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martes, 20 de marzo de 2018

¿Se está apagando Venezuela?, por @ENouelV ‏




Emilio Nouel 19 de marzo de 2018

Al país, a medida que pasan los días calamitosos que vivimos, lo percibimos como si se estuviera apagando lenta e irremisiblemente. Es la constatación real que nos golpea a la cara en los últimos tiempos, interpelando nuestras conciencias, angustiándonos y produciendo incertidumbre y desesperanza a diestra y siniestra.

La economía en general, más que ralentizarse, está experimentando un proceso de desaparición en muchos sectores y ámbitos territoriales. Ni hablar del crimen perpetrado en las empresas del Estado.

Basta pasearse por calles y avenidas, centros comerciales capitalinos e interioranos, para corroborar tal desgracia social. Negocios de todo tipo cerrados o en venta, medios de transporte inmovilizados, remate de apartamentos y oficinas, industrias paralizadas, servicios públicos y privados a medio funcionar, no hay dinero efectivo en los bancos, desempleo in crescendo y oleadas de venezolanos huyendo del desastre hacia países vecinos. Sí, todo se va deteniendo, mientras un gobierno criminalmente indolente solo preocupa de mantenerse en el poder.

Sí, sentimos que el país se apaga mientras languidecen sus distintas actividades otrora en vigor y dinámicas.

La acción demoledora de un poder marcado por la ignorancia, la incompetencia y la corrupción, envenenado con una ideología mortífera, no podía tener otro resultado sino el caos y la barbarie que presenciamos.

Una nación, que en las anteriores décadas al desmadre actual, con sus problemas innegables no resueltos, marchaba, hoy se muestra en lo material, ruinosa y empobrecida por políticas gubernamentales desquiciadas, cuando no, diseñadas para generar hambre y desolación.

¿Permitiremos los venezolanos que esta deriva infernal continúe profundizándose y nos hunda?  ¿Dejaremos que el país se apague sin mover un dedo para impedirlo?

Estamos convencidos de que solo la unidad férrea y obstinada de los venezolanos decentes, de sus líderes sociales y políticos, empresariales, académicos y trabajadores, pueden parar tal catástrofe social y abrir la posibilidad de una nueva conducción gubernamental.

A pesar de que por donde sea que la mires Venezuela se encuentra hecha bancarrota, abandono, hambre y destrozos, más allá hay aún una dura e inestimable reserva de esperanzas e ilusiones en vastos sectores de ciudadanos que desean cambiar el estado de cosas presente. Que no han claudicado ante los atropellos de los tiranos que gobiernan y aspiran a recuperar el país para la democracia, la libertad y el bienestar.

Juntos todos, los hombres y mujeres de bien, podemos impedir que el país se apague definitivamente.

No hay que cejar en el empeño de exigir condiciones electorales justas y transparentes que abran la posibilidad de resolver la crisis política de manera pacífica.  La movilización en tal sentido debe ser general sin más dilaciones. La alternativa podría ser lo peor.

Frente a la farsa electoral montada por el gobierno, a la que no hay que hacer comparsa, los venezolanos debemos responder denunciándola ante el mundo como una maniobra que tiene el propósito desesperado de lavar la cara de la tiranía militar-cívica chavista.

Aunque tal objetivo legitimador es ya imposible, al pueblo hay que hacerle comprender que bajo las condiciones electorales actuales, es ilusorio pensar que saldremos del nefasto gobierno. Que si bien en anteriores ocasiones votar significaba una posibilidad, una oportunidad política de avanzar en la lucha por recuperar la democracia y las libertades, hoy ni siquiera eso se lograría si se mantienen tales condiciones.

El pueblo venezolano no es abstencionista, ni las fuerzas democráticas mayoritarias tampoco lo son. Pero un resultado electoral distinto al “triunfo” del gobierno en las elecciones planteadas para las próximas semanas, que de antemano son y serán amañadas, por ser parte de un proceso ilegal, sin garantías ni transparencia, resulta impensable, por más que algunos voluntaristas digan lo contrario.

Los venezolanos, a pesar de las calamidades que nos agobian, aun podemos enderezar el rumbo del país. Inteligencia, competencia profesional y alta moral la hay, para ser exitosos en tal objetivo. Solo basta que apuntemos todos, unitariamente, en una misma dirección política.

Aún hay mucha gente que sigue dando la pelea; que a pesar de las adversidades, mantiene el optimismo, que no se rinde ni permitirá que el país se apague definitivamente.  Con ellos estamos.

EMILIO NOUEL V.


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