Por Belis Vallejo
No me refiero a la
evidentísima condición física rozagante del Presidente, sino a su gestión en
políticas públicas de salud, la que maneja de manera irresponsable, sin pisar
tierra, sin atender la realidad del sufrimiento de las grandes mayorías
nacionales que hoy son víctimas de una carencia casi absoluta de medicinas para
todos los enfermos crónicos, y que son víctimas también de la reaparición de epidemias
que hace décadas se consideraban minimizadas.
Para muestra de esta
evasión, el país todo observó y escuchó el pasado lunes, 8 de enero, un evento
en cadena nacional que el Jefe de Estado tuvo con el burocratismo ineficaz que
comanda el inefable Ministro de “Salud”, Luis López, donde lo más escandaloso
no fue lo que dijeron, sino lo que no dijeron. Por ejemplo, ni por el carajo
ambos personajes manifestaron algo sobre la aparición del paludismo con forma
de epidemia, sobre todo en Bolívar y en el estado Sucre; no hablaron de la
aparición de abominaciones como la difteria; no hablaron del rebrote del
sarampión; no hablaron que durante el 2017 más de 12. 000 venezolanos fueron
atendidos en centros médicos de Cúcuta, con un importante promedio record de 36
por día; no hablaron de que se han ido de Venezuela más de 15.000 profesionales
de la medicina, toda una diáspora de talento y de recurso humano capacitado; y
ni por asomo mencionaron la publicación del boletín epidemiológico del año
pasado que arrojó un aumento de un 30,12% de la mortalidad infantil en niños
menores de 1 año y un incremento de la mortalidad materna en un 65,78% De
manera que nuestro rozagante Presidente y su hiperbólico ministro hablaron de
la salud, pero de Suecia, de Canadá; no hablaron de Venezuela y de su martirio.
Fíjense mis lectores que en
esa alocución se apreció en toda su dimensión la soberbia totalitaria. Ese día
quedé más convencido de que los venezolanos, en su gran mayoría, estamos presos
en un campo de concentración, como los de la Alemania nazi, como el Gulag de
Stalin, como los de Juan Vicente Gómez. En esos rincones del sufrimiento
estamos los venezolanos con un gobierno que ningunea y ridiculiza a miles y
miles de enfermos, y que no quiere ni que le hablen de canal humanitario o de
otras formas de solidaridad internacional para ingresar medicamentos al país.
Pero lo más dramático de todo esto es que pareciera que el venezolano está
indefenso, o tiene las manos atadas, o simplemente ha asumido resolver cada
quien de manera individual su problemática, buscando en el extranjero a alguien
que mande alguna pastillita, o prefiere caer en las manos del bachaquerismo de
la salud, como es el caso de los enfermos del paludismo que tienen que bajarse
de la mula mínimo con dos millones de bolívares por medicamento. Le decimos que
así no podrá salvarse ni un 5% de los afectados.
Esto no se resuelve de
manera personal; más bien se hace necesaria la organización colectiva para
denunciar esta realidad en el exterior y que se sepa que los venezolanos están
en las garras de monstruos semejantes a los creadores de Auswitch, y por lo
tanto también merecedores, cuando esta pesadilla desaloje el poder, de un
Juicio a lo Núremberg como genocidas. Y además, sobre todas las cosas, se hace
necesario que los enfermos crónicos, como una gran masa, se movilicen en todos
los rincones de Venezuela para que Maduro y su ministro dobleguen su actitud
irresponsable. No les queda otra a los enfermos; ¡hay que luchar!
18-01-18
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