Por Jesús María Aguirre S.J.
El 17 de octubre recogimos
esta triste historia: Una adolescente de 14 años de edad, identificada como
Danyerlin Josefina Heredia Salavé, fue violada y asesinada el viernes en la
mañana en el sector El Cardón, en Carapita. Su cuerpo fue hallado por
familiares el domingo 15 a las 10:00 am dentro de una bolsa arrojada
en un basurero de la zona. El cadáver presentaba heridas por puñaladas y
golpes.
En esa misma semana leíamos en
#Aleteia las confidencias de la actriz Claudia Cardinale, famosa por películas
como El Gatopardo, quien confesaba en una entrevista a un medio italiano:
[Teniendo 16 años] “Un hombre que no conocía, mucho más grande que yo, me
obligó a entrar a su coche y me violó. Fue horrible”. Fruto de esa violación y
el embarazo posterior fue su hijo Patrick.
En la primera historia el
violador es una persona de confianza, públicamente conocida, dedicada a
entretener niños y adolescentes, incluso acreditada con títulos obtenidos por
la Universidad Bolivariana y su desenlace el asesinato; no se sabe su paradero.
Al final una flor cortada, pisada, botada en un basurero.
En la segunda es un hombrachón
desconocido que abusa de su fuerza y que se pierde en la sombre como un macho
inseminador. En el seno resiliente de Claudia, en lucha con quienes le
aconsejan abortar, nace un niño. Al menos quedó una alegría en medio de un
hecho tortuoso.
Para Danyerlin no queda
ninguna esperanza humana, sino solamente la angustia de su madre, y la sed de
justicia que clama al cielo en todo el barrio de Carapita. Ojalá los
funcionarios del CICPC nos den alguna señal de que todavía hay algún rastro de
la justicia divina también en nuestro suelo.
23-10-17
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