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jueves, 29 de marzo de 2018

Crónica de un inmigrante virtual, por @ovierablanco




Orlando Viera-Blanco 28 de marzo de 2018
@ovierablanco

Lo que me dispongo narrar es baladí comparado a lo que han sufrido otros venezolanos. Aunque comporta vivencias personales os dará una idea muy elocuente de lo que es la devastación moral, injusta y brutal a que hemos sido sometido. Tratar de explicarlo con conceptos no alcanza desnudar el despropósito de esta criminal revolución bolivariana.

Salid de Venezuela. Una vida digital

Mi hijos comienzan a salir de Venezuela en 2010 al tiempo de obtener residencia en Canadá. Alargamos el proceso migratorio (residencia) esperando que ellos culminaran bachillerato. Mi hija mayor fue aceptada en EEUU. No pudo entrar en universidades canadienses por incompatibilidad en la escala de notas (amén de graduarse con honores). Así comienza la tragedia de un proceso de adaptación, como lo es desanudar lo desconocido y lidiar con una nueva dinámica de vida muy costosa, lejana, hostil -en lo solitario y climático- y fragmentario en términos de unidad familiar. Más tarde migró nuestra segunda hija… y finalmente los gemelos menores. Este simple episodio de “landing” y permanencia en tierras gélidas-justo reconocer, en latitudes muy nobles, ordenadas y seguras como Canadá-encona numerosos traumas. Dejar tus padres, hermanos, sobrinos, vecinos, compañeros de trabajo y amigos. Cerrar tu casa por la que tanto sudaste. Interrumpir la escolaridad de nuestros hijos. Adaptarlos a otro idioma (francés), en otro medio ambiente, otro clima, otra cultura, otros hábitos y modos de pensar. El primer día que dejé a los morochos en el colegio con tan sólo 14 años [Montreal], ellos no se quejaron, pero casi me devuelvo a buscarlos para regresar a casa y del tiro a Caracas… Todos los días sufría del mismo impulso. Lo único que me contuvo fue cambiarlos de colegio buscando un ambiente más acorde, menos impersonal.

Entretanto manejar mi despacho en Venezuela; atender los compromisos cotidianos como pagar teléfonos, luz o tasas oficiales; atender citas en juicio o en despachos públicos; lograr comprensión de mis clientes o simplemente pedir la bendición a mis padres, era una epopeya de delegaciones, contratiempos, vacíos y ausencias, difíciles de conciliar. Una vida dispersa, silente e inconsistente en comparación a la calidez de aquél hogar siempre bullicioso, unido, laborioso y alegre que tuvimos en Caracas. Las estaciones comenzaron a discurrir. Muchos inviernos y veranos tratando de acoplarnos a distancias y soledades. Esfuerzos enormes para vencer las horas, el clima y las carreteras, y compartir unidos en familia. Muchos cumpleaños, aniversarios y celebraciones, quedaron reducidos a Instagram, un e-mail o un like en Facebook. Nuestra vida se hizo virtual…

A caballo por el mundo…

De algo tenía que vivir. Tuve que reinventarme como abogado en foros internacionales. Hacer alianzas con firmas en el mundo y compartir casos (y espacios). Pasé de ser dueño y fundador de un escritorio jurídico pujante y próspero a un agente errante. Un difícil relanzamiento profesional y de adaptación a otros foros, al tiempo de estar en la flor productiva e intelectual de nuestra vida en Venezuela. Traslados, asociación a nuevos gremios, re-academización, reconstrucción de relaciones, en fin, a caballo por el mundo. He logrado igualmente colaborar con mi país como asesor de la AN, incorporarme a agendas internacionales en defensa de los DDHH y constituir ONG’s de ayuda humanitaria. No sé en qué tiempo pero avanzamos. Consumir [el tiempo] alivia la ansiedad… Requerimientos de permanencia migratoria han sido una odisea. Mis hijas no lo aseguraban. Cuanta preocupación. Cuanta injusticia de una familia que como muchos venezolanos aspiramos vivir juntos y en paz. Cuantas rupturas después de haber crecido sanamente en nuestro país. Este ha sido nuestra angustia cada noche y cada día en la diáspora. No lo merecíamos…

Un emotivo desenlace

Sigo siendo un firme creyente que esta pesadilla de violencia y fracturas familiares acabará pronto. No albergo percepción de dominio del gobierno. Por el contrario. Lo veo cada vez más débil, aislado y perdido. Es un error atribuirles un ápice de inteligencia o capacidad de maniobra. No los subestimo, pero tampoco los encumbro. Sabemos que el malhechor doblega a su víctima, pero también que la maldad es temporal y siempre paga sus injusticias. No somos una diáspora típica. No-salimos para no volver. Falso. Es una migración forzosa, plena de talentos y preparación, por lo que va decidida a hacer sus sueños en tierras lejanas mientras se endereza el entuerto y regresar a casa. Lo hará en cascadas. No soy de los que piensan que el talento se fue sin retorno. El empuje desde afuera es inmenso, y la comunidad internacional lo está sintiendo y decidiendo. Muchos venezolanos vigilan y denuncian desde afuera. Al escribir estas líneas salgo de España con la noticia que comenzarán juicios en contra de capitales sucios de corruptos venezolanos. En EEUU se habla de extraditables, vienen más sanciones, justicia global y en el resto de Latam, no van quedando espacios ni para presidentes en funciones. La ola de limpieza es indetenible y los tiranos normalmente, no saben nadar. Tampoco les lanzarán salvavidas…Falta poco. No neguemos lo que será un emotivo y justo desenlace…

Orlando Viera-Blanco
@ovierablanco

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