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domingo, 28 de enero de 2018

Misión imposible, la misión más exitosa del gobierno, por @fernandocaminop



Fernando Camino Peñalver 27 de enero de 2018
@fernandocaminop

2017 ha sido el peor año que ha padecido nuestra nación, si analizamos el comportamiento de todas las variables utilizadas para calibrar el bienestar de la población, la estabilidad política y el crecimiento económico. El pasado año, la economía familiar fue golpeada en su capacidad adquisitiva debido al desempleo y al alto costo de la vida. La escasez de bienes y servicios, la desatención de los servicios médico asistenciales, la inseguridad y el colapso de los servicios públicos, conformaron una situación de caos en la población que nos indica que estamos en presencia de un estado fallido, incapaz de solucionar los problemas más elementales de la población.

La desacertada política económica del régimen ha traído como consecuencia el desequilibrio de todas las variables macroeconómicas de nuestro país. La aplicación del control de cambio lo que ha hecho es aumentar la fuga de divisas y fortalecer el precio del dólar no controlado. El valor del dólar no controlado se ha convertido en referencia de los precios en detrimento de una población que cobra su salario en bolívares devaluados.

La caída del crecimiento económico público y privado, incluyendo la disminución de la producción de petróleo, ha generado un déficit fiscal el cual el BCV, carente de toda autonomía, ha pretendido frenar con la emisión de dinero inorgánico. La base monetaria creció en 2017 más de un mil por ciento. La inyección de dinero sin ningún tipo de compensación productiva, ya que no es fruto de la recaudación tributaria, ha desatado una hiperinflación de más de 2.700% en 2017.

La actividad económica interna de nuestro país ha venido disminuyendo consecutivamente durante los últimos 16 trimestres. En 2014 cayó un cinco por ciento, en 2015 el PIB se contrajo un ocho por ciento. En los dos años anteriores a este que se inicia, la caída de la producción interna se mantuvo en dos dígitos: 16% y 14% respectivamente.

Este desacertado manejo de la economía de nuestro país, tiene un ingrediente político que es la aplicación de un modelo ideológico fracasado, edulcorado con un llamativo nombre de: Socialismo del siglo veintiuno. El régimen en ningún momento ha pensado que la aplicación de este fenómeno anti natura, fue concebido para beneficio social de nuestra nación, eso le importa muy poco a ellos. Al igual que en Cuba el diseño de esta política está concebida para perpetuarse en el poder.

La destrucción del sector productivo privado es un hecho totalmente calculado por el régimen. Se le quiso dar visos de legalidad con la pretendida reforma constitucional que se sometió a votación en 2007, que se convirtió en la primera derrota electoral sufrida por el chavismo. Sin embargo, el régimen de forma arbitraria e ilegal fue aprobando una tras otra las leyes rechazadas por los electores. Para ello contó con la complicidad de todos los poderes públicos.

Estas leyes conformaron un cuadro de inseguridad jurídica que dio la capacidad destructiva al régimen para avanzar con mayor fuerza, en detrimento de los derechos de propiedad y en la aplicación de mayores controles sobre la actividad económica cercenando de esta manera la libertad económica, establecida en nuestra Constitución Nacional.

La ignorancia de los jerarcas del régimen de las variables económicas del comercio internacional, sobre todo de la volatilidad de los precios del petróleo, los condujo a un cálculo errado sobre la permanencia de los altos precios del crudo. Asimismo, el fracaso y la ruina, debido a la corrupción y la mala gerencia de las empresas expropiadas, trajo como consecuencia el fin del espejismo de un bienestar ficticio mediante el cual tenían engañada a la población.

La consecuencia de la aventura del Socialismo del Siglo Veintiuno está reflejada en la caótica situación en que está hundida nuestra nación. El saldo en rojo que reflejan las cuentas del balance de la gestión social del régimen habla por sí solo.

Cerramos 2017 con la única hiperinflación existente en el planeta, con un aumento de precios en diciembre pasado de más del ochenta por ciento en un solo mes, es decir que los precios aumentaron en promedio más de 2,5% diario y más de veinte por ciento semanal.

Este aumento diario, es la inflación anual de cualquier país que maneje responsablemente su economía. Abastecerse de alimentos es la peor pesadilla de quienes administran la economía familiar. Para poder comer lo básico en una familia de cinco personas en diciembre pasado, se necesitaron disponer de 550.000 bolívares cada día, misión imposible si consideramos que el ingreso mínimo estaba en diciembre en 457.000 bolívares mensuales.

Misión imposible es la misión más exitosa del régimen. Es imposible para el noventa por ciento de nuestra población disponer de 16.500.000 bolívares para comprar los alimentos básicos. Como también resulta imposible conseguir los productos de la dieta básica a precios no dolarizados y con incrementos de cuarenta mil por ciento superior a su valor normal.

Nos encontramos frente a un régimen cada día más reacio al normal cambio político. El régimen intenta hacer unas elecciones presidenciales que ni siquiera reúne las condiciones adversas que enfrentamos en las parlamentarias de 2015. Pero ante este atropello a las normas democráticas, vamos a exigir enérgicamente condiciones justas. De no ceder en la pretensión de institucionalizar sus marramucias electoreras, el régimen tendrá que enfrentarse a un costo político hasta ahora desconocido para ellos. Pero definitivamente tendremos cambio de sistema de gobierno en este 2018.

Fernando Camino Peñalver
@fernandocaminop

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