Por Luis Ugalde S.J.
Venezuela está de muerte y no
hay propaganda política que lo pueda ocultar, ni campaña electoral disfrazar.
Triste que se quiera negar, distraer, falsificar y perpetuar esta terrible
realidad con una falsa votación que impide elegir y ya tiene resultados
predeterminados. En Semana Santa durante 2.000 años recordamos y revivimos el
atropello, la prisión, la tortura, las falsas acusaciones, la infame
crucifixión y la muerte de Jesús. Hoy no es solo el ritual de un crimen
antiguo, sino una dramática realidad que el pueblo de Venezuela sufre en carne
propia como nunca antes. Nuestro “vía crucis” es el de Jesús. Hoy acompañar a Jesús
es acompañar a los sufrientes de Venezuela dentro y fuera de sus fronteras y
ser solidarios unos con otros con la fuerza de Dios que resucita (como lo hizo
con Jesús), demostrando que el amor es más fuerte que la muerte.
La semana pasada (19-3-18) la
Presidencia de la Conferencia Episcopal, con admirable y sostenida coherencia,
invitó a todos los venezolanos a vivir la Semana Santa con claro rechazo de la
política de muerte que tortura y mata a millones, y en solidaridad con los más
necesitados. Poner nuestra fe, esperanza y todo nuestro esfuerzo organizado
para lograr el cambio de presidente, del fracasado Plan de la Patria y del
modelo político-social. Los obispos nos invitan a unir las seculares prácticas
religiosas de acompañamiento adolorido a Jesús con la vivencia solidaria con
millones de venezolanos sufrientes y maltratados y asumir nuestras
responsabilidades cristianas, humanas para rescatar la vida y la convivencia en
paz, democráticamente y bajo la Constitución. El esfuerzo por restablecer la
Constitución violada por el régimen no es delito, sino una obligación de
conciencia y un deber constitucional (artículo 333 de la Constitución) para
civiles y militares.
“Lo que hicieron con uno de
estos más pequeños lo hicieron conmigo” (Evangelio de Mateo 25); no hay otra
manera de vivir con Dios. Vivir la Semana Santa acompañando a Jesús con
actitudes y acciones que preparan nuestra resurrección y reconstrucción de
Venezuela por el amor.
Ante la imposibilidad de
reproducir todo el mensaje episcopal, ofrecemos sin más comentarios algunos de
sus párrafos más significativos:
“…La nación se ha venido a
menos, debido a la pretensión de implantar un sistema totalitario, injusto,
ineficiente, manipulador, donde el juego de mantenerse en el poder a costa del
sufrimiento del pueblo, es la consigna. Junto a esto, además de ir eliminando
las capacidades de producción de bienes y servicios, ha aumentado la pobreza,
la indefensión y la desesperanza de los ciudadanos.
“El deterioro ha sido inmenso:
la falta de alimentos, medicamentos y de otros productos, así como las fallas
de energía eléctrica que impiden el trabajo productivo y el desarrollo normal
de la vida cotidiana, atenta contra la dignidad de las personas. Esto ha
conducido a que un considerable número de venezolanos decida irse del país en
búsqueda de nuevos horizontes, trayendo como consecuencia el desarraigo y la
tristeza en miles de familias.
“El Plan de la Patria ha sido
nefasto para la vida de los venezolanos, los tan nombrados motores de la
revolución solo han quedado en el papel.
“…Propuestas gubernamentales
que les hacen sufrir, que han quebrado la nación, y han propiciado que
funcionarios públicos hayan hecho de ella su hacienda y peculio personal.
“No se debe satanizar a todos
los que tengan opiniones divergentes, sino, más bien, asumir la realidad que
vivimos los venezolanos siendo todos más conscientes de dicha unidad. Con ello,
se podrá tener un horizonte más claro en el que el reclamo exigente de una
salida democrática y pacífica, supere la terquedad de un gobierno que se hace
cada vez más ilegítimo por sus actuaciones y por la creciente represión hasta
para quienes han sido sus miembros.
“…Nuestra fe en Jesús nos
lleva a tener y testimoniar una permanente opción preferencial por los más
pobres, excluidos y afligidos de la sociedad (…) El tiempo que vivimos debe ser
una ocasión propicia para manifestar la misericordia del Padre Dios, a través
de nuestras obras y testimonio de una caridad fructífera.
“A todos los dirigentes
políticos, sociales y económicos, les queremos recordar que cualquier cosa que
se haga a cada uno de los hermanos que empeore su situación de vida, sea
menosprecio, imposición de cargas pesadas, empobrecimiento, olvido de su
protagonismo, robo de lo que les pertenece, se le está haciendo al mismo Jesús.
“La de los pobres es la causa
de Jesús y, por ende, de la Iglesia. Los obispos, sacerdotes, religiosos,
religiosas y laicos de nuestras comunidades eclesiales y grupos apostólicos, al
anunciar el Evangelio y construir el Reino de Dios, expresamos no solo nuestro
compromiso solidario, sino que garantizamos con nuestra entrega, el
acompañamiento a los pobres, a los que sufren y a quienes se sienten excluidos.
“…Al conmemorar la Pasión,
Muerte y Resurrección de Jesucristo, podemos acercarnos a los sacramentos, al
encuentro con la Palabra y la renovación de nuestros compromisos bautismales
que nos lleva al encuentro misericordioso con los más necesitados. Con la
Resurrección del Señor reafirmamos nuestra esperanza y nuestro compromiso caritativo.
“Deseamos presentar (…) las
siguientes propuestas:
“*Qué hermoso sería que el
Domingo de Resurrección, en cada una de nuestras comunidades parroquiales se
pueda tener una ‘olla comunitaria’ o una ‘comida fraterna’, en la que todos
participemos, invitando a los más pobres, a los indigentes, a los necesitados.
“*Que a lo largo de los
últimos días de Cuaresma, de la Semana Santa y de Pascua intensifiquemos las
visitas a los enfermos, a los ancianos, a los privados de libertad, a los
barrios pobres y a las comunidades necesitadas, para llevar de lo que tenemos;
para acompañar.
“*Sugerimos que en toda
Venezuela, del 19 al 22 de abril, además de organizar una jornada nacional de
oración, al estilo de las ‘Cuarenta Horas’, en todas las comunidades
parroquiales y eclesiales se hagan gestos significativos de misericordia y
caridad para con quienes de verdad sienten necesidad de una expresión de
ternura, solidaridad y caridad.
“*Mención particular deben
tener en nuestras oraciones todas las personas, la mayoría jóvenes, que a
partir del 19 de abril del año pasado fueron asesinadas por reclamar los
valores de la democracia en el país (…). Igualmente el día de Pentecostés a
celebrarse el próximo 20 de mayo, pidamos que el Espíritu Santo ilumine
nuestras mentes para discernir el camino a seguir para la recuperación del
país.
“Interpelamos a los dirigentes
políticos, del gobierno y de la oposición, así como a profesionales, miembros
de los diversos gremios, obreros, empresarios, trabajadores del campo, maestros
y estudiantes: ¡Escuchen el clamor del pueblo!
“No hay tiempo que perder y es
la hora de un verdadero cambio para ser una nación próspera y donde se viva en
democracia, y todos encontremos una tierra propia para construir sueños de
libertad, fraternidad e inclusión social”.
24-03-18
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