Por Juan Fernández
En Buenos Aires están reunidos
los ministros de Economía y autoridades de los bancos centrales del G-20. El
motivo es acordar la agenda del grupo para su próxima reunión de noviembre con
los presidentes del grupo. Allí se encuentran organismos multilaterales como el
FMI, con su directora-gerente Christine Lagarde. La ejecutiva concedió una
entrevista al periódico El País de España sobre América Latina y, en
particular, destacó lo dicho sobre nuestra nación: “Venezuela es la historia
más triste del continente. En cuatro años ha reducido 40% del PIB; vive una
crisis humanitaria y el gobierno lo niega. No sé cómo se va a resolver, pero
necesitará apoyo humanitario, financiero, una completa reanimación del país”.
Estos datos de caída bestial
del producto interno bruto, quienes lo sienten a diario son los venezolanos. El
descenso, combinado con el aumento de la población, es como si los bienes y
servicios producidos por la economía se redujeran a la mitad. Antes, había una
arepa por persona, y creciendo la economía habría más, pero ahora una arepa es
para dos. Esto significa claramente que el modelo económico de la supuesta
revolución solo trae pobreza, no está basado en crear riqueza y menos aun
bienestar para la gente.
El régimen, ahogado en su
incapacidad con una gerencia de lo público mediocre, se inventó la criptomoneda
del petro para intentar superar el flujo de caja negativo. Una forma de buscar
financiamiento basado en las reservas de petróleo de la faja y esquivar las
sanciones impuestas al régimen de orden financiero. Hay informaciones
divulgadas por la revista Time que relacionan el lanzamiento del
petro con Rusia, bajo supervisión y asesoría de banca estatal, empresarios
rusos y hasta del Ministerio de Finanzas de ese país.
La gestión del presidente
Trump, mediante decreto u orden ejecutiva, prohibió operaciones financieras con
el petro por parte del régimen de Maduro y sus instituciones, incluidas Pdvsa y
el BCV. Los organismos y personas naturales y jurídicas de Estados Unidos y
residentes no podrán hacer operaciones con la criptomoneda, basándose en su
ilegalidad por decisión de la Asamblea Nacional. Trump también toma la medida
para ejercer presión y restablecer el orden democrático en el país.
Por otro lado, en Buenos
Aires, el G-20, consideró el riesgo de que las criptomonedas sean utilizadas
para blanqueo de capitales o financiar terrorismo. Además, según los ministros,
los criptoactivos no cumplen las funciones de las monedas soberanas, rechaza
reconocerlas.
Ahora bien, esta moneda desde
el punto de vista de instrumento financiero también carece de un racional
lógico. Maduro anunció el respaldo de 5.000 millones de barriles de las
reservas de la faja del Orinoco a ser valoradas en 60 dólares por barril. Es
decir, buscaba 30.000 millones de dólares por esta vía de financiamiento. Si
esta operación fuese realizada desde el punto de vista de negocio, el
inversionista consideraría:
1.- La situación del país
política y económica, como sabemos, es de total inestabilidad y sin condiciones
de seguridad jurídica. Riesgo país alto, por ende, un descuento significativo.
2.- Pdvsa es una empresa en
bancarrota, impregnada de corrupción y con los niveles más bajos de producción
en décadas. Los estimados del mercado indican una mayor caída y hasta los
socios de la OPEP tienen un dolor de cabeza con la producción venezolana. Es
decir, a riesgo de la producción de los barriles de respaldo de la moneda y su
comercialización en el mercado.
3.- La valoración a 60 dólares
por barril, por tratarse de crudo extrapesado, luce sobrestimada a corto o
mediano plazo. Además, por las características del crudo extrapesado, para
hacerlo comercial, aparte del costo de extracción calculado entre 25 dólares y
35 dólares por barril en Pdvsa, se le debe agregar el costo de mejoramiento más
la regalía, con lo cual el beneficio resulta marginal para el productor. Para
un inversionista petrolero que en todo caso asuma el riesgo país, más los
operativos comerciales de Pdvsa, la opción de valor que le pudiese dar al petro
sería equivalente al costo de barril descubierto, lo cual es una fracción de
los 60 dólares por barril que estimó el gobierno.
En conclusión, la combinación
de las sanciones y las condiciones actuales de Venezuela tanto políticas como
económicas, incluida Pdvsa, hacen que la petromoneda sea otro fracaso para la
supuesta revolución, y mientras tanto la economía sigue cayendo.
Como dice la directora del
FMI, la reanimación económica de Venezuela requiere el cambio del modelo
fracasado de la supuesta revolución, con el regreso de la democracia y con el
objetivo claro de construir las bases para la Venezuela pospetrolera, una
obligación de nuestra generación con las futuras.
21-03-18
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