Trino Márquez 21 de marzo de 2018
@trinomarquezc
El
enorme éxodo de venezolanos desde 2013 –el sociólogo Tomás Páez, convertido en
una autoridad internacional en el tema, habla de diáspora- constituye uno de
los rasgos más resaltantes del gigantesco desastre que ha significado para
Venezuela el gobierno de Nicolás Maduro. Las cifras totales de la estampida
varían, desde las proporcionadas por la Oficina del Alto Comisionado de las
Naciones Unidas para los Refugiados, Acnur, hasta las suministradas por la
Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, Encovi; sin embargo, en el quinquenio
no han huido menos de tres millones de personas, 10% de la población total. Un
verdadero record porque en el país no se ha desatado ninguna guerra
interracial, religiosa o política. La migración ha ocurrido en un período de
paz, al menos que se acepte como cierta la majadera tesis según la cual la burguesía
desató una guerra económica contra el gobierno.
Durante
los años 2016 y 2017, de acuerdo con el informe más reciente de Acnur, las
solicitudes de asilo, una de las fórmulas más utilizadas para emigrar de forma
legal, se han distribuido de la manera siguiente: 58.764 en Estados Unidos;
22.357 en Brasil; 20.348 en Perú y 12.848 en España. Según el mismo informe,
350.861 emigrantes han sido acogidos en otros países bajo figuras distintas al
asilo: Chile: 84.479; Colombia: 68.764; Ecuador 50.502. De acuerdo con los
cálculos de Tomás Páez, en España solamente se encuentran al menos 250.000
venezolanos; mientras hacia Italia se han desplazado alrededor de 50.000. Según
el Departamento de Migración de Colombia, en la nación neogranadina no hay
menos de 500.000 venezolanos. Para otras fuentes, en Estados Unidos el total de
compatriotas supera el medio millón, en la pequeña Panamá viven más de 70.000
compatriotas, y en Argentina, 50.000. Hasta en Australia, Nueva Zelanda y
Singapur aparecen rastros de venezolanos que han ido a parar a esas lejanas y
extrañas tierras.
Adonde
no han ido los venezolanos que escapan del horror del socialismo del siglo XXI
es a Cuba. No existe ningún registro documental que certifique que algún
venezolano se haya dirigido a la isla caribeña para encontrar una vida mejor y
hacer realidad sus sueños de progreso y bienestar. Ni un solo paisano ha pedido
asilo político en el territorio tiranizado por los Castro desde hace sesenta
años. Sería salir de Guatemala para caer en Guatepeor. Salvo Ecuador –que reúne
condiciones muy especiales, entre ellas que su economía está dolarizada- ningún
otro país integrante de la Alba es seleccionado por los venezolanos para
residenciarse. Ni Bolivia o Nicaragua reciben flujos continuos y crecientes de
compatriotas.
Los
venezolanos saben muy bien a dónde dirigirse: se desplazan hacia naciones con
economías de mercado en plena expansión y crecimiento. Escogen a los Estado
Unidos, Panamá, España, Chile, Brasil o Perú (esperemos que la defenestración
de Pedro Pablo Kuczynski no desate una crisis voraz), donde predominan la
libertad económica, los derechos de propiedad son respetados y la libre
iniciativa promovida, no existe control de cambios, ni de precios, se
resguardan las conquistas de los trabajadores en un clima donde prevalece el
mercado laboral, sin que haya nada parecido a la inamovilidad laboral, los
aumentos de sueldos y salarios son promovidos por los sindicatos y gremios en
negociaciones con los patronos privados o con el gobierno, y se toma como referencia
para los acuerdos la productividad y la inflación. Son naciones donde la
intervención del Estado en la economía es mínima. Donde se promueve la
profesionalización y la meritocracia. La globalización no es vista como una
amenaza, sino como una oportunidad. La relación con los Estados Unidos no se
establece en términos de rivalidad, sino de acuerdos respetuosos en los cuales
naciones negociantes obtienen beneficios mutuos.
Al
levantar el mapa de los países hacia los cuales emigran centenares de miles de
venezolanos, puede observarse que son sociedades colocadas en las antípodas de
extravíos como el socialismo de siglo XXI. Por ejemplo, Chile, España
(recuperada después de los entuertos provocados por José L. Rodríguez
Zapatero), Estados Unidos y Panamá, aparecen en lugares elevados en el Índice
de Libertad Económica. Panamá ocupa el lugar más alto en América Latina,
seguido de cerca por Chile.
A
ningún venezolano se le pasa por la mente emigrar a Cuba. Ni siquiera naciones
con un cierto crecimiento sostenido durante las últimas dos décadas, como
Bolivia y Nicaragua, resultan atractivas. El autoritarismo y la fragilidad
institucional representan peligros demasiado altos. El parecido con lo que
ocurre en Venezuela tritura cualquier intención de aterrizar en esos lares.
Nicolás
Maduro conoce los datos que he presentado de forma sucinta. Pero, no le
importan. Quiere que los venezolanos se vayan para poder imponer, junto a su
camarilla, el socialismo del siglo XXI, con la comodidad que le da distribuir
migajas y poseer el control de las Fuerzas Armadas. Atraer a quienes han huido
será un gran reto.
Trino
Márquez
@trinomarquezc
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