Por Henrique Capriles
La cotidianidad del venezolano
se convirtió en una carrera de obstáculos en la que cada día aparecen por
doquier nuevas dificultades que sortear.
Hasta la actividad más
sencilla representa un reto que puede implicar horas de dedicación y toda una
logística familiar que no siempre garantiza los resultados esperados.
El gobierno nacional convirtió
la vida de los venezolanos en un vía crucis diario.
Allí están nuestros abuelos.
Mujeres y hombres que dedicaron los mejores años de su vida a luchar por sus
familias y por su país, haciendo colas de horas y desde la madrugada para
cobrar, en muchos casos incompleta, una pensión con un monto miserable que se
pueden gastar en minutos.
Esta semana que culmina se
vieron en todo el país las escenas de desesperación y protesta de nuestros
abuelos por la burla del Gobierno hacia ellos. El pago de sus pensiones según
el número de cédula y el retiro incompleto por la falta de efectivo generó
protestas espontáneas frente a las entidades bancarias.
¿Y cómo no van a reclamar si
muchos gastan lo poco que les queda para poder llegar al banco a retirar su
dinero y no siempre consiguen con qué regresar? ¿Cómo no van a protestar si la
pensión se diluye en un dos por tres?
La escasez de efectivo se suma
a los múltiples problemas que colocan un gran peso en la vida de nuestra gente.
Son cada vez más los estudiantes y trabajadores que ante la imposibilidad de
conseguir efectivo para movilizarse deciden abandonar sus actividades.
Sólo en transporte una persona
puede gastar 8 mil bolívares diarios si usa dos carritos para ir y dos para
regresar, mientras las entidades bancarias, cuando tienen dinero, restringen
los montos de retiro a una cifra que difícilmente supera los 10 mil bolívares.
Es tal la crisis de efectivo
que ya se ven monedas locales, ahora al Panal, que surgió en el 23 de Enero, se
suma el Elorza en Apure. Esto es grave, estamos hablando del caos que se genera
por el modelo del fracaso que pretende eternizarse en el poder.
La situación es insostenible
pero el gobierno mira para otro lado. Para lo único que le interesan los graves
problemas que padecen los venezolanos es para culpar a otros de aquello que es
su responsabilidad y justificar nuevos desmanes.
Esta semana que culmina,
mientras nuestros abuelos hacían cola desde la madrugada, Maduro se aprestaba
para propinarle otro golpe al país: la eliminación de tres ceros más al
bolívar, reconociendo así el fracaso de una política económica que sólo ha
generado destrucción y pobreza en el país.
Esta reconversión es una
medida tardía, aislada, que en nada contribuye a resolver la crisis económica y
social que estamos viviendo si no es acompañada de un plan de estabilización y
crecimiento económico. Esto no aporta nada para atacar la hiperinflación que es
la cruz más pesada que vivimos los venezolanos. Le van a quitar ceros al
bolívar pero no a la inflación.
Cada paso es una demostración
más de lo desconectado que está Maduro de lo que siente y vive nuestro pueblo.
Los venezolanos están claros en que detener este retroceso, desandar los pasos
de la destrucción y comenzar a reconstruir, no será posible mientras él y su
entorno se mantengan en el poder.
¿En que se van a beneficiar
los pensionados con esto? ¿Acaso el dinero les va a rendir más si no controlan
el alza descontrolada de precios? ¿Acaso esto traerá las medicinas y aliementos
que necesitan los venezolanos? ¿En qué contribuirá esta reconversión a mejorar
la situación de la salud en el país que esta semana se vio reflejada en la
dramática Encuesta Nacional de Hospitales que presentó nuestro diputado de la
Asamblea Nacional José Manuel Olivares?
Con este gobierno los hospitales
llegaron a una paupérrima situación, una escasez de medicamentos de 88 % y una
falta de material médico quirúrgico de 79% que pone a los pacientes y sus
familiares a tener que comprar todo, desde un catéter hasta la anestesia.
Las fórmulas lácteas para
recién nacidos desaparecieron del 66% de los servicios pediátricos públicos.
Más de la mitad de los quirófanos no funciona y 70,7% de las salas de
emergencia presentan fallas, mientras casi 30% simplemente no están operativas.
Realizarse un simple estudio
de rayos X es un drama porque el 94 % de los servicios del área no funcionan,
así como tampoco lo hace el 97% de los tomógrafos.
La crisis de los servicios
también afecta la salud, casi 80% de los hospitales presenta problemas con el
suministro de agua y las fallas eléctricas impiden la realización de
tratamientos que son la diferencia entre la vida y la muerte.
A todo este crítico panorama,
súmele que en varios estados del país oficializaron el racionamiento eléctrico
mientras que en el resto del país los apagones son una constante, hay zonas del
país que pasan más tiempo sin electricidad que con ella. Nuestro sistema
eléctrico funciona apenas en 30%, literalmente la oscuridad se apodera de
Venezuela. Otro colapso cortesía de Maduro que sólo se profundizará mientras se
mantenga en el poder.
Son esos los números que sí
queremos reconvertir los venezolanos. ¿Dónde están las medidas urgentes que se
necesitan para que nuestro pueblo no siga muriendo de hambre y de mengua?
En febrero, una familia
necesitaba 96,5 salarios mínimos, más de 37 millones de bolívares, solo para
comprar los alimentos básicos y necesitaba 53 millones de bolívares para cubrir
los gastos de la canasta familiar.
La reconversión monetaria que
plantea el gobierno no cambiará el hecho de que no hay salario que alcance para
cubrir ninguna canasta básica. Los venezolanos tienen claro lo que significa
esta nueva guillotina con la que ya son 6 los ceros que le quitan al bolívar,
el billete de 500 que quieren poner a circular, en realidad es un billete de
500 millones. ¿A quién creen que engañan?
Les encanta el sonido de la
palabra soberanía pero todo lo que hacen atenta contra ella. Ponerle a la
moneda nacional el adjetivo “soberano” no le devuelve al pueblo el poder y los
derechos que le confiere la Constitución y que ellos mantienen secuestrados.
La responsabilidad de esta
situación, por más que se empeñan en ocultarlo, es del gobierno. Cada día con
Maduro en el poder significa más hambre y más pobreza. Por eso tenemos que
seguir luchando para recuperar nuestra democracia y con ella la posibilidad de
elegir el destino de nuestra patria.
Hoy, Domingo de Ramos, pido
que esta Semana Santa sea un tiempo para la reflexión, el encuentro y la
oración que tanto necesita nuestro pueblo.
Pidamos para que los enfermos
sanen, para que quienes sufren puedan encontrar alivio, para que los
venezolanos logremos la paz. Tengamos a nuestra amada tierra en nuestras
oraciones y acompañemos nuestras plegarias con acciones que nos conduzcan a
encontrar el camino hacia la construcción de la Venezuela que todos soñamos.
¡Que Dios bendiga a nuestra
Venezuela!
25-03-18
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