Trino Márquez 25 de octubre de 2017
@trinomarquezc
El
triunfo más importante del régimen el 15 de octubre no fue haberse quedado,
aplicando malas mañas, con la mayoría de las gobernaciones. Su victoria
fundamental fue haber colocado a la Mesa de la Unidad Democrática al borde de
la extinción. A partir de ese fatídico domingo se desataron los demonios en el
campo opositor. La derrota -provocada por numerosos factores, el más
importante, el fraude masivo y continuado perpetrado por el régimen- no ha
conducido a un análisis integral del proceso y de la situación de los partidos
de oposición, sino a una guerra de acusaciones suicidas. Nicolás Maduro y su
gente deben de estar frotándose las manos ante tanta desmesura e insensatez.
Nuestros dirigentes perdieron totalmente la brújula. No logran detectar quién
es dónde y se encuentra el enemigo principal. Ni por un segundo se detienen a
meditar sobre la recomendación del maestro Sun Tzu en El arte de la guerra:
jamás hagas lo que le conviene a tu enemigo. Tampoco toman en cuenta la célebre
recomendación que Maquiavelo le formula a César Borgia en El Príncipe: divide y
reinarás.
Las
declaraciones de las organizaciones y jefes políticos opositores parecen salidas del hígado, sin
haber pasado por el cerebro. Henrique Capriles afirma: la ruta electoral quedó
cancelada y yo no regreso a la MUD mientras Henry Ramos Allup esté allí.
Voluntad Popular anuncia que no participará en las elecciones municipales
convocadas para el próximo 10 de diciembre. Vente Venezuela decreta la muerte
de la MUD y el tránsito hacia una forma superior de unidad. Los gobernadores electos que se presentaron
ante la asamblea constituyente se convirtieron en blanco de un ajusticiamiento
moral implacable, incluso por candidatos que perdieron de forma vergonzosa en
los comicios regionales. No se evalúan las condiciones de la oposición luego de
haber obtenido apenas 5 gobernaciones.
En
esas declaraciones desmesuradas no se ve por ningún lado que las toxinas hayan
pasado por los riñones para depurarse.
Todo es grito exaltado, acusaciones, exceso. El análisis concreto de las
situaciones concretas, como recomiendan los políticos más avezados, fue relegado.
Si se
abandona la ruta electoral y se deja de concurrir a la cita de diciembre,
entonces ¿cuál camino debe emprenderse? No hay muchos. Conformar organizaciones
o partidos de masa toma mucho tiempo. Pregúntenselo a la gente de Primero
Justicia, Voluntad Popular, UNT y Vente Venezuela, especialmente si los
dirigentes de las agrupaciones quedan fuera de los órganos de representación
popular. Pasar a la clandestinidad para organizar la resistencia de abajo hacia
arriba puede tomar varias décadas. Organizar una huelga insurreccional luce
imposible: la empresa privada anda en vías de extinción; el Estado controla
casi totalmente la economía y percibe 96% de las divisas que ingresan a la
nación. Promover un pronunciamiento militar con los oficiales ‘institucionalistas’
es una quimera; estos militares son más falsos que La Sayona. Esperar una
invasión norteamericana o de fuerzas multinacionales, además de inconveniente,
es ilusoria. Los estatutos de la OEA no contemplan intervenciones armadas en
América Latina y los Estados Unidos han tenido y aún tiene demasiados problemas
con la región, para que se atreva a mandar los marines a esta sufrido país. Ya
con el muro de México el señor Trump tiene suficientes inconvenientes. Sus verdaderos retos
militares son el orate de Korea del
Norte y los fanáticos psicópatas de Isis. Entonces, abandonar la opción
electoral sin saber cuál otra vía debe adoptarse, resulta un salto al vacío.
En
este ambiente dominado por el desconcierto y la confusión, el gobierno apretará
el acelerador electoral para demoler los
restos de la MUD. Su legitimidad no la obtendrá de quienes fueron a
votar el 15-0 y continuarán haciéndolo en los sucesivos comicios que se
convocarán, sino de quienes se abstengan en nombre de ideales difusos y
conceptos genéricos carentes de toda utilidad práctica. No dudo de que se
necesita una estrategia integral que oriente la actividad política y que la
participación en las elecciones debe formar parte de ese plan global. Sin
embargo, prescindir de la confrontación comicial sin contar con esa visión
panorámica resulta un error garrafal, pues quedamos fuera de los órganos que
expresan la soberanía popular sin contar aún con organizaciones políticas
enraizadas en la sociedad.
En el
ámbito electoral lo que tendríamos que hacer es exigir mayores garantías.
Contamos con el apoyo internacional. Nuestros amigos en el exterior presionarán
para que haya cambios que reduzcan los desequilibrios tan profundos que
caracterizan las elecciones venezolanas.
En
cualquier caso, el dilema de si participar o no en los próximos comicios no
puede tomarse en medio de un clima enrarecido por el malestar y las
descalificaciones mutuas. Nunca se ve a los dirigentes del madurismo cayéndose
a dentelladas. Al contrario: se resguardan mutuamente a pesar de las enormes
diferencias que los separan. La oposición es incapaz de aprender de este
comportamiento.
Frente
a nosotros se levanta el enemigo más poderoso y brutal que haya confrontado
oposición alguna en la historia nacional. Sólo se le derrotará si la oposición
se mantiene cohesionada en torno de una estrategia, un programa y una
organización comúnmente aceptada. Estamos obligados recuperar la cordura.
Trino
Márquez
@trinomarquezc
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico