Por Maritza Izaguirre
Una mirada a las páginas de
las principales publicaciones, hoy la mayoría de ellas disponibles en la web,
nos señala las angustias del venezolano promedio ante la hiperinflación que
destroza el poder adquisitivo del salario real y limita seriamente que ese
venezolano pueda acceder al mercado de bienes y servicios, de por sí
fuertemente afectado por la disposición de dichos bienes, tal como se percibe
en la visita semanal a mercados, centros comerciales y puntos de venta en la
búsqueda de alimentos, medicinas, repuestos para los electrodomésticos o para
el carro, entre otros.
Ello ha convertido en una
verdadera aventura lograr reponer los artefactos y equipos domésticos por una
parte, y por la otra enfrentar diariamente los cortes frecuentes en el servicio
eléctrico; las fallas recurrentes de la Cantv, que impiden la comunicación de
los teléfonos fijos y obligan al uso exagerado de los móviles, lo cual presiona
el escaso presupuesto disponible para eso, al verse forzado a utilizar la
comunicación inalámbrica para el Internet, medio que hoy en día es fundamental
para mantenerse en contacto con familiares, amigos y redes sociales, entre
otras.
Lo anterior refleja claramente
las fallas de las organizaciones e instituciones públicas responsables por los
servicios por una parte, y por la otra, la deficiente calidad de la gestión
pública del Poder Ejecutivo. Gestión que no solo cubre la marcha diaria de las
organizaciones responsables por la distribución del agua, la generación
eléctrica, el transporte público y las comunicaciones entre otros, sino del
diseño de las estrategias económicas y sociales, que faciliten el crecimiento
del aparato productivo, la inversión privada, el empleo estable y bien
remunerado, lo que obliga a aplicar las medidas necesarias para romper el
fenómeno inflacionario y recuperar la senda de la expansión de la economía.
Recuperar la calidad y el
nivel de vida de los venezolanos se convierte, por lo tanto, en el desafío del
gobierno nacional, el cual es responsable del rescate de la calidad
institucional de las organizaciones que integran el Poder Ejecutivo,
organizaciones que fueron capaces, en el siglo pasado, de sanear el país,
eliminar las enfermedades infectocontagiosas, generar empleo y, lo más
importante, crecer en un ambiente estable que permitió elevar la calidad y el
nivel de vida de la población.
De allí la importancia de los
cambios institucionales en un entorno de libertad y democracia.
15-05-18
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