Miguel Méndez Rodulfo 27 de octubre de 2017
Las
elecciones regionales para elegir gobernadores, realizadas el 15 de octubre,
nacieron con plomo en el ala. En efecto, unas elecciones largamente
postergadas, incumpliendo el lapso constitucional, fueron ofrecidas por el
gobierno a la oposición como una carnada para desmovilizar a la sociedad civil
que se encontraba en plena resistencia y que con más de 130 muertos, luchaba
indoblegadamente por salir de este régimen nefasto. De esta manera el régimen
colocó sobre la mesa la elección de gobernadores, lo que no implicaba un cambio
de gobierno ni de modelo, y en su defecto canceló el Referendo Revocatorio, el
cual si involucraba la salida del régimen. La consecuencia de este error fue el
desencanto de una porción importante de votantes opositores que de alguna
manera se reflejó el 15 O. Sin embargo, tal como explícitamente lo ha dicho
Oropeza, coordinador político de la MUD, la abstención no fue determinante y
fue más bien una consecuencia de las trabas y trampas que el gobierno impuso.
Esto se puede comprobar cuando se analizan las estadísticas electorales:
estados con alta participación (más de 66%) como Cojedes, Trujillo o Monagas, ganó
el chavismo; sin embargo, en los estados con la más elevada abstención (43% en
promedio) como Zulia, Miranda y Bolívar, ganamos o nos robaron el triunfo.
Luego, no es verdad que la abstención fue concluyente en los resultados
comiciales.
Preocupante,
muy preocupante, es la efectividad del régimen en movilizar a los sectores
populares y lograr que votaran a su favor. Este hecho cumplido trae a colación
dos cosas: las encuestas no reflejan la verdad sobre el rechazo al régimen, y
que los pobres son manipulables aún en medio de esta crisis extrema de
necesidades. Porque el chavismo no sólo hizo trampas y configuró un fraude (que
Oropeza aclara que no fue electrónico), sino que manejó con tino el reparto de
dádivas. A los candidatos a gobernadores chavistas les fueron asignadas las
responsabilidades de dirigir las misiones; se aplicaron operativos de
emergencia para emplear jóvenes que limpiaran calles, cortaran maleza, pintaran
árboles y fachadas, así como también para que recogieran basura; se repartieron
sumas importantes de dinero a los poseedores del carnet de la patria; el CLAP
vino robusto el mes anterior y hubo distribución masiva de comida en los
barrios en los días previos; se regalaron gorras y franelas de buena calidad;
además de repartir en los barrios dinero en efectivo, no en sumas importantes,
en la víspera electoral. La dictadura, hay que reconocerlo, aprendió manipular
el hambre y la escasez de alimentos y medicinas, como una herramienta de
control político. Esto habla muy mal del pueblo de Venezuela.
El
fraude consistió en muchas cosas: pasar por el punto rojo, ubicado cerca del
centro electoral, para escanear el carnet de la patria, so pena de perder el
CLAP; triple o cuádruple cedulados; muertos votando; cierre de los centros de
votación a las 5 pm para que sólo votaran los chavistas; reubicaciones de
electores; asalto (y robo de la cédula) al transporte habilitado por la MUD
para el traslado de electores a sus nuevos centros; la no sustitución de los
candidatos en la boleta; no poder tener un candidato único; la presión a los
empleados púbicos; las fallas eléctricas durante el día; las amplísimas demoras
para abrir las mesas; las largas filas para votar; las máquinas sospechosamente
dañadas; las amenazas y expulsión de los testigos; las auditorías fallidas,
etc., etc. No Hubo fraude electrónico, pero si un descomunal entramado de
triquiñuelas, trampas, negación de derechos y amenazas, todo lo cual configura
un mega fraude electoral.
Aún
sin que la MUD haya aceptado inconvenientemente las regionales, éstas siempre
tendrían menos acogida en el pueblo, que unas presidenciales o que unas
elecciones de alcaldes, en donde el candidato a elegir se siente más cercano al
elector. Pero es la certeza de la gente en cuanto que la elección de gobernadores
no cambiaba para nada al país, lo que selló su suerte y lo que la diferenció
del 6 D 2015.
Miguel
Méndez Rodulfo
Caracas,
27/10/2017.
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