Por Jesús
Alexis González, 21/01/2018
El pasado 16/Ene/18, la MUD envió una carta al
presidente de República Dominicana para cancelar la reunión pautada para el
18/01/18 en el marco del diálogo (¿?) que se inició en febrero 2016 sin el
apoyo emocional y con el rechazo de una mayoría poblacional, que de igual modo silenció
el clamor del pueblo al tiempo de enfriar el asfalto. La cancelación,
indicaron, fue motivada por haber sido acusados por la tiranía como delatores;
reunión donde se continuaría, afirmaron, en la “búsqueda de una solución pacífica,
democrática y electoral a la grave crisis política y social que vive nuestro
país en la actualidad”, y para “alcanzar un acuerdo que ofrezca una salida
institucional a la grave crisis que enfrentamos”.
A tenor de ello, nos surge
una interrogante: ¿Resultaba necesario reiniciar un “diálogo” entre la Tiranía
y la MUD, con la cínica intención (aparte
de otras ambiciones personales y partidistas ocultas) de hacerle entender al
régimen (¿?)que no existe oferta de alimentos y medicamentos; que estamos
en una hiperinflación que acabó tanto con el bolívar como medio de pago como
con el bienestar ciudadano; que la industria petrolera a la luz de sus
refinerías se encuentra en situación crítica al igual que la agricultura y las
empresas básicas; que con el actual CNE (ejecutor de unas 24
trampas/irregularidades) no es posible elecciones libres y justas razón por la
cual, y de celebrarse el evento electoral presidencial en 2018, le estaríamos
confiriendo a la dictadura largos años de permanencia en el poder; que la
población en su gran mayoría NO aspira un Canal Humanitario que en
cualquier caso sería administrado por la tiranía con criterio
populista-electoral, sino que por el contrario desea una Injerencia
Humanitaria entendida como la intervención de uno o varios Estados u
organizaciones internacionales, mediante la fuerza armada y sin su
consentimiento, con el objetivo de proporcionar a la población civil protección
ante la violación masiva y sistemática de sus derechos humanos o bien ante
situaciones de emergencia derivadas de hambrunas o genocidio (actos cometidos
con la intención de destruir un grupo nacional); entre otros males.? La respuesta
es de obviedad manifiesta.
Human Rights Watch (Observador de Derechos Humanos) en
su condición de ONG internacional, recién presentó en Washington su Informe
2018 donde enfatiza sobre el auge del populismo autoritario al tiempo de
calificar al régimen venezolano como “despiadado y autocrático” que
continua “destruyendo la democracia” en el entorno de una “gestión
corrupta e incompetente de la economía”; e igualmente afirman que se
mantienen en el poder mediante una “violenta represión” contra los
opositores, pero que en simultaneidad “muchas
personas no se quedarán de brazos cruzados mientras los autócratas avasallan
sus derechos y libertades fundamentales”. Complementariamente, el Director
de HRW para Latinoamérica sostuvo, en referencia a la ejecución
extrajudicial de Oscar Pérez y su grupo en El Junquito, que ello
constituía un caso similar a los acaecidos en las dictaduras de Argentina y
Chile en el pasado, cuando se informaba sobre “terroristas
muertos en enfrentamientos” cuando en realidad en muchos casos se
trataba de “ajusticiamientos”. Es de
acotar, que en la masacre de El Junquito contra “siete
peligrosos enemigos” (¿?), presuntamente, se hizo uso del Lanzacohetes RPG-7V1 (el
modeloRPG-7 es utilizado por el ejército soviético desde 1961), en conjunto con
granadas del tipo Alto Explosivo Anti
Tanque (HEAT por sus siglas en inglés) siendo un arma de gran poder
que facilita disparar proyectiles de gran calibre y poder de fuego (tamaño de
la explosión) con un alcance efectivo de 500 metros contra objetivos estáticos,
en inhumana acción contra combatientes
rendidos cuya atrocidad configura un crimen de lesa humanidad (tipificación
establecida en el Estatuto de Roma de 1998) que comprende las acciones de
asesinato, tortura, exterminio, secuestros, encarcelación y persecución por
motivos políticos e ideológicos; así como un genocidio
(conjunto de acciones planificadas y coordinadas que tienen como finalidad
el exterminio o la lesión mental y física de un grupo nacional). Es claro, que
en tan reprochable “acción de guerra” no
se respetó el principio de la proporcionalidad y lo atinente a la condición
de combatientes rendidos que
implica el deber de preservar la vida del prisionero tal y como lo establece el
Estatuto de Roma, el Derecho Internacional Humanitario y los Convenios de
Ginebra de 1949; abriendo de tal modo la posibilidad de iniciarse un juicio en la Corte Penal Internacional la
cual está en capacidad de juzgar personas en lugar de Estados con solo
encontrar pruebas de crímenes contra la humanidad.
El proceder antes descrito, facilita inferir que el
fin ulterior es inducir un efecto
devastador en la moral de la población y muy enfáticamente en los
militares, a la luz de una “caza de
brujas” como bien sostiene la Logia Masónica Venezolana (que sin ser
religión o secta ni tener dogmas se sustenta en tres principios: Libertad,
Igualdad y Fraternidad que deben ser aplicados en la conciencia
de cada uno); al igual que para continuar estimulando la emigración que
según cifras de la Universidad Simón Bolívar se situó en 2.500.000 para 2017
conformado mayoritariamente por jóvenes (muchos profesionales o estudiantes
universitarios) que están demostrando su talento en distintos escenarios del
mundo; al tiempo de ayudar monetariamente a su familia con el fruto que emana
de exigentes jornadas de trabajo hasta perfilar una remesa
promedio de unos US$ 200/mes,
que al cambio impuesto por la devastadora hiperinflación se traducen en
aproximadamente 42.267.600 bolívares (al 21/Ene/18) equivalente a 53
veces el salario integral que es de
Bs 797.510 (Bs 248.510 de salario base y Bs 549.000 de bono de
alimentación). Este noble comportamiento, muestra la existencia de una sólida Venezuela en el exilio con una
actitud de sus integrantes que dista abiertamente de campos
de refugiados entendidos como asentamientos humanos para dar atención a
aquellas personas que desean abandonar
la Patria en lugar de defenderla; lo cual no se corresponde con el
pensamiento del venezolano de bien tanto por su autoestima y motivación al
logro como por su disposición de regresar al país luego de ser rescatada la democracia y así poder
contribuir en su reconstrucción ética,
moral, social y económica.
Reflexión
final: Asumiendo, como en
efecto es, que la MUD nació para promover la unidad de factores políticos que en ningún caso ha de traducirse en la imposición al
pueblo de los horizontes de ambición de las organizaciones con fines
partidistas, y muy por el
contrario han de respetar la voluntad del soberano ejerciendo el rol de intermediarios de sus aspiraciones; estimamos como oportuno y pertinente aprovechar la
valentía demostrada por Oscar Pérez y su grupo, para que participen, como un
ente más, en la estructuración de una Alianza
Opositora de la Sociedad Civil sin exclusiones de ninguna naturaleza,
validando que cuando “El tirano muere su
reino termina. El mártir muere y su reino comienza” (Soren Aabye
Kierkegaard).
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