By H. E. Archbishop Bernardito Auza
Apostolic Nuncio and Permanent Observer of the Holy
See to the United Nations
Declaración
de S.E. Arzobispo Bernardito Auza,
Nuncio Apostólico y Observador Permanente de la Santa Sede
a la Organización de Estados Americanos,
acerca de la situación en Venezuela
19-21 de junio de 2017, Cancún, México
Nuncio Apostólico y Observador Permanente de la Santa Sede
a la Organización de Estados Americanos,
acerca de la situación en Venezuela
19-21 de junio de 2017, Cancún, México
Señor
Presidente,
La
Delegación de la Santa Sede agradece la oportunidad que se le brinda de poder
compartir su preocupación por la situación actual de Venezuela, así como su
esperanza de que esta reunión en el marco de la Asamblea General de la
Organización de los Estados Americanos pueda ayudar a solucionar la grave
crisis que vive el País.
Como
es bien conocido, desde el inicio de la crisis, tanto el Santo Padre, como la
Secretaría de Estado y la Conferencia Episcopal Venezolana, en diversas
intervenciones, han llamado a los poderes públicos y políticos, a que,
superando los intereses partidistas y las ideologías, escuchasen la voz del
pueblo, defendiesen el bien común, creasen un clima de serenidad y de paz
social, respetasen la institucionalidad en favor de la convivencia nacional y
favoreciesen la acción social de las instituciones nacionales e internacionales
para enfrentar la innegable crisis que sufre Venezuela y que golpea fuertemente
a su población. Por ello, la Santa Sede ha mantenido siempre una posición
clara, reclamando a todos los líderes políticos el cese de la violencia e
instando al respeto de la verdad y de la justicia.
Señor
Presidente,
Sin
dejar de exhortar a la negociación, ni de advertir de los peligros de los
discursos belicistas y agresivos, la Santa Sede mostró, en todo momento, su
disponibilidad a colaborar en la búsqueda de una solución pacífica, duradera y
viable a la crisis venezolana, con la condición de que así lo solicitasen
formalmente tanto el Gobierno como la oposición, como efectivamente ocurrió.
Como
es sabido, en octubre y en noviembre de 2016, se celebraron encuentros de la
Mesa del Diálogo Nacional en Caracas, y teniendo en cuenta que los acuerdos
allí alcanzados no eran aplicados, el Cardenal Secretario de Estado, en nombre
y por disposición del Papa Francisco, remitió una carta a las partes y a los
restantes acompañantes el 1º de diciembre. En ella, en cumplimiento del rol de
acompañamiento al que la Santa Sede había sido llamada, se solicitaba:
- Que se tomasen las providencias necesarias
para la implementación urgente de medidas destinadas a aliviar la grave
crisis de abastecimiento de comida y medicinas que estaba sufriendo la
población, a la vez que se aseguraba la plena disponibilidad de las
instituciones de la Iglesia católica, entre ellas Caritas, a
prestar toda la ayuda posible, con los medios a su alcance, para salir de
esta situación de emergencia social;
- Que las partes concordasen el calendario
electoral que permitiese a los venezolanos decidir sin dilaciones su
futuro;
- Que se tomasen las medidas necesarias para
restituir cuanto antes a la Asamblea Nacional el rol previsto en la
Constitución;
- Que se encontrase el modo de acelerar el
proceso de liberación de los detenidos.
Señor
Presidente,
Con
ocasión de la XXXVI Asamblea Ordinaria del Consejo Episcopal Latinoamericano,
celebrada recientemente en San Salvador, los obispos del Continente han
señalado que, en Venezuela «se vuelve insostenible la falta de alimentación,
la falta de medicinas y la falta de libertades».
La
Santa Sede ve con preocupación cómo, pese a los esfuerzos realizados y que son
por todos conocidos, la situación ha adquirido tintes dramáticos en los últimos
meses. El 30 de abril, después del rezo del Regina Coeli, el Santo
Padre, hizo un llamado al Gobierno y a todos los integrantes de la sociedad
venezolana para que fuese evitada cualquier ulterior forma de violencia, se
respetasen los derechos humanos y se buscasen soluciones negociadas a la grave
crisis humanitaria, social, política y económica que está golpeando a la
población.
Al
respecto, mi Delegación desea señalar que el actual clima de enfrentamiento
también ha afectado a la Iglesia católica en Venezuela. Se han verificado
episodios de amenazas a sacerdotes, irrupciones violentas durante las
celebraciones litúrgicas, acusaciones injustificadas contra instituciones
eclesiásticas y ataques difamatorios públicos contra algunos Obispos.
Pese a
ello, la Santa Sede, partiendo de la convicción de que deben ser los propios
ciudadanos quienes pongan las bases para solucionar los problemas internos,
considera que no deben escatimarse los esfuerzos para ayudar a que el País
salga de su grave crisis, pues como ha dicho el Papa Francisco el pasado 29 de
abril «todo lo que se puede hacer por Venezuela hay que hacerlo, con las garantías
necesarias».
Señor
Presidente,
Con la
única finalidad de promover el bien de todos y cada uno de los venezolanos y de
favorecer una solución pacífica y democrática a la actual situación, la Santa
Sede reitera su posición, ya conocida, de que una negociación seria y sincera
entre las partes, basada en las claras condiciones indicadas en la mencionada
carta del 1º de diciembre de 2016, comenzando por la celebración de elecciones
directas, libres y trasparentes previstas para los años 2016 y 2017, serían la
única vía de salida a la grave crisis en que se ve inmersa el País. A tal
propósito, la reciente decisión gubernamental de convocar una Asamblea Nacional
Constituyente, en vez de ayudar a solucionar los problemas, presenta el riesgo
de complicarlos ulteriormente y hace peligrar el futuro democrático del País.
Por
otro lado, se valora muy positivamente la posibilidad de que un grupo de países
de la región o, eventualmente, de otros continentes, elegidos tanto por el
Gobierno como por la oposición, acompañen las negociaciones actuando como
garantes.
Muchas
gracias, Señor Presidente.
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