Editorial Tal Cual
Por Xabier Coscojuela
Si la derrota electoral fue
mala, el espectáculo que han venido dando importantes dirigentes de la
oposición es todavía peor. La cordura, la mesura, la sindéresis desaparecieron
de su comportamiento. La Mesa de la Unidad Democrática está muriendo y, al
parecer, no tiene posibilidades de sobrevivir.
Por José Ignacio Guédez,
secretario general de la Causa R, nos enteramos que los integrantes de la
entente opositora no han sostenido ninguna reunión desde el 15 de octubre. No
han sido capaces de sentarse alrededor de una mesa a analizar y discutir sobre
lo ocurrido.
Decirse en privado las
verdades que tengan que decirse, sostener acalorados debates, discusiones de
cualquier tenor y, luego de todo esto, decidir si siguen juntos o no.
Guédez tuvo que renunciar a su
cargo como secretario de la Asamblea Nacional para dejar patente lo que ocurría
y tratar de lograr cambiar lo que venía sucediendo, pero lo visto este martes
23 de octubre nos dice que falló en su intento.
Si las aguas estaban revueltas
terminaron de convertirse en un maremoto con la decisión de los gobernadores
militantes de Acción Democrática de juramentarse ante la Asamblea Nacional
Constituyente.
Esa decisión contradice todo
lo que se le había dicho a los electores desde que Nicolás Maduro anunció su
convocatoria a la Constituyente. Lo que se afirmó días antes de las elecciones
a gobernadores y lo que los propios elegidos manifestaron después de lograr el
triunfo. Creemos que la coherencia en política es algo bastante vital.
Hay quienes argumentan que no
juramentarse ante la ANC cancelaba la ruta electoral y democrática para
enfrentar al gobierno de Maduro. Que quienes participaron en esos comicios
sabían que había que pasar por ese requisito. Que en la MUD calcularon que la
victoria sería tan contundente que el Gobierno no los podría obligar a asistir
a la ANC, pero los resultados los agarraron fuera de base.
Tal vez esto sea así, pero se
le debió hablar claro a la gente.
Faltó liderazgo político.
El caso, es que después de las
juramentacionnes hubo quienes decidieron lavar sus trapos al sol y la
emprendieron contra los que hasta hace poco eran sus compañeros de ruta.
Mala decisión. La situación
que vive el país reclama a sus dirigentes conductas mucho más responsables de
las que han sostenido estos últimos días o, para ser más precisos, de las que
han venido observando desde diciembre de 2015.
Tenemos al frente al gobierno
más corrupto de la historia venezolana, y que conste que para ser los primeros
en ese renglón la competencia era muy dura. La administración de Maduro es una
de las peores que ha sufrido el país en toda su vida independiente. Tiene el
rechazo de la abrumadora mayoría de la población. Eso no ha cambiado.
Hay, aún hoy a pesar de la
derrota electoral del pasado 15 de octubre, una gran oportunidad para salir de
este desastre por vías civilizadas.
Eso implica sentarse en una
mesa todos los factores políticos opositores y trazar una ruta que todos sigan.
Eso implica también sentarse
con el gobierno de Nicolás Maduro, sin pena, y lograr condiciones electorales
equilibradas. Que todas las irregularidades que se produjeron el pasado 15 de
octubre no se repitan. Esperamos que dentro de los partidos opositores
aparezcan los dirigentes que hagan recobrar la sindéresis, la cordura y el
sentido común.
Si no se logra una unidad lo
más amplia posible, mayor de la que existía en la MUD, el futuro del país es
seguir en manos de Maduro y su combo. Es condenar a Venezuela a no tener
futuro.
28-10-17
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