Por Oscar Tenreiro
A ti, María Corina, no te
conozco personalmente pero sí a tus padres. A ti, Antonio, te conocí solo
fugazmente cuando fuiste alcalde. Pero a ambos les tengo un particular respeto
y no poca admiración por todo lo que han sacrificado y por el ejemplo que han
sido en estos tiempos tan negros de nuestra Venezuela, reducida hoy a una
trágica caricatura. Y es esa admiración y ese respeto lo que me impulsa a
escribirles públicamente.
Les advierto, para eliminar
resistencias a escucharme, que no soy de los que te ven a ti, María Corina,
como detenida en la derecha, dándole sentido derogatorio a esa palabra;
así como no creo que tú, Antonio, actúes siguiendo la estela de la vieja
política del partido del pueblo. Creo más bien que, al igual que
muchos de los dirigentes que se han expuesto y luchado a favor de la
recuperación de la democracia, ustedes participan de una nueva forma de hacer
política que, tal como ya despuntan las cosas en Europa, reivindica el centro
dejando atrás los populismos que ignoran las nuevas exigencias de la
democracia.
Comienzo diciéndoles que soy
un apasionado partidario de participar en las
elecciones chimbas convocadas por el dictador y es desde esa posición
que escribo estas líneas. Y las califico de chimbas usando el modismo
venezolano, porque, al igual que todo aquel que tenga un mínimo apego a las
reglas democráticas, sé que son ilegales y que están fuera de la Constitución vigente.
Pero, sin dejar de pensar eso, sostengo sin embargo que el régimen, al
convocarlas, convencidos sus dirigentes de que enfrentan a una oposición débil
a la cual además pueden apabullar poniéndole todos los obstáculos –requisitos,
inhabilitaciones, manipulaciones, descalificaciones– y sosteniendo a un CNE
parcializado y manipulador, ha dado, sin embargo, un paso en falso de gran
calibre, porque nos abre a los opositores una ventana inesperada para
expresarnos ante lo que, fieles al asesoramiento cubano, ellos piensan que es
un electorado cautivo que presionado por carnets de la patria, consejos
comunales, bandas paramilitares y simple necesidad de comer, votará por ellos.
Y más bien lo que han hecho es poner a nuestra disposición un escenario en el que
podremos demostrarles –si votamos masivamente– que no solo el pueblo no está
con ellos, sino que los rechaza y quiere otro camino para Venezuela. Objetivo
que nos obliga a realizar una campaña necesarísima para que el pueblo que sufre
entienda definitivamente que está siendo chantajeado con el hambre de un modo
que pone al régimen venezolano casi en el rango de genocida. Y que debe votar
contra la dictadura precisamente para ganar el derecho de no vivir de la
dependencia que lleva a la miseria.
De lo que se trata, pues, en
estas elecciones, así como se trató cuando votaron 7 millones de venezolanos
convocados por la oposición a un referéndum que tampoco era legal, es
de enfrentar democráticamente al dictador y a la vez decirle al mundo, con mucha
mayor fuerza, que la gran mayoría del pueblo venezolano quiere otro camino para
este país que sufre y ha sido protagonista de la más extrema diáspora de la
historia latinoamericana.
Y convencido, como están
convencidos muchos, de que la dificultad se nos ha convertido en oportunidad,
les pido que no prediquen el abstencionismo, caso de que lo hayan hecho. Es
más, que se sumen activamente a pedir participación. Ustedes son de una estirpe
distinta a la de los sabios de Internet, héroes de la distancia, protegidos por
esa especie de escudo para la ocasional irresponsabilidad –bastante se ha dicho
ya– que son las redes sociales en relación con la política. Ambos, cada uno a
su manera, tienen un futuro político garantizado, y tú, María Corina, por tu
juventud, tienes delante de ti toda una vida. Tendrán, como tendrán que hacerlo
quienes están en las altas dirigencias, que dejar atrás las expectativas
inmediatas y apostar por que la vida muestre opciones. Los supongo, además,
conscientes de que quien salga elegido de este ejercicio ilegal no adquirirá
una investidura formal, sino que se convertirá en líder visible –imprescindible
hoy– de la oposición, y en mediador transicional hacia elecciones
constitucionales en las cuales será o no candidato, porque en ese punto tendrá
que venir una nueva conciliación de proyectos personales. Y ya veremos qué
camino escogerá el dictador derrotado, si el de buscar más conflictos
insolubles o negociar una salida discreta. Se abrirá un nuevo capítulo; habrá
que pactar y contar con la presencia activa del chavismo responsable y
democrático, de donde, por lo demás, habrá que esperar muchos votos a favor de
la democracia.
Entretanto, creo que
ustedes, en virtud de su prestigio en el exterior, pueden ser mensajeros
activos ante el mundo externo, ante personas como Luis Almagro, nuestro
defensor excepcional, ante los gobiernos extranjeros y ante personalidades que
han seguido de cerca nuestra tragedia, de por qué la oposición asume este nuevo
episodio a partir de los razonamientos que esquemáticamente he descrito y de
muchos otros que se sumen.
Culmino estas líneas
diciéndoles que no tengo otra intención que no sea la de resistirme como
ciudadano a ver mi país secuestrado y aplastado. Veo alrededor y con máximo
desaliento la dispersión, la confusión, el escepticismo, y me va llegando hasta
lo más profundo del alma el grito de ya basta. Como tantos, amo a mi
país y me identifico con nuestra historia de búsqueda del perfeccionamiento
republicano y democrático. Es por todo eso, y por ser consciente de lo que
ustedes representan, que les hablo públicamente.
30-01-18
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico