Por Piero Trepiccione
La geopolítica
continental se está moviendo y se moverá con mucha fuerza en este 2018 con
impactos hacia y desde Venezuela. Si a ello le sumamos que nos corresponde
celebrar elecciones presidenciales en nuestro país, la guinda
del carácter político del año prácticamente no tiene desperdicio.
El proceso comicial a
celebrarse aquí es el de mayor complejidad en la región acaso seguido por el de
México y sin duda, los esfuerzos estarán orientados a resolver
diplomáticamente las diferencias en el liderazgo político
interno para que su impacto sea el menor posible en el ámbito regional.
Este panorama nos abre tres
grandes escenarios posibles, cada uno con sus bemoles y particularidades que
pueden en momentos dados combinarse.
El escenario A es el
asociado al cambio político. Se dan las elecciones presidenciales y la
oposición logra presentar un candidato unitario que aglutine
mayoritariamente el sentimiento de descontento hacia la figura del presidente
actual. Por más dificultades y obstáculos que puedan socavar o diluir la
voluntad general del país, se logra cambiar democráticamente al presidente en
ejercicio y candidato a la reelección. Esto supondría una atención inmediata a
la crisis económica pero bajo parámetros de distintos modelos de
políticas públicas. Bajo este escenario pudiera abrirse el crédito
internacional público y privado hacia Venezuela.
El escenario B es la
posibilidad, frente a la agudización de la crisis económica y la precarización
de la vida cotidiana, de un golpe militar que frente a una coyuntura
social insostenible pudiera asomarse para “poner orden” y controlar las
variables sociales y económicas bajo un formato centralista y de “fast-track”.
Esta posibilidad tendría reacciones continentales que limitarían el ejercicio
del poder a un corto periodo mientras se logra la estabilización económica.
El tercer escenario tiene
que ver con la posibilidad que Nicolás Maduro y la revolución
bolivariana siga en el poder pero haciendo el “ajuste
económico” requerido para revertir la situación actual del país. Esto
supondría un acercamiento al modelo chinode control estatal y libertades
amplias para el sector privado de la economía para que sea éste el
protagonista de la recuperación de los niveles de productividad económica. Para
sorpresa de muchos dentro y fuera del país, este escenario se proyecta y se
presenta con posibilidades porque dentro del chavismo son cada
vez más ruidosas las voces que piden a gritos un cambio en el modelo
económico que no ha dado resultados en los últimos veinte años.
En conclusión, la política
será la gran protagonista de este 2018. Tanto la interna como la externa.
Independientemente de los resultados de la nueva tratativa
de negociación en la República Dominicana entre
el gobierno y los factores de oposición. Y es importante
recalcar que la política, en el estadio actual de la situación interna
venezolana, tendrá un carácter definitorio para las próximas generaciones.
Acaso podría ser importante, una definición absolutamente “a la venezolana”,
sin precedentes en el hemisferio occidental o en el mundo entero. Las
esperanzas en medio de la pesadumbre deben mantenerse intactas.
Foto: EFE
27-01-18
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