Trino Márquez 24 de enero de 2018
@trinomarquezc
Hay
que comenzar señalando que la convocatoria unilateral e inconsulta a los
comicios presidenciales por parte de la asamblea constituyente es ilegal. Ese
cuerpo se arrogó competencias exclusivas del Poder Electoral, único órgano
facultado por la Constitución -artículo 293- para llamar a elecciones. Esta
limitación legal la conocen Nicolás Maduro, Delcy Rodríguez y Diosdado Cabello.
¿Por qué, entonces, cometen esa arbitrariedad?
Lo
hacen con el vano propósito de reafirmar la autoridad de la cuestionada
asamblea, dinamitar las negociaciones que venían teniendo lugar en República
Dominicana, y desafiar la comunidad internacional, que desde hace años acompaña
a la oposición en su demanda por elecciones libres y transparentes, la defensa
de los derechos humanos, la apertura de un canal humanitario, la liberación de
los presos políticos y el levantamiento de las inhabilitaciones.
La
agenda de Santo Domingo incluye esos temas. El más importante se relaciona con
la fijación del cronograma electoral para la escogencia del Presidente de la
República y la definición de las condiciones en las cuales debería transcurrir
el proceso. Son ampliamente conocidos los enormes abusos cometidos por el
régimen en cada cita electoral. Se pudo conocer que en la isla antillana se
habían logrado algunos preacuerdos promovidos por los cancilleres, con el propósito
de obtener algunas mejoras en las condiciones electorales. Maduro y sus colegas
ignoraron esas proposiciones, luego de haberlas acogido favorablemente, y se
lanzaron con una fecha que no había sido acordada en ninguna instancia de
discusión. La propuesta de la constituyente consiste en realizar los nuevos
comicios en peores condiciones a las que existían antes de que comenzara la
ronda de conversaciones. Se burlaron de los cancilleres y de los negociadores
venezolanos.
La
iniciativa constituye una reacción premeditada a las sanciones adoptadas por la
Unión Europea contra los funcionarios y dirigentes gubernamentales. El régimen
decidió encarar la presión latinoamericana y mundial. Es Maduro solo contra el
mundo. Los grupos extremistas del Psuv, entre los cuales se encuentra el propio
mandatario, decidieron doblar la apuesta. Optaron por enfrentar la opinión
pública internacional y restarles valor a las penas aplicadas. Se trata de un
desafío. La reacción internacional ha sido categórica.
El
Grupo de Lima, la OEA, los Estados Unidos han condenado sin atenuantes el
llamado de la constituyente. Vendrán nuevos y más severos castigos. Los
intransigentes maduristas tendrán que entender, de por las buenas o por las
malas, que las dictaduras, aunque tengan un tinte electoralista, no son bien
vistas en el mundo actual.
Con la
medida de convocar los comicios presidenciales el régimen también intenta
distraer un poco la atención sobre la grave crisis económica y social que
sacude a la nación, y al impacto producido por la masacre de El Junquito. El
exterminio de Óscar Pérez y sus acompañantes convirtió al régimen de Maduro en
el blanco de ataque de todo el mundo democrático. La condena ha sido universal.
El anuncio de las elecciones no ha disminuido la intensidad de las críticas,
pero sí su perfil. Los ataques no son ahora por “carnicero”, como lo llamó Der
Spiegel, la influyente revista alemana, sino por autócrata. La hiperinflación,
la escasez y el desabastecimiento pasarán a un segundo plano por algunos días,
mientras se atenúa el impacto de la noticia.
La
pregunta clave es cómo reaccionar racionalmente frente a la provocación
deliberada urdida por Maduro. Ya conocemos cuán dura ha sido la reacción en el
plano internacional. Este es un punto de referencia fundamental. Sin embargo,
conviene considerar el siguiente dato: la asamblea nacional constituyente
también ha sido cuestionada por esos mismos organismos, pero allí permanece. El
contexto internacional es importante, pero no puede convertirse en el único criterio
para evaluar lo que la oposición debe hacer.
El
respaldo de la comunidad internacional, especialmente de los países
acompañantes del diálogo, debe ser utilizado por la oposición para tratar de
lograr que se difiera la fecha de los comicios, se establezca un calendario
comúnmente acordado y conseguir mejores condiciones, con presencia
internacional, como hubo en el pasado. Dada la condición de aislamiento y
debilidad financiera del régimen, esas conquistas pueden alcanzarse. Lo peor
que podría sucederle a la oposición es que se divida.
Si se
fracciona no podrá obtener el triunfo, en el caso de que un grueso sector
decida acudir a los comicios con las condiciones fijadas por el régimen; ni
podrá capitalizar la abstención, en el caso de que un ala extensa opte por
inhibirse. La unidad férrea es la única garantía de hacerle pagar al gobierno
su arrogancia e irresponsabilidad.
Las
respuestas destempladas conducirán a una inevitable derrota. Estamos en
presencia de una provocación calculada, ante la cual hay que actuar con
frialdad. El gobierno tomó un camino peligroso que consiste en desafiar la
comunidad internacional en medio de un cuadro interno y global crítico. El reto
es cómo aprovechar semejante temeridad.
Trino
Márquez
@trinomarquezc
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