José María Gómez Vallejo
Teitiota y
su familia vivían en Kiribati, una pequeña isla en el Océano Pacífico, pero
tuvieron que emigrar a Nueva Zelanda porque la subida del nivel del mar ponía
en riesgo sus vidas. Su caso no es excepcional. Se estima que hay más de 60
millones de personas desplazadas como consecuencia del cambio climático, según
la Agencia de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados, una
cifra que podría ascender a casi 1 mil millones en los próximos 50 años.
A pesar de
que el calentamiento global obligue a buscar un nuevo hogar a millones de
personas, son invisibles en el marco legal internacional. Tanto a Teitiota como
a su familia les denegaron el asilo y
tuvieron que volver a una isla que en los próximos años estará sumergida bajo
el agua, porque no hay leyes que les reconozcan como refugiados climáticos. Es
una realidad que no aparece en el Estatuto de los Refugiados, a pesar de que
los cambios y desastres ambientales han provocado más migraciones que los
conflictos armados, según la Organización Internacional para las Migraciones.
Los países
más vulnerables, y por tanto más perjudicados, son aquellos que disponen de
menos recursos, la mayoría se encuentran en África, Asia y Latinoamérica.
Sufren las consecuencias de las enfermedades, las sequías e inundaciones, o la
desaparición de especies, que dañan a un entorno que es fundamental para estos
países no industrializados, que viven sobre todo de los recursos naturales.
Además, están más expuestos a la contaminación por culpa de una industria
pesada que degrada el medio ambiente con la deforestación, o la extracción de
gas y petróleo.
“La
explotación minera en nuestros países contamina el agua y destruye el suelo,
¿de qué vamos a vivir?”, se pregunta Samir Abi, presidente del Observatorio de
Migraciones del África Occidental. “Somos víctimas de las multinacionales del
norte, emigramos por su culpa”. De los
50 países más afectados, 36 están en África. Gueme es la presidenta de la Unión
de Sindicatos de Chad y denuncia que las explotaciones petroleras “han
destruidos cultivos en la única zona fértil del lago”, lo que ha obligado a
miles de personas a exiliarse.
La
temperatura media del planeta superará los tres grados en 2050 según diversos
estudios avalados por la Organización de las Naciones Unidas. Por ello es vital
buscar alternativas al calentamiento global y los estragos que causa tanto en
el planeta como en las personas. El Acuerdo de París, aun con la retirada de
los Estados Unidos, supone un necesario paso para limitar el aumento de
temperaturas y mitigar los daños que se producen en aquellos países donde el
cambio climático es más severo.
Sólo falta
en el acuerdo que el reconocimiento y las referencias hacia la protección de
los refugiados climáticos se traduzcan en medidas concretas que aseguren y
preserven sus derechos. Y que se decidan a
reconocer como derecho fundamental a las víctimas de los efectos del
cambio climático. Esto, junto a la imprescindible educación de todas las
mujeres y de los hombres a aceptar y ser respetados en su derecho a una
maternidad/paternidad responsables son pasos imprescindibles ante la explosión
demográfica, sobre todo, en las áreas con menos recursos porque el frente que
nos podría llevar al caos se apoya sobre todo en esos pilares: educación y
corresponsabilidad sin fronteras.
En cooperación con el blog https://futuroyaven.blogspot.com/
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