Por Carolina Gómez-Ávila
Dice Erica Chenoweth,
destacada politólogo especialista en resistencia civil, que en las sociedades
que dedican sus días festivos a militares y batallas es natural la creencia de
que la violencia y el valor son la misma cosa.
En la nuestra no sólo
dedicamos los días festivos. Quienes detentan el poder político tienen casi 20
años trabajando día y noche para que la población adopte las formas e ideales
de la vida del cuartel: mandar, obedecer, ser premiados con lo que por derecho
nos corresponde o sufrir castigos ejemplarizantes, son apenas los rasgos más
visibles; pero hay otros que prosperan camuflados entre conductas socialmente
aplaudidas y lo contaminan todo para que nunca podamos lograr el cambio por el
que creemos luchar.
Los resultados de las
elecciones de Gobernadores son un claro ejemplo de cómo los líderes opositores
reciben vítores o rechiflas tras una suerte de medición visual y auditiva de
sus niveles de testosterona. El lenguaje corporal ha ganado más apoyo que los
argumentos -ventaja para los machos alfa, estereotipo militar- y han tenido
roles estelares el tono y timbre de voz junto con el ritmo y volumen al hablar.
Mayor puntaje da el léxico llano, a veces vulgar, y casi siempre provocador en
este examen que determina si hubo o no hubo “defensa del voto”.
Independientemente de lo que hagan
quienes controlan el poder, el gran ganador en ese examen ha sido Andrés
Velásquez y el más claro perdedor -aplicando el mismo baremo- Carlos Ocariz.
Mientras el de Bolívar aparece en la mitad de la calle poniéndole el pecho a
las fuerzas antimotines, el de Miranda lo hace bajo techo inventariando los
motivos de la tragedia. El mensaje primitivo es que el primero está a un tris
de la refriega cuerpo a cuerpo y que el segundo le tiene miedo.
Pocos miran lo que subyace. El
triunfo de Velásquez (cierto aunque fuera falso y si no lo fuera, aunque se lo
arrebaten) y la derrota de Ocariz (doble por no estar en condiciones de
rebatirla), no están para mí en sus mensajes comunicacionales. Lo que miro con
interés republicano y con admiración democrática, es que -a diferencia de
Ocariz- Velásquez logró mantener en sus puestos a sus Testigos de Mesa y
recolectó el 100% de las actas que demostrarían un fraude durante la
transcripción manual de las mismas. Velásquez reclutó, organizó y veló porque
un equipo humano se capacitara y tuviera planes de acción y de contingencia
para que su sola presencia evitara distintos ilícitos durante la jornada y
recabara, al final de ella, las pruebas que le permitirán demostrar lo que
todos preveíamos. Ocariz, en cambio, se declaró incompetente al revelar que no
logró su objetivo táctico, perdiendo contacto con el 31% de sus Testigos de
Mesa. Tampoco tuvo estrategia para la ya conocida trampa nocturna que se
tradujo en los votos fraudulentos que ahora denuncia. Y esta es para mí, toda
la diferencia. Ni un aplauso a la actitud desafiante de Velásquez, todos a su
trabajo de equipo. Ni una sorpresa ante el comportamiento gris de Ocariz, todos
mis reproches a su incapacidad para liderar y garantizar que los mejores
diseñaran y cumplieran planes y estrategias.
Nada de lo que he dicho hasta
aquí califica o descalifica a Velásquez o a Ocariz para gobernar con pulcritud
y eficiencia. Sólo hablo de sus actitudes y habilidades para ganar contiendas.
El mismo criterio aplicaría a cada uno de quienes se midió en esta
antidemocrática jornada electoral.
Pero me detengo en ellos,
extremos, para que nos miremos nosotros. Para que anotemos lo que hemos
valorado y aplaudido en nuestros líderes y lo comparemos con las ideas e
ideales que desde el mundo militar nos han imbuido en los últimos lustros,
porque es a través de esta forma de pensar que nos han sometido como pueblo. Y
mientras tengamos esta forma de pensar, no hay cambio a la vista porque, como
razona Chenoweth, las sociedades que confunden la violencia con el valor
consideran que una verdadera victoria no es posible sin derramamiento de sangre
de ambos bandos.
A esto nos enfrentamos.
21-10-17
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico