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miércoles, 31 de enero de 2018

A María Corina y Antonio por @ElNacionalWeb


Por Oscar Tenreiro


A ti, María Corina, no te conozco personalmente pero sí a tus padres. A ti, Antonio, te conocí solo fugazmente cuando fuiste alcalde. Pero a ambos les tengo un particular respeto y no poca admiración por todo lo que han sacrificado y por el ejemplo que han sido en estos tiempos tan negros de nuestra Venezuela, reducida hoy a una trágica caricatura. Y es esa admiración y ese respeto lo que me impulsa a escribirles públicamente.

Les advierto, para eliminar resistencias a escucharme, que no soy de los que te ven a ti, María Corina, como detenida en la derecha, dándole sentido derogatorio a esa palabra; así como no creo que tú, Antonio, actúes siguiendo la estela de la vieja política del partido del pueblo. Creo más bien que, al igual que muchos de los dirigentes que se han expuesto y luchado a favor de la recuperación de la democracia, ustedes participan de una nueva forma de hacer política que, tal como ya despuntan las cosas en Europa, reivindica el centro dejando atrás los populismos que ignoran las nuevas exigencias de la democracia.

Comienzo diciéndoles que soy un apasionado partidario de participar en las elecciones chimbas convocadas por el dictador y es desde esa posición que escribo estas líneas. Y las califico de chimbas usando el modismo venezolano, porque, al igual que todo aquel que tenga un mínimo apego a las reglas democráticas, sé que son ilegales y que están fuera de la Constitución vigente. Pero, sin dejar de pensar eso, sostengo sin embargo que el régimen, al convocarlas, convencidos sus dirigentes de que enfrentan a una oposición débil a la cual además pueden apabullar poniéndole todos los obstáculos –requisitos, inhabilitaciones, manipulaciones, descalificaciones– y sosteniendo a un CNE parcializado y manipulador, ha dado, sin embargo, un paso en falso de gran calibre, porque nos abre a los opositores una ventana inesperada para expresarnos ante lo que, fieles al asesoramiento cubano, ellos piensan que es un electorado cautivo que presionado por carnets de la patria, consejos comunales, bandas paramilitares y simple necesidad de comer, votará por ellos. Y más bien lo que han hecho es poner a nuestra disposición un escenario en el que podremos demostrarles –si votamos masivamente– que no solo el pueblo no está con ellos, sino que los rechaza y quiere otro camino para Venezuela. Objetivo que nos obliga a realizar una campaña necesarísima para que el pueblo que sufre entienda definitivamente que está siendo chantajeado con el hambre de un modo que pone al régimen venezolano casi en el rango de genocida. Y que debe votar contra la dictadura precisamente para ganar el derecho de no vivir de la dependencia que lleva a la miseria.


De lo que se trata, pues, en estas elecciones, así como se trató cuando votaron 7 millones de venezolanos convocados por la oposición a un referéndum que tampoco era legal, es de enfrentar democráticamente al dictador y a la vez decirle al mundo, con mucha mayor fuerza, que la gran mayoría del pueblo venezolano quiere otro camino para este país que sufre y ha sido protagonista de la más extrema diáspora de la historia latinoamericana.

Y convencido, como están convencidos muchos, de que la dificultad se nos ha convertido en oportunidad, les pido que no prediquen el abstencionismo, caso de que lo hayan hecho. Es más, que se sumen activamente a pedir participación. Ustedes son de una estirpe distinta a la de los sabios de Internet, héroes de la distancia, protegidos por esa especie de escudo para la ocasional irresponsabilidad –bastante se ha dicho ya– que son las redes sociales en relación con la política. Ambos, cada uno a su manera, tienen un futuro político garantizado, y tú, María Corina, por tu juventud, tienes delante de ti toda una vida. Tendrán, como tendrán que hacerlo quienes están en las altas dirigencias, que dejar atrás las expectativas inmediatas y apostar por que la vida muestre opciones. Los supongo, además, conscientes de que quien salga elegido de este ejercicio ilegal no adquirirá una investidura formal, sino que se convertirá en líder visible –imprescindible hoy– de la oposición, y en mediador transicional hacia elecciones constitucionales en las cuales será o no candidato, porque en ese punto tendrá que venir una nueva conciliación de proyectos personales. Y ya veremos qué camino escogerá el dictador derrotado, si el de buscar más conflictos insolubles o negociar una salida discreta. Se abrirá un nuevo capítulo; habrá que pactar y contar con la presencia activa del chavismo responsable y democrático, de donde, por lo demás, habrá que esperar muchos votos a favor de la democracia.

Entretanto, creo que ustedes, en virtud de su prestigio en el exterior, pueden ser mensajeros activos ante el mundo externo, ante personas como Luis Almagro, nuestro defensor excepcional, ante los gobiernos extranjeros y ante personalidades que han seguido de cerca nuestra tragedia, de por qué la oposición asume este nuevo episodio a partir de los razonamientos que esquemáticamente he descrito y de muchos otros que se sumen.

Culmino estas líneas diciéndoles que no tengo otra intención que no sea la de resistirme como ciudadano a ver mi país secuestrado y aplastado. Veo alrededor y con máximo desaliento la dispersión, la confusión, el escepticismo, y me va llegando hasta lo más profundo del alma el grito de ya basta. Como tantos, amo a mi país y me identifico con nuestra historia de búsqueda del perfeccionamiento republicano y democrático. Es por todo eso, y por ser consciente de lo que ustedes representan, que les hablo públicamente.

30-01-18




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