Orlando Viera-Blanco 28 de marzo de 2018
@ovierablanco
Lo que
me dispongo narrar es baladí comparado a lo que han sufrido otros venezolanos.
Aunque comporta vivencias personales os dará una idea muy elocuente de lo que
es la devastación moral, injusta y brutal a que hemos sido sometido. Tratar de
explicarlo con conceptos no alcanza desnudar el despropósito de esta criminal
revolución bolivariana.
Salid de Venezuela. Una vida digital
Mi
hijos comienzan a salir de Venezuela en 2010 al tiempo de obtener residencia en
Canadá. Alargamos el proceso migratorio (residencia) esperando que ellos
culminaran bachillerato. Mi hija mayor fue aceptada en EEUU. No pudo entrar en
universidades canadienses por incompatibilidad en la escala de notas (amén de
graduarse con honores). Así comienza la tragedia de un proceso de adaptación,
como lo es desanudar lo desconocido y lidiar con una nueva dinámica de vida muy
costosa, lejana, hostil -en lo solitario y climático- y fragmentario en
términos de unidad familiar. Más tarde migró nuestra segunda hija… y finalmente
los gemelos menores. Este simple episodio de “landing” y permanencia en tierras
gélidas-justo reconocer, en latitudes muy nobles, ordenadas y seguras como
Canadá-encona numerosos traumas. Dejar tus padres, hermanos, sobrinos, vecinos,
compañeros de trabajo y amigos. Cerrar tu casa por la que tanto sudaste.
Interrumpir la escolaridad de nuestros hijos. Adaptarlos a otro idioma
(francés), en otro medio ambiente, otro clima, otra cultura, otros hábitos y
modos de pensar. El primer día que dejé a los morochos en el colegio con tan
sólo 14 años [Montreal], ellos no se quejaron, pero casi me devuelvo a
buscarlos para regresar a casa y del tiro a Caracas… Todos los días sufría del
mismo impulso. Lo único que me contuvo fue cambiarlos de colegio buscando un
ambiente más acorde, menos impersonal.
Entretanto
manejar mi despacho en Venezuela; atender los compromisos cotidianos como pagar
teléfonos, luz o tasas oficiales; atender citas en juicio o en despachos
públicos; lograr comprensión de mis clientes o simplemente pedir la bendición a
mis padres, era una epopeya de delegaciones, contratiempos, vacíos y ausencias,
difíciles de conciliar. Una vida dispersa, silente e inconsistente en
comparación a la calidez de aquél hogar siempre bullicioso, unido, laborioso y
alegre que tuvimos en Caracas. Las estaciones comenzaron a discurrir. Muchos
inviernos y veranos tratando de acoplarnos a distancias y soledades. Esfuerzos
enormes para vencer las horas, el clima y las carreteras, y compartir unidos en
familia. Muchos cumpleaños, aniversarios y celebraciones, quedaron reducidos a
Instagram, un e-mail o un like en Facebook. Nuestra vida se hizo virtual…
A caballo por el mundo…
De
algo tenía que vivir. Tuve que reinventarme como abogado en foros
internacionales. Hacer alianzas con firmas en el mundo y compartir casos (y
espacios). Pasé de ser dueño y fundador de un escritorio jurídico pujante y
próspero a un agente errante. Un difícil relanzamiento profesional y de
adaptación a otros foros, al tiempo de estar en la flor productiva e
intelectual de nuestra vida en Venezuela. Traslados, asociación a nuevos
gremios, re-academización, reconstrucción de relaciones, en fin, a caballo por
el mundo. He logrado igualmente colaborar con mi país como asesor de la AN,
incorporarme a agendas internacionales en defensa de los DDHH y constituir
ONG’s de ayuda humanitaria. No sé en qué tiempo pero avanzamos. Consumir [el
tiempo] alivia la ansiedad… Requerimientos de permanencia migratoria han sido
una odisea. Mis hijas no lo aseguraban. Cuanta preocupación. Cuanta injusticia
de una familia que como muchos venezolanos aspiramos vivir juntos y en paz.
Cuantas rupturas después de haber crecido sanamente en nuestro país. Este ha
sido nuestra angustia cada noche y cada día en la diáspora. No lo merecíamos…
Un emotivo desenlace
Sigo
siendo un firme creyente que esta pesadilla de violencia y fracturas familiares
acabará pronto. No albergo percepción de dominio del gobierno. Por el
contrario. Lo veo cada vez más débil, aislado y perdido. Es un error
atribuirles un ápice de inteligencia o capacidad de maniobra. No los subestimo,
pero tampoco los encumbro. Sabemos que el malhechor doblega a su víctima, pero
también que la maldad es temporal y siempre paga sus injusticias. No somos una
diáspora típica. No-salimos para no volver. Falso. Es una migración forzosa,
plena de talentos y preparación, por lo que va decidida a hacer sus sueños en
tierras lejanas mientras se endereza el entuerto y regresar a casa. Lo hará en
cascadas. No soy de los que piensan que el talento se fue sin retorno. El
empuje desde afuera es inmenso, y la comunidad internacional lo está sintiendo
y decidiendo. Muchos venezolanos vigilan y denuncian desde afuera. Al escribir
estas líneas salgo de España con la noticia que comenzarán juicios en contra de
capitales sucios de corruptos venezolanos. En EEUU se habla de extraditables,
vienen más sanciones, justicia global y en el resto de Latam, no van quedando
espacios ni para presidentes en funciones. La ola de limpieza es indetenible y
los tiranos normalmente, no saben nadar. Tampoco les lanzarán salvavidas…Falta
poco. No neguemos lo que será un emotivo y justo desenlace…
Orlando
Viera-Blanco
@ovierablanco
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