Por Luis Ugalde S.J.
Todo gobierno medianamente
democrático si llega a una deslegitimación y fracaso parecidos a los de Maduro,
renuncia y convoca a elecciones. La Constitución venezolana para situaciones
similares prevé el referendo para revocar al presidente antes de su término.
Maduro tramposamente lo impidió; luego anuló la Asamblea Nacional y aplazó las
elecciones regionales; ahora pretende eliminar la Constitución con una
“constituyente” no convocada por el único que lo puede hacer, el pueblo. Es una
locura pensar que la actual desesperación deba y pueda prolongarse hasta fines
de 2018. El creciente sufrimiento de la gente pide a gritos cambio ya:
cambio de presidente y de régimen, con decisiones inmediatas para no
seguir muriendo en la calle con la brutal represión o por hambre y falta de
medicinas, a causa de la corrupción e ineptitud gubernamentales. El Ejecutivo
se ha convertido en verdugo del pueblo y se ha vuelto tiránico. Cambio ya para
rescatar la Constitución y emprender de inmediato el camino de la
reconstrucción, evitando más muertes y miseria. Para salir de este régimen sin
esperanza hace falta cuanto antes un gobierno nacional de transición que
tome de modo excepcional medidas de emergencia y convoque elecciones
democráticas, previo saneamiento con remoción de los ilegales magistrados del
TSJ y de los miembros serviles del CNE.
Urge hablar públicamente para
madurar un gobierno de transición saliendo del actual Ejecutivo deslegitimado.
Sería un grave error pensar en elecciones inmediatas. Antes necesitamos atender
con apoyo internacional la creciente emergencia humanitaria propia de una
posguerra, liberar a todos los presos políticos, abrir el regreso de los
exiliados, convocar a los empresarios a la activación de la emergencia
productiva y atraer a los inversionistas con un nuevo espíritu democrático,
libre iniciativa y garantías jurídicas. Urgen el refinanciamiento de la deuda y
multimillonarios préstamos económicos para insumos productivos y para
necesidades vitales de consumo. Nada de esto podría conseguir una nueva
dictadura militar y tampoco un frágil ganador de elecciones partidistas con
todos los demás (chavistas o no) en la oposición. Es necesario un gobierno de
transición con metas claras y tareas concretas, con amplio apoyo nacional por
encima de parcelas partidistas. Un gobierno que incluya a opositores y
chavistas, unidos en un esfuerzo de salvación nacional. Tal vez hace un
año el gobierno de Maduro hubiera podido abrir este camino, pero ahora es
imposible.
El gobierno de transición debe
fijar fecha de elecciones libres antes de un año, con condiciones democráticas
y transparencia. Mientras ese gobierno responde a la población con medidas
urgentes, a los diversos grupos políticos y sociales les corresponde llegar
antes de las elecciones a una especie de pacto de gobernabilidad, con el
compromiso de reconocer y apoyar a quien gane la Presidencia. Pacto con un
programa básico de salvación nacional y de reconstrucción, de no menos de diez
años, apoyado por gobernantes y opositores democráticos. Todo ello imposible
sin un gran apoyo internacional político, económico y humanitario.
Entramos derrotados a la
modernidad del siglo XXI y a la superación de la pobreza. Ahora tenemos que
subir una escarpada alta montaña de reconstrucción y no pensar ilusamente que
con salir de este gobierno la tarea está hecha. Pero antes de empezar la subida
enfrentamos un bloqueo dictatorial que impide avanzar. Quitar ese obstáculo es
condición indispensable para seguir, pero, por terquedad de un régimen corrupto
y sin esperanza, se nos van en ello vidas, tiempo y energía, cuando urge
desarrollar negociaciones e imaginación constructiva. La atención debe
centrarse en la difícil subida de mañana y los requisitos para coronarla con
éxito. Sin dejar la actual protesta de calle (acción decisiva para desbloquear
los caminos constitucionales) debemos simultáneamente empezar a formar un
gobierno de transición con hombres y mujeres de diversa procedencia pero unidos
con claridad programática y decididos a no prolongarse en el poder más allá de
los meses de transición emergente. Un gobierno de transición, con todas
las de la ley, con una Fuerza Armada decididamente democrática y defensora de
la Constitución. Basarnos en la Constitución y en lo que nos queda de
instituciones legítimas; en primer lugar, la Asamblea Nacional en alianza con
el pueblo sufriente alzado y con la fiscal convertida en defensora de la
democracia y unidos en el rescate del CNE y TSJ. La Fuerza Armada está obligada
e invitada a asumir su responsabilidad constitucional y democrática en la
difícil reconstrucción del país, con lo que recuperará los perdidos
reconocimiento y afecto del pueblo.
La alegría de Venezuela será
inmensa cuando veamos aparecer un gobierno de transición realmente plural, de
gente honrada e inteligente unida en un programa político de interés superior:
la salvación del país. Cuanto más se haga esperar, más grave y dolorosa se
volverá la actual agonía.
Maduro usted, al cerrar los
caminos de cambio, se convirtió en el eje de un régimen que tortura a Venezuela
y ahora quiere perpetuarlo con el fraude de la asamblea constituyente. Renuncie
y quite el bloqueo que impide el inicio del ascenso a la montaña de la
reconstrucción democrática con rescate de la esperanza y de la unidad nacional.
22-06-17
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