Redacción 29 de octubre de 2017
Dos
noticias que debieran indignar a todos los venezolanos dentro y fuera del país.
La
primera es la publicidad pagada por la empresa CITGO en las ediciones
dominicales de los diarios New York Times (150 mil dólares) y Washington Post
(100 mil dólares), en ambos en la página A7, para publicitar que dona 1 centavo de
dólar por cada galón vendido hasta alcanzar los 8 millones de dólares para los
damnificados por huracanes en EEUU.
La
otra noticia es que el Gobierno nacional decidió, una vez más, pagar los
compromisos de deuda externa, es decir, más de 12 mil millones de dólares, en
deuda más intereses, en total este año, según nos informa el diputado Julio
Borges.
Estas
dos noticias enmarcadas en la inmensa crisis que vive el pueblo venezolano.
En el
pasado cercano, podemos recordar, que en la oportunidad en que se registraron caídas
de los ingresos del país, durante los gobiernos de Luis Herrera y de Jaime
Lucinchi, el principal tema de análisis y discusión fue el refinanciamiento de
la deuda.
Es decir
responsablemente esos gobiernos plantearon a los deudores la posibilidad de refinanciar
las deudas existentes y construyeron acuerdos, que permitían dirigir parte de
los ingresos para el pagar la compra de los repuestos, materias primas,
alimentos y medicinas necesarios para la población, este gobierno prefiere colocarnos
en crisis humanitaria.
El
gasto social de 2017 no llega ni al 40% de ese monto de 12 mil millones de dólares.
Borges dice que se cobran y se dan el vuelto, pues ellos mismos son quienes
tienen los bonos de la deuda. Es una vergüenza que actúen contra los
venezolanos, nada más por mantener sus negocios millonarios con la banca mundial.
La
deuda hasta la fecha alcanza los 150 mil millones de dólares.
Mientras,
en Venezuela, los damnificados por el socialismo hurgan en la basura en busca
de comida, buscan desesperados medicinas, sufren de hiperinflación cuando el
BCV volvió papelillo al bolívar, las ciudades a oscuras lucen desoladas por la
inseguridad, que arrebata una vida cada 20 minutos.
Esos
contrastes hacen pensar en la urgente necesidad de construir en unidad, la ruta de solución de esta
crisis. Es evidente que con este gobierno no hay ninguna posibilidad.
Entendemos que no hay soluciones mágicas ni rutas rápidas, que han demostrado
conducir al afianciamiento de este régimen en el poder. La definición de una
solución pacífica, constitucional y electoral sigue vigente, en nuestra
opinión.
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