OMAR BARBOZA GUTIÉRREZ 30 de octubre de 2017
Considero
oportuno iniciar este artículo con la siguiente cita de Abraham Lincoln: “Si
pudiéramos saber primero en dónde estamos y a dónde nos dirigimos, pudiéramos
juzgar mejor qué hacer y cómo hacer las cosas”.
Como
consecuencia de la presencia en el gobierno nacional de un modelo que niega la
libertad y el progreso, estamos ante la más grave crisis nacional que hayamos
vivido. Entonces lo que está planteado es la reconstrucción de la Unidad para
lograr el cambio político nacional, tanto del gobierno como del modelo que
trata de imponer. Para ello, es fundamental estar consciente de que para
superar la grave situación que atraviesa nuestro pueblo y la destrucción a la
que ha sido sometido el país, es una precondición el cambio del actual gobierno
nacional. Y cualquier conducta que reconozca las formas ilegítimas que ellos
utilizan para conservar el poder, contribuye con el fortalecimiento y la
permanencia del modelo que hoy oprime a Venezuela.
Para
ello, una nueva concepción de la Unidad debe comenzar por la definición y
respeto de una estrategia común, que teniendo la defensa de la Constitución
como uno de sus principales compromisos, debe tener como objetivo esencial la
concientización del ochenta por ciento (80%) de la población que rechaza la
actual gestión de gobierno, y convertirla en la base de la lucha social y
política por el cambio, la cual debe alejarse de los métodos violentos, y darle
protagonismo a las luchas legítimas del pueblo venezolano por mejorar sus
condiciones de vida.
No
debemos olvidar que a este régimen lo que lo sostiene es la utilización de la
fuerza en contra de la razón y la verdad. La violencia es el campo de lucha que
más le conviene al gobierno, y por eso considero que la definición de una
estrategia común de la unidad democrática, pudiera definirse como resistencia
democrática no violenta hasta lograr el cambio.
Cuando
nos planteamos la vía para lograr nuestros objetivos, luego de lo ocurrido en
las pasadas elecciones regionales, agravado por la juramentación de algunos
gobernadores opositores ante la ilegítima y fraudulenta llamada constituyente,
debemos advertir, citando a Albert Camus que: “La tiranía totalitaria no se
edifica sobre las virtudes de los totalitarios, sino sobre los defectos de los
demócratas”
Esta
vez el gobierno, dentro de un proceso que ya sabíamos que estaría signado por
el ventajismo, llegó a extremos nunca vistos que afectan gravemente la
credibilidad en el Voto como vía para resolver pacíficamente las diferencias
políticas, como lo fue la violación descarada de la Ley para no aprobar las
sustituciones de candidatos, o avalar el forjamiento de actas para negarle el
legítimo triunfo a Andrés Velásquez. Sólo en los Estados Miranda, Mérida,
Aragua, Carabobo y Lara, las reubicaciones de última hora llegaron a 700.000
electores. Se utilizó la violencia intimidatoria a los electores, y a la fuerza
se incrementó el Voto asistido violando las normas. Según el informe de la Red
de Observación – Asamblea de Educación, acreditada por el CNE, en un 44% de los
Centros observados, el escrutinio no fue público; y a la 6:13.pm, antes de que
el CNE informara al país los resultados de las elecciones, Nicolás Maduro
acompañado por el alto gobierno y jefes militares, declaró en Venezolana de
Televisión, que la participación había sido del 61,4%, fundamentando así todas
las sospechas sobre el incremento fraudulento de electores.
De tal
manera que para quienes somos participacionistas, porque creemos en el Voto
como el instrumento pacífico para el cambio, se nos plantea la situación de
Fernando Savater cuando afirmó que por estar en favor de la electricidad, no
tenía por qué estar de acuerdo con la silla eléctrica.
Y este
es un tema sobre el cual debemos definir juntos y de manera urgente, el camino
a seguir porque toca un aspecto fundamental de la lucha democrática. Cobra
vigencia el dicho popular de que cuando a una persona la estafan dos veces
utilizando el mismo método, la primera vez es una víctima, la segunda es
cómplice.
Por lo
dicho anteriormente, considero que para preservar la posibilidad de un cambio
político por la vía electoral, es muy importante condicionar con toda firmeza
cualquier participación en futuras elecciones a cambios profundos en el sistema
electoral venezolano.
En ese
sentido, como estrategia electoral me adelanto a proponer el Movimiento
Soberanía que logre condiciones reales para hacer efectivo el principio
establecido en el Artículo 5° de la Constitución vigente: “La soberanía reside
intransferiblemente en el pueblo”. Si eso no está garantizado, no estamos
hablando de elecciones libres. Luchemos primero por lograrlas y luego pensemos
en los candidatos.
OMAR
BARBOZA GUTIÉRREZ
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