Julio César Arreaza B 22 de enero de 2018
Encuentro
un paralelismo entre dos satrapías asesinas, la de chapita Trujillo en RD que
consumió 31 años y la que sufrimos aquí desde hace 20 años.
El
pálpito no me falló desde la primera vez que vi por TV, en la malhadada
madrugada del 4F, las imágenes espantosas de unos tanques trepándose por las
escalinatas de Miraflores y del Palacio Blanco, por órdenes de unos
delincuentes matachines que hollaron el honor de las Fuerzas Armadas
democráticas, quienes buscaban asesinar y deponer al valiente presidente Carlos
André Perez.
Desde
la primera volada, esos pájaros difuminaron en su oscura estela la moral de
atracadores de banco que los envuelve en todos sus actos. Por Dios, qué cosas
buenas podíamos esperar de un narco régimen degenerado y depravado. No nos
bastaron las torturas de los presos políticos; el asalto inmisericorde a la
gallina de los huevos de oro, Pdvsa; el envilecimiento de la clase trabajadora
reducida a recibir una bolsa de comida y la entrega criminal de la soberanía
del país a los Castro. El robo descarado del oro y tesoro nacional y la quiebra
dolosa del aparato productivo El palo cochinero a la educación con niños
desnutridos sin futuro; los enfermos muriendo de mengua por falta de medicinas
y atención medica. Y el pueblo hurgando en los basureros.
Quiero
rendir honores a los héroes incomprendidos que insurgieron contra la inmunda
estructura de dominación, que se sublevaron ante el rompimiento del hilo
constitucional. Pongo en mayúscula los nombres de quienes arriesgaron todo por
la causa de la democracia: OSCAR PEREZ, DANIEL ENRIQUE SOTO TORRES, ABRAHÁN
ISRAEL AGOSTINI, JOSE ALEJANDRO DÍAZ PIMENTEL, JAIRO LUGO RAMOS, ABRAHÁN LUGO
RAMOS. Y la JOVEN EMBARAZADA. Fueron asesinados a la vista de todos los que
seguimos las incidencias en vivo y directo, y testigos también como la Fuerza
Armada rompió, con consecuencias impredecibles, el honor militar de defender y
respetar la vida de quienes se rindieron. En contraste en sus valientes
operaciones Oscar Pérez no cobró ni una vida humana.
Volvemos
a República Dominicana y la historia paralela de los héroes que acabaron con la
era sanguinaria de Trujillo, quien venía segando la vida de hombres, mujeres y
jóvenes con vocación libertaria. El Nuncio Apostólico, luego de escuchar los
planes de conspiración había expresado: “benditos sean los que para salvar un
pueblo, exponen sus vidas eliminando al monstruo”.
Cobardemente
fueron masacrados los dominicanos. Camino a la muerte a la Hacienda María, el
18 de noviembre de 1961, marchan los libertadores MODESTO DÍAZ, SALVADOR
ESTRELLA, TUNTI CÁCERES, ROBERTO PASTORIZA, PEDRO LIVIO CEDEÑO Y HUÁSCAR
TEJADA. Colocados en el patio de la casa al alcance del carnicero hijo de la
bestia, Ramfis Trujillo, (papi papi), y dos amigotes. Los tres tenían fusiles
de largo alcance, sin quitarles las esposas los fusilaron uno a uno. La muerte
de los valientes héroes benefició políticamente al ambicioso presidente títere
Joaquín Balaguer, quien pudo evitarlas.
No
podemos permitir que el narco régimen disuelva la República para convertir a
Venezuela en su guarida, puesto que sus capitostes están conscientes que por
sus fechorías son parias del mundo y nadie los recibe en su territorio. El
emporio del narcotráfico hay que destruirlo puesto que sentencia a muerte y
envilece a nuestras juventudes.
Qué le
quede claro al régimen asesino que no podrá demoler la Dignidad que abrazamos
los demócratas en nuestra alma.
¡No
más prisioneros políticos, asesinados, torturados ni exiliados!
Julio
Cesar Arreaza
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