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sábado, 20 de enero de 2018

Corto y Picante: “¿Nos acercamos al punto de quiebre? Por @fariasjoseluis



José Luis Farías 19 de enero de 2018
@fariasjoseluis

La masacre de El Junquito ha acentuado la conjunción de la crisis económica y social con la crisis política y pareciera aproximarnos al punto de quiebre del régimen. En este ansiado final juega un papel fundamental la coherencia política opositora, su disposición a profundizar la denuncia y a promover una movilización cuya conducción no se le vaya de las manos para evitar caer en la violencia, terreno adonde querrá llevarla el Pranato madurista. Este manejo inteligente, audaz y corajudo de la crisis será imperativo en la profundización de las contradicciones internas del régimen, tanto en sus factores políticos como militares, elementos clave para producir su quiebre definitivo. El largo silencio, hasta la fecha, de Padrino López, Tarek William Saab y otros voceros no sólo es complicidad sino confirmación de que la cosa interna está que arde.

El doloroso crimen masivo de El Junquito evidenció hasta donde es capaz de llegar en su desespero la pandilla gobernante, la fibra asesina de la cual está hecha. Pero también mostró su resquebrajamiento interno tanto en la conducción del hecho criminal en sí como en la administración del proceso post mortem. La presión de opinión pública, la denuncia intransigente y los primeros focos de movilización, elementos todos facilitados por la flagrancia del hecho criminal han obligado a moderar las actuaciones dirigidas a borrar las evidencias criminales. Un torpe proceso de encubrimiento iniciado con la destrucción de la casa que fuera escena del crimen, el cerco policial-militar alrededor de la morgue de Bello Monte y el silencio oficial. Ocultamiento que se pretendió seguir con la pretensión de impedir el reconocimiento de los cadáveres, negar su entrega a los familiares y el intento de cremarlos por órdenes del ministro de Interior y Justicia, general Nestor Reverol con el silencio cómplice del Ministerio Público y la Defensoría del Pueblo. Alrededor de Reverol se teje la controversia interna.

La grosera y cínica justificación de la masacre de El Junquito le ha echado más leña al fuego de la crisis interna del Pranato madurista. El reducido círculo del poder delictivo ha pretendido explicar lo inexplicable comenzando por el audio de Freddy Bernal al calificar de “héroe” al jefe de un colectivo del 23 de Enero, muerto misteriosamente en la dramática masacre. Son tan absurdas que algunas de ellas si son verdad son peores aún, como esa de que el tal Heikel Vázquez era supuestamente un funcionario de “inteligencia” de la PNB. Falacia a la cual se le añade que era “amigo” de los jóvenes masacrados quienes habrían solicitado su presencia para asesinarlo. O sea, no fue que al Colectivo lo mandó el régimen sino que las propias víctimas lo pidieron para matarlo y el magnánimo gobierno se lo puso de pechito. ¡Cuéntame una de vaqueros, Diosdado!

La acusación de Reverol contra la MUD de haber sapeado las coordenadas donde se escondían Óscar Pérez y sus compañeros no ha podido ser más estúpida. Tanto, que logró sacarla de su letargo político y excesiva cautela frente al abyecto hecho para responderle con contundencia, apresurar la importante decisión de la Asamblea Nacional de crear una Comisión investigadora del caso, presidida por la diputada Delsa Solórzano, que ha cumplido un gran papel frente a las pretensiones de encubrimiento. La complicación creada por la torpeza de Reverol fue de tal magnitud que motivó también la suspensión de las negociaciones gobierno-oposición en República Dominicana, decisión que por obvia que pareciera para acentuar la crisis no había sido tomada por la MUD. Un hecho bastante significativo que enervó el histerismo de Jorge Rodríguez y se fue con su tropa a Quisqueya para desde allá espetar cosas iguales o peores que las de Reverol.

Es necesario para la oposición medir bien los pasos, sin prisa pero sin pausa, sin entrar a despellejarse por aspiraciones electorales y de figuración. Reitero, un desenlace final no depende exclusivamente del papel de la oposición, pero sí puede llegar a ser decisivo. No digamos que la mesa está servida, solo advirtamos que el juego se le puso chiquito, muy chiquito, al Pranato madurista. La más elemental táctica política sugiere identificar a quienes verdaderamente lo integran, quienes mandan, y aislarlos. Que le den asco hasta a sus propios compañeros. ¡ASESINOS, ASESINOS, ASESINOS…!, esa es la consigna.

José Luis Farías
@fariasjoseluis

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