Por Ángel Oropeza
Levantemos la vista. En lo
social, Venezuela no hace otra cosa que dirigirse aceleradamente al despeñadero.
El escenario cotidiano de los venezolanos se agrava con el paso de los días, en
una desesperante lucha por la supervivencia. En lo político, la dictadura
ya ha enseñado, para quienes no lo habían visto, su rostro cada vez más
represivo y sanguinario, como corresponde a su esencia estructural gorilista.
Esa aberrante combinación conforma el mundo en que hoy los venezolanos
existimos y nos movemos.
Frente a este deterioro
terrible y acelerado de ambos escenarios, el social y el político, al país le quedaban
dos alternativas: o aceptaba con resignación cómo lo que una vez fue Venezuela
se convertía en el feudo privado de unos pocos, a quienes les mueve el
único fin de preservar sus beneficios a cambio del sufrimiento de todo un país,
o hacía honor a la letra de su Himno Nacional, y enfrentaba esto con la
valentía y firmeza del bravo pueblo venezolano. Para honra y orgullo de todos,
queda claro cuál fue la decisión.
En una reacción que va mucho
más allá de la dirigencia política, los venezolanos han dicho basta y han
decidido no dejarse robar su país.
En concordancia con esa
exigencia nacional, la Unidad Democrática, como representación política
organizada del pueblo venezolano, y la Asamblea Nacional, como poder público
que representa la soberanía popular, han obedecido el exhorto realizado por los
distintos sectores sociales del país y han llamado este domingo 16 a una
jornada histórica, en la que se convoca a todo el país a que decida, libre y
soberanamente, qué hacer ante el fraude constituyente del régimen madurista,
qué exigencia le hace a los funcionarios y particularmente a la Fuerza Armada
Nacional, y el camino que se debe tomar para restituir el orden constitucional
quebrantado.
La consulta popular del
próximo domingo es un punto crucial de inflexión en esta larga lucha contra la
dictadura madurista y busca fundamentalmente tres cosas: la primera, lograr ese
día la mayor presión social que conozca la historia venezolana sobre un régimen
ilegítimo, lanzando a la calle a millones de compatriotas en todo el país, en
un objetivo que abriga cual bandera común a todos los venezolanos, sin distingo
de su ideología política o identificación partidista, que es la defensa de la
patria amenazada.
El segundo objetivo es enviar
un mensaje contundente e irrefutable de la decisión de los venezolanos por
defender el pacto social que constituye nuestra actual Constitución. En ella
cabemos todos. En el fraudulento invento constituyente de Maduro cabe solo él.
Finalmente, el tercer objetivo
es lograr una legitimación popular lo más amplia, diversa y categórica posible,
para poder activar la fase superior de lucha, que ocurrirá si Maduro no retira
su propuesta de fraude constituyente e insiste en su propósito de destrucción
de la República. En el documento suscrito por los distintos sectores sociales
del país, en el que se solicita se convoque el Proceso Nacional de Decisión
Soberana, amparados en lo establecido en los artículos 5, 62, 70 y 187 de
nuestra carta magna, hay un llamado a que Maduro considere el enorme rechazo
que tiene su fraude constituyente en las bases populares, a que considere a
cada uno de los muertos que hoy pesan sobre su proyecto político y proceda a
retirar su propuesta. Pero se le advierte que es el pueblo entero quien se lo
demanda y, si se mantiene en su empeño totalitario, será el pueblo entero quien
se lo cobre. En otras palabras, si Maduro decide ignorar este llamado, la
advertencia es que se arriesga a que la fuerza poderosa del pueblo venezolano
decida reclamar sus derechos como lo ha hecho cada vez que un tirano ha
pretendido oponerse a sus deseos legítimos de libertad.
El éxito del 16 dependerá
fundamentalmente de la participación masiva y valiente de todos. Como
corresponde a toda lucha contra un régimen tiránico, no hay garantías. La única
garantía hoy es que, si fallamos, nos roben el país.
11-07-17
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