Por Julio Castro Méndez
1. La difteria es una enfermedad infecciosa febril
que se trasmite de persona a persona. Es producida por la
bacteria Corynebacterium diphtheriae y sus productos toxigénicos y
compromete las vías respiratorias, así que hay que prestar especial atención a
la amigdalitis, faringitis severa, neumonía o cualquier cuadro catastrófico con
falla cardíaca aguda o falla de múltiples órganos.
2. Es una enfermedad que puede
prevenirse en un alto porcentaje mediante la vacunación. El esquema de vacunas
comienza en la niñez hasta la adolescencia y requiere refuerzos cada 10 años.
3. Las personas con más riesgo
de contagio son aquellas que tienen contacto directo con un caso de difteria.
4. Las personas con sospecha
de difteria deben permanecer hospitalizadas. Es importante que reciban
antibióticos o antitoxina, un medicamento que bloquea el efecto de las
bacterias y que sólo se usa en pacientes graves.
5. Quienes tengan contacto
directo con casos sospechosos o confirmados también deben recibir antibióticos
y ser estudiados para descartar la posibilidad de ser “portadores
asintomáticos”. Debe evaluarse si es necesario vacunar al paciente y qué tipo de
vacuna es la más adecuada según su historia médica.
6. La vacunación contra la
difteria es de carácter universal, es decir todas las personas deberían tener
el esquema de la vacuna completo:
a. Los mayores de 55 años, que
probablemente no fueron inmunizados en la niñez, deberán recibir el esquema
completo.
b. Los niños o adolescentes
que hayan recibido el esquema completo o el último refuerzo hace menos de 10
años no deben vacunarse.
c. Las mujeres embarazadas
pueden y deben vacunarse.
d. El personal de salud, en
especial los que trabajan en el área de Emergencias, terapia intensiva y
terapia respiratoria deben actualizar o completar sus esquemas de vacunación.
7. Debido a la dificultad para
acceder a las vacunas, debe favorecerse un esquema secuencial de vacunación que
priorice a los grupos de mayor riesgo (contactos directos, personal de salud,
embarazadas), especialmente en las zonas donde se han reportado casos.
8. El gobierno venezolano
adquiere la gran mayoría de las vacunas a través del Fondo Rotatorio para la
Compra de Vacunas de la Organización Panamericana de la Salud y la Organización
Mundial de la Salud.
9. Las vacunas para niños y
para adultos no tienen la misma composición, tampoco las mismas dosis. El
paciente debe consultar a su médico cuál es más idónea según su situación.
10. La falta de información,
al igual que la información falsa o pseudocientífica, son las peores
estrategias para combatir la enfermedad. Use las redes sociales de manera
consciente y difunda solo información certificada de organismos reconocidos,
como el Ministerio para la Salud, la Sociedad Venezolana de Infectología, la
Sociedad Venezolana de Pediatría, la Red Defendamos la Epidemiología Nacional, la Sociedad
Venezolana de Salud Pública, y la Sociedad Venezolana de Medicina
Interna.
11. No hay ninguna indicación
de restricción de tránsito, movilidad, actividades académicas, sociales o uso
indiscriminado de tapabocas o guantes fuera del ambiente hospitalario para las
personas catalogadas como contactos de un caso sospechoso o demostrado.
12. El uso de antibióticos de
manera preventiva en personas que no han estado expuestas a un caso no tienen
ninguna utilidad. Estos no previenen la enfermedad.
26-10-17
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