Editorial El Tiempo 30 de enero de 2018
ara
los venezolanos es evidente que el chavismo ya no es mayoritario en las calles,
en vista de la enorme crisis en todos los niveles que atraviesa su patria y de
los sondeos, que dan indicios de la baja aceptación del Gobierno. Pero para ellos también parece evidente que
el presidente Nicolás Maduro se hará reelegir a la brava en las elecciones
presidenciales, tradicionalmente realizadas en diciembre, pero que, en un golpe
de oportunismo de la Asamblea Constituyente –cuya legalidad muy pocos países
reconocen– y del Consejo Nacional Electoral (CNE) –un rector de bolsillo del
palacio de Miraflores–, se efectuarán antes de que termine abril –se especula
que el 15–, con lo que la sana competencia se evaporará en un ambiente en el
que las condiciones de juego se acomodarán a los intereses políticos del
madurismo.
En ese
sentido, los dos más recientes golpes del Gobierno a la oposición fueron la invalidación
de Voluntad Popular, el partido del detenido Leopoldo López, y la supresión de
la Mesa de Unidad Democrática (MUD) como opción política, supuestamente para
evitar la doble militancia, con lo cual la oposición no tendrá un tarjetón
unitario.
Ante
ese panorama, la oposición entra en el mismo dilema que la ha acompañado a lo
largo de los más recientes certámenes electorales, caracterizados por lo
fraudulentos, por el ventajismo a favor de los candidatos oficialistas y por la
baja participación, así se exhiban unos resultados de ensueño que ni el
mismísimo Hugo Chávez hubiera obtenido jamás en la cresta de su popularidad:
¿participar o no participar?
De
hacerlo, la oposición primero tendría que acordar ir a las urnas con un
candidato único que, en teoría, debería salir de unas primarias que, ante la
premura del tiempo, quizás no se alcancen a realizar, y en un ambiente en el
que sus más influyentes y visibles líderes están en la cárcel, en el exilio o
inhabilitados.
El
obstáculo del tarjetón podría ser salvado al incluir el candidato único en los
tarjetones de los partidos de oposición que no sean podados por el CNE, pero
recuperar la confianza de la ciudadanía es un desafío al que pocos le tienen
fe, a menos que una figura nueva (un ‘outsider’) emerja en ese entorno confuso
y fraccionado. Los comentaristas políticos en el vecino país no cesan de
mencionar al dueño de Empresas Polar, Lorenzo Mendoza, pero no es claro si él
aceptará y si, de hacerlo, logrará revertir la desventaja. Más aún, se da por hecho
que en el remoto escenario de ganar la oposición se consuma un fraude. Es claro
que Maduro no adelantará las elecciones si percibe el más mínimo riesgo de
perderlas.
Y si
la oposición decide no participar, teme lo sucedido en el 2005, cuando no presentó
candidatos a las elecciones legislativas por falta de garantías, lo que con el
tiempo se vio como un enorme error que abrió de par en par las puertas a la
consolidación del chavismo y la llevó a perder de manera dramática un caudal
político y una credibilidad que solo con el paso de los años pudo recuperar y
hoy, de nuevo, están en entredicho. En paralelo, y para distraer la atención
sobre los abusos cometidos contra la militancia opositora, Caracas abre una
crisis diplomática con España al declarar ‘persona non grata’ a su embajador,
por las sanciones que les impuso la Unión Europea a siete de sus más altos
funcionarios.
¿Y el
diálogo de República Dominicana? El anuncio del adelanto de elecciones firmó la
sentencia de muerte de esos acercamientos, empujados por el expresidente del
Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero, auspiciados por el Gobierno de
Santo Domingo y acompañados por varios países, entre ellos México, que acaba de
abandonar, y demostró que no eran más que una mampara del régimen para darse
tiempo y continuar sus tropelías.
Otras
naciones, que forman parte del Grupo de Lima, rechazaron el adelanto de las
elecciones, y el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, fue más lejos al
decir que Bogotá no las reconocerá, como tampoco reconoce ni la Asamblea
Nacional Constituyente ni sus decisiones. En el mismo sentido fue el anuncio de
Estados Unidos, que advirtió que no reconocerá al presidente que salga de esos
comicios por considerarlos “ilegítimos” y que no cumplen los requisitos de “ser
libres, justos, creíbles y transparentes”.
La
Francia del presidente Emmanuel Macron, por su parte, criticó la exclusión de
la MUD “por atentar contra la equidad”, luego de “haber cambiado el calendario
electoral sin consultar con la oposición”.
Venezuela
se enfila hacia unas elecciones con ‘candidato único’ o con un ganador cantado.
Esto, a menos que un milagro salve a este país de seis años más de un desastre
llamado Maduro.
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