre y cuando se dé en un marco en el que esté ese formalismo, o esos mecanismos de verificación, donde hay acuerdos mínimos para manejar el tema económico y social y se aborden los temas de Derechos Humanos y presos políticos en Venezuela. El Gobierno se lanzó por una calle que a mi juicio es ciega, al final con la ANC se va encontrar con una situación mucho más difícil que la que vivimos en este momento.

¿Pudiera generarle problemas internos a la hora de ver que grupo domina la ANC?

—Tu logras estabilidad cuando logras fusionar el poder de facto con el poder de jure, en este momento el poder facto en Venezuela y el poder de jure en Venezuela están quebrados. El poder de facto no está claro, se está recomponiendo a la luz de una dinámica electoral y política que estamos viviendo y el poder de jure, como lo ha dicho la Fiscal: la Constitución de 1999 cesó, no está operando. Convocar a una Constituyente en ese escenario, con la idea de que esa Constituyente va poder barnizar este poder de facto y de jure, es totalmente ilusorio, porque eso no refleja la realidad del país. Estás utilizando, para solucionar el problema del país, que es un problema institucional, económico, social, un instrumento que sirve para otra cosa, en un momento en que el Gobierno es minoría, es una minoría importante, pero una minoría. Esta Constituyente es como una especie de fortín, un lugar en donde se van a refugiar, donde van a ganar poder de negociación, pero el resultado de ese proceso va a ser caótico, porque no hay esta imbricación entre el poder de facto y el poder de jure en Venezuela y puedes terminar con dos asambleas, dos fiscales, dos tribunales, en una situación de gobernabilidad tremendamente compleja. Todo eso en medio de una situación económica y social que se agrava semana tras semana y pareciera que el Gobierno desconoce y que no quiere abordar. Para poder abordar esa crisis, que es estructural, necesitas un acuerdo mínimo. El Gobierno está sobreestimando, de manera muy peligrosa, las implicaciones de la Constituyente. Está subestimando los riesgos que ese proceso Constituyente puede llegar a tener.

¿Qué evaluación hace sobre el papel que está asumiendo la fiscal Luisa Ortega Díaz?

—Creo que ella ha sido tremendamente hábil. En primer lugar en ver que la Constituyente supone una ruptura y no una continuidad con la Constitución de 1999, por la forma como se está convocando, por no utilizar un referendo consultivo, por no acotar los tiempos, por el sistema electoral que se utilizó, por la selección arbitraria de sectores, porque no tenemos garantía de cuál es el alcance de esa Constituyente, por la falta de controles democráticos y participativos. Ella ha sido muy hábil en lograr construir una crítica jurídica y política al proceso que básicamente lo deslegitima. Puede que el TSJ gane y bloquee cada uno de los recursos pero, en la práctica, cada vez que el TSJ bloquee el recurso deslegitima políticamente ese proceso Constituyente. Creo que está logrando posicionarse de una forma que, políticamente, es muy interesante.

¿Cómo ha visto la actuación de la MUD? Parece haber distintas posturas sobre como asumir una eventual negociación con el Gobierno.

—La oposición, en la media que la ciudadanía la perciba como cercana y que perciba que está conectada con su petitorio, va ir capitalizando, como de hecho creo que ha venido capitalizando, la situación actual. Hay unas debilidades importantes. Después de octubre hubo un quiebre entre el liderazgo opositor y sus bases, y fue un quiebre que se solventó sobre todo a partir de la generación de diputados más jóvenes, que decidieron acompañar a la ciudadanía en la ola de protestas que se inició en abril y eso abrió un camino, digamos, de reconexión entre ese liderazgo emergente y esa ciudadanía. Ahí hay un punto muy importante. Sí creo que si la oposición no es capaz de mantener la unidad el efecto de las fracturas internas y de la dinámica interna del chavismo se anula. Solamente en la medida en que tu tengas una oposición que es percibida como unitaria vas a poder capitalizar las dinámicas internas dentro del chavismo y poder canalizarlas de manera alternativa para poder buscarle una salida a las situación actual del país. ¿Cuál es esa modalidad? Yo no la sé, aquí todo el mundo habla como si en las modalidades de la transición hay unas mejores que otras. La verdad es que esas modalidades las define la coyuntura histórica, no la define ningún grupo. Pretender que aquí va haber un factor, uno solo, que va a lograr articular el proceso en una dirección, me parece que es más deseo que realidad. Si la oposición no es capaz de mantener un criterio unitario, proyectar futuro y generar nuevas alianzas, porque también está claro que tan solo con las fuerzas que tiene no es suficiente para lograr ese quiebre histórico. Necesitan ampliar la plataforma. En ese sentido la ANC es una gran oportunidad para la oposición, si la sabe utilizar adecuadamente. Es la oportunidad de estructurar un frente nacional por el rescate de la Constitución que abarca a grupos que van mucho más allá de los que tradicionalmente apoyan a la oposición. Ahí se abre una gran oportunidad, pero eso supone también readecuar la calle a esa realidad. Para que esa calle también sea más participativa tanto en su alcance como en su profundidad social. Tiene que haber un reajuste importante.

¿Qué significa reajuste de la calle?

—La lucha contra la convocatoria de la Constituyente no es una lucha solo de la oposición, es una lucha del chavismo y un chavismo que es democrático también, porque tampoco lo podemos negar, esa es una realidad. Como lo acomodas en el plano de la dirección política y movilización ciudadana es muy importante. En la medida que logres eso, el alcance y profundidad de la movilización social va ser mucho más impactante e importante y, por tanto, la probabilidad de que logres frenar este proceso va ser cada vez más alta. Yo sí creo que sería un error, por parte del mundo opositor, pensar que esta es una lucha que solo le corresponde a la oposición cuando vemos que hay grupos muy importantes y relevantes en las esferas del chavismo que también están en este mismo proceso y veo con mucho interés, en el ámbito de la sociedad civil, grupos que empiezan a aparecer, que son mucho más plurales y empiezan a aparecer estos vínculos entre estos dos grupos, para enfrentar un proceso que ambos perciben que los va afectar a ellos, no solo en sus derechos políticos, sino en su capacidad de que el país pueda llegar a restaurar la Constitución y la normalidad democrática, algo que en el marco de esa Constituyente, es imposible.

Fotos y video: Francisco Bruzco

25-06-17




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico