Por Marino J. González R.
La situación política en estos
tres meses ha concentrado prácticamente la atención del país. Las
manifestaciones han sido masivas, en todas las direcciones de nuestra
geografía. La convocatoria de la Asamblea Constituyente, en condiciones que
afectan la decisión popular, ha generado una grave situación institucional. Las
consecuencias de la elección del 30 de julio son de la mayor significación para
la vigencia de la República. Es muy natural que el clima de la ciudadanía se
haya volcado sobre esta coyuntura.
A pesar de que el aspecto
político haya tenido esta repercusión, es bastante evidente que en el país
coinciden tres crisis de gran envergadura. Cada una de ellas por separado ya
representaría una gran complicación. La combinación de las tres crisis explica
que Venezuela sea en este momento una referencia mundial para tipificar las
alteraciones de la gobernabilidad. Para comenzar, la crisis política se
manifiesta en la eliminación de toda elección con plena vigencia democrática.
Con todas las consecuencias que ello trae para la estabilidad. La crisis
económica es expresión del período de mayor caída de la actividad productiva,
considerado por los especialistas como la mayor recesión, incluso de América
Latina. Estamos en el cuarto año de recesión, en niveles de contracción
realmente impresionantes. La crisis social se manifiesta en el empobrecimiento
más notable en la historia del país, y el más abrupto en América Latina en los
últimos cincuenta años. Es sin dudas, una catástrofe social de la mayor
magnitud en el siglo XXI.
Las tres crisis se han
combinado con mayor fuerza desde el año pasado. Lamentablemente ninguna de las
políticas tomadas por el gobierno ha marchado en la dirección correcta. Todo lo
contrario, en la medida que se ha avanzado en este período hay mayor deterioro
productivo, incluso de la principal fuente de ingresos del país como es la
industria petrolera. Los vaticinios de los especialistas indican que la
inflación aumentará en la segunda mitad del año con sus terribles efectos en
mayor reducción de la capacidad de compra y destrucción económica.
Ya no es posible separar estas
crisis. Cada una de ellas tiene vida propia y afecta las otras dimensiones. Con
la actual dirección en la que el gobierno quiere seguir conduciendo a la
sociedad, no es posible frenar el deterioro e implementar soluciones adecuadas.
Es bastante obvio que solo es posible modificar estas tendencias si se produce
un cambio en la conducción política. Todo lo cual pone especial valor en la
circunstancia de una eventual Asamblea Constituyente que permitiría crear un
nuevo orden político de naturaleza totalitaria. Es también evidente que los efectos
de ese nuevo orden van a complicar las condiciones económicas del país y, por
ende, la situación social. Venezuela es hoy por hoy una demostración plena de
que el desarrollo requiere coherencia en las políticas, integralidad. Los
efectos de la incoherencia y la inestabilidad han trastocado dramáticamente las
condiciones concretas de todos los venezolanos.
28-06-17
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