Por Carolina Gómez-Ávila
Los venezolanos que sellaron
nuestra independencia fundaron la República inspirados por la Revolución
francesa cuyo primer objetivo era acabar con la monarquía porque significaba el
monopolio del poder. Con la alternancia por la vía democrática el sistema
republicano conjura un peligro que -me parece- le cuesta metabolizar a la
mayoría de la población. Este es, que hay hombres y mujeres que ambicionan el
poder y que si no encuentran reglas claras y fluidas para llegar a él,
conspiran para lograrlo. De eso se trata la historia y de eso se tratará: de
qué tan fuerte es la pulsión por el poder y de qué tan razonables sean los
mecanismos para tener acceso a él, por vías pacíficas.
Si usted -como yo- no aspira
al poder, le puede costar asumir que esto pasa con un número importante de
seres humanos. No lo atribuya a la ambición desmedida ni crea que es una
perversión. No lo es. Es parte de la naturaleza humana y de las diferencias que
nos distinguen, como el talento para las artes o para deleitarse con la textura
de las vísceras que tienen algunos médicos y que a otros podría resultarnos en
extremo repulsivo. Somos distintos, es todo; y por cierto, eso es maravilloso.
Lo anterior es útil para
recordar que un político que no aspire al poder es una criatura mitológica.
Igual que es una criatura mitológica un dictador “bueno” o un revolucionario
demócrata por lo que decía George Orwell: “No se establece una dictadura para
salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una
dictadura.”
Y ya que estamos en la esfera
de los monstruos fantásticos, allí también reside la idea de recuperar la
alternancia democrática sin una sólida alianza de partidos como la MUD. Pero la
MUD ha sido groseramente torpe para explicar que ella no es un partido político
y por lo tanto no tiene dirección política única. Y la población ha sido terca
reclamándole que tenga lo que por naturaleza no puede tener. Ya no hay manera
de excusar a la MUD de esta ineficacia, así que hay que concluir que es
intencional; tampoco se puede excusar a la población por opinar desinformada o
por negarse a aceptar la realidad.
En cualquier caso, la MUD está
representada por 6 “organizaciones con fines políticos” debidamente legalizadas
ante el único CNE que está en condiciones de ejecutar sus decisiones: PJ, AD,
VP, UNT, AP y la propia MUD. Veo necesario insistir en que, contando con una
apetecible tarjeta legalizada, con mayor popularidad que cualquiera de la
veintena de partidos o grupos que la conforman, con una estructura en
funcionamiento y con fuentes de financiamiento activas, es otra fantasía
olímpica creer que la MUD desaparecería en vez de “cambiar de dueño”. Detrás de
este suculento activo estarán todas las “organizaciones con fines políticos”
que no quisieron o no lograron renovar sus nóminas en las recientes jornadas
que llamaron “de validación”; estoy calculando unas 15, aproximadamente.
Es por esto que me alarma que
haya políticos y politólogos operando para sembrar una matriz de opinión según
la cual la MUD ya habría cumplido su ciclo y estaríamos en hora propicia para
fundar otra organización que -¡oh, sorpresa!- tendría el mismo objetivo y fines
que la MUD: aglutinar a todas las fuerzas democráticas en un frente común
contra la dictadura. Nos están engañando y ello traería consecuencias nefastas.
Otra cosa sería admitir el
grave error que fue defenestrar a Ramón Guillermo Aveledo de la Secretaría
Ejecutiva, único que parecía conjugar la visión y el liderazgo para mantener
vivo el ímpetu de las fuerzas internas a la vez que controladas sus agallas
individuales. Pero una admisión de culpa, un acto de humildad de los líderes por
la afrenta que le han hecho a la nación, una petición pública de perdón a los
venezolanos seguida de una solicitud a Aveledo para que retorne a la conducción
de la MUD, si bien sería la manera más correcta de proceder, será despreciada
por ellos sin darse cuenta de que -si no lo hacen- estarán mirando fijamente a
los ojos de Medusa.
28-10-17
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