Por Roberto Patiño
Los venezolanos rechazamos al
actual régimen y su modelo de hambre, empobrecimiento y violencia. Somos una
enorme mayoría compuesta de diversos grupos con experiencias, visiones y puntos
de vistas diversos. Para articularnos entre todos debemos establecer formas de
organización y participación democráticas e inclusivas, y superar factores como
el desconocimiento del otro, la desconfianza, el resentimiento e incluso el
rencor.
Estas taras de nuestra
sociedad no se enfrentaron efectivamente durante los años finales del
bipartidismo, y fueron exacerbadas de manera irresponsable por Hugo Chávez, en
aras de cimentar su liderazgo personalista. Ahora son explotadas por el régimen
de Nicolás Maduro, que continúa promoviendo la polarización, la exclusión y el
extremismo.
Desde el liderazgo político y
social, tenemos la tarea histórica de lograr el encuentro de los venezolanos
que constituyen esta realidad diversa. No solo para sacar del poder al actual
régimen dictatorial, sino para enfrentar las emergencias de lo inmediato y
sentar las bases indispensables, de convivencia y solidaridad, a partir de las
cuales reedificar nuestra nación.
Esta ha sido nuestra creencia
fundamental en proyectos como Alimenta la Solidaridad, en los que hemos
obtenido logros en el alivio a problemas tan graves como el de la crisis de
alimentos, trabajando con miembros de las comunidades directamente afectadas, y
estableciendo redes de apoyo con organizaciones, grupos, aliados y voluntarios.
La misma creencia ha guiado el
establecimiento de programas de liderazgo local que no solo dan herramientas y
apoyan a los dirigentes de distintas comunidades, sino que también buscan
articularlos entre sí. En días pasados logramos experiencias exitosas en este
sentido en la reunión de líderes de La Vega, en el Municipio Libertador, en el
que se llegaron a acuerdos y alianzas entre diversos representantes de las
comunidades para enfrentar problemas comunes.
En estos proyectos participan
vecinos y grupos con diversas tendencias y asociados a partidos políticos
distintos e incluso opuestos al nuestro. La transparencia de nuestras acciones,
la generación sincera de espacios de encuentro, y la claridad de objetivos
sobre necesidades coincidentes, permiten el establecimiento de una base de
trabajo compartido.
La inclusión del llamado
chavismo traicionado y desencantado (fuera y dentro de la estructura del
poder), será un factor determinante para el éxito de cualquier proyecto de
cambio en el país. Se debe lograr la integración efectiva, sincera y
conciliatoria, de los venezolanos del chavismo que rechazan las dinámicas de
dependencia, control y opresión que, como los CLAPs o el carnet de la patria,
han sido impuestos por el régimen madurista.
Quienes vieron en el liderazgo
de Hugo Chávez la oportunidad de lograr cambios sociales o el reconocimiento a
sus necesidades, se ven ahora desconocidos y hostigados por un régimen que ha
decidido mantenerse de forma violenta en el poder, a costa de las penurias del
mismo pueblo que dice defender y representar.
Los años de polarización han
dejado un saldo de heridas y agravios que no pueden seguir reproduciéndose.
Esto significaría la profundización del malestar que hoy nos acosa y continuar
la destrucción de vínculos de convivencia, vitales e indispensables para la
existencia y el bienestar de cualquier sociedad.
El reencuentro de los
venezolanos debe darse asumiendo y enmendando las faltas del pasado,
reconciliando visiones divergentes y abandonando las vías de la imposición o la
resolución violenta. En un contexto en el que los objetivos sean la solución de
problemas y necesidades afines, y la materialización conjunta de proyectos
inclusivos, justos y de bienestar para todos.
En las actuales condiciones de
imposición de un modelo dictatorial, la sociedad debe responder generando
condiciones para una transición de vuelta a democracia y el establecimiento de
un plan de acción nacional para el rescate del país. Tareas de gran envergadura,
posibles solo con la participación y el compromiso de todos.
La unidad y el encuentro
nacional deben ser consideradas en su justo valor e importancia por el país
diverso que padece la tragedia de la crisis. No como aspiración, ideal
abstracto o recurso inmediatista, sino como condición y base indispensable para
lograr el cambio y la transformación.
Nos encontramos en un momento
crucial en el que debemos abrir la puerta al otro. Sólo juntos podemos
enfrentar la inmensa escala y complejidad de la crisis que hoy nos sacude, y
solo juntos podemos construir los puentes hacia el futuro y el bienestar común
que estamos necesitando.
26-03-18
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