Páginas

lunes, 26 de marzo de 2018

Volverse a Dios, por @JulioCArreaza




Julio César Arreaza B. 25 de marzo de 2018

Estamos viviendo tiempos difíciles, tiempos cruciales,  Venezuela ha sido saqueada por un régimen anti histórico, autoritario y corrupto, que mantiene secuestrada la democracia y eliminó las elecciones limpias, pero al final saldrá barrido y sepultado en el basurero de la historia. Los venezolanos somos republicanos desde 1810, a partir que dimos el primer grito de independencia frente a España. Si nos rebelamos contra la madre patria, mucho más lo estamos haciendo frente a Cuba que nos tiene intervenidos gracias a un régimen cruel que cedió la soberanía para mantenerse en el poder como sea. Pero saben una cosa, nosotros somos estructuralmente republicanos y después de estos 20 años aciagos construiremos la mejor democracia del mundo. Este es el desafío.

Aprovechemos la celebración de la fiesta mayor de la cristiandad para volvernos a Dios, las sociedades que así proceden aunado a sus esfuerzos y emprendimientos consiguen los objetivos de justicia y bienestar general.

Estamos llegando al final de la cuaresma, que significa cuarenta y se aplica a los 40 días de preparación para celebrar la semana santa, la fiesta de la Pascua de resurrección del Señor, que es la última estación del camino.

Cuarenta días antes de la conmemoración de la Pasión y Muerte de Jesucristo.

El tiempo de cuaresma empezó el miércoles de ceniza, allí se nos dijo: “Conviértanse y crean en el Evangelio”, es pues un tiempo de conversión.

Termina la cuaresma el jueves Santo. En este tiempo lo aprovechamos para revisar nuestra vida, haciendo un balance del tiempo transcurrido, para mejorar como cristianos y lanzarnos a un futuro mejor planificado. Es un tiempo para renovarnos y transformarnos como personas.

Es urgente cambiar de vida y seguir el ejemplo de Jesús de servir a los demás.

Hoy celebramos el domingo de ramos. En el mes de Nisán del año 30, la primavera ya se asomaba a las colinas de Galilea, ya despuntaban los brotes de las higueras y a Jesús, todos los años, le recordaba la inminente llegada del reino de Dios. La gente se preparaba para salir en peregrinación para Jerusalén y Jesús comunicó a sus discípulos su determinación de ir con ellos.  La ciudad santa era el centro del pueblo elegido de los judíos dispersos por todo el mundo.  Iban cada año a Jerusalén para reavivar sus deseos de liberación.

La entrada del manso Profeta de Nazaret, montado en un asno, era el símbolo perfecto de que Él sólo buscaba un reino de paz y justicia para todos y no un imperio dictatorial, construido con violencia y opresión. Aquella humilde entrada contrastó con las entradas “triunfales” de los romanos cuando tomaban posesión de las ciudades conquistadas.

¡No más prisioneros políticos, torturados ni exiliados!

Julio César Arreaza B.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico