Por S:D:B: Alejandro Moreno
Nos resulta muy difícil comprender
la situación real por la que estamos transitando en la Venezuela de hoy. No
encontramos un piso suficientemente sólido sobre el cual poner nuestros pies.
Todo se vuelve inestable. Todo lo que hemos construido como civilización está
en jaque. Desde el neolítico nos hemos venido alimentando de la agricultura y
la domesticación de las bestias. Hoy, ni el cultivo de las plantas ni el
cuidado de los animales satisfacen nuestras más elementales necesidades.
¿Volveremos a la recolección? Si los recursos que nos han mantenido vivos desde
la prehistoria no nos dan ninguna seguridad, mucho menos los productos de la
técnica aprovechados desde hace siglos. La electricidad, sin la cual, ninguno
de nuestros instrumentos indispensables ya para la vida puede funcionar va cada
vez más aceleradamente dejando de hacerlo. Sentimos que puede llegar el momento
en el que desaparezca simplemente de nuestra experiencia cotidiana o solo sea
utilizable por momentos inciertos y aleatorios. Sabemos por experiencia vivida
que todo lo que ha sido parte indispensable de nuestra existencia hace ya
tiempo que se ha ido alejando de nuestro acceso, que todo aquello con lo que
seguramente contábamos, ya no es indudable. La inseguridad se ha instalado en
nuestra normalidad. Si esto ha venido sucediendo con los instrumentos
materiales, hasta ahora pensados como indispensables para reconocernos como
seres humanos civilizados, o sea, independientes de los azares de la
naturaleza, lo mismo y aun peor, ha acontecido y sigue aconteciendo con las
instituciones creadas por nosotros para proveernos de una convivencia pacífica
y confiada. Esta ya ha desaparecido en gran parte, sigue desapareciendo
aceleradamente y amenaza su total destrucción para el futuro. No se avizora una
nueva forma posible de organización social que nos dé confianza de que podamos
lograr una vida humanamente serena y libre de agresión y violencia. No
logramos, por más vueltas que le damos al pensamiento, acertar con el origen y
la persistencia de nuestro mal. Estamos con la muerte al alcance de la mano.
27-03-18
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